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Como consecuencia, la proporción de ancianos en la población mundial va a aumentar a gran velocidad, primero en países que han avanzado más rápido en el desarrollo económico, pero seguido de cerca por el resto del mundo en desarrollo.
Si bien la población mundial seguirá aumentando significativamente, este crecimiento se concentrará en los países y grupos que actualmente tienen menores ingresos.
Al observar esta transformación demográfica en América Latina y el Caribe (ALC) existe un importante desfasaje en sus sistemas previsionales. Esta situación abre una serie de preocupaciones vinculadas principalmente a la sostenibilidad fiscal (solvencia del sistema y capacidad de respuesta), coinciden organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Desde la década de los 80, varios países de la región fueron implementando reformas a sus sistemas de pensiones mediante elementos de “privatización”.
Sin embargo, en la última década las modificaciones han sido estructurales, centrándose en sistemas solidarios, es decir, el trabajador activo responde por las personas pensionadas o retiradas de la vida laboral.
Todas las reformas en ALC, según la Cepal han estado siempre ligadas a denominadores comunes como la demografía del país, la informalidad laboral. Además de los sistemas de protección social, el sistema de capitales o las cuentas fiscales. En tal contexto, datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señalan que la cobertura activa, es decir, la proporción de trabajadores aportando a sistemas de pensiones obligatorios, es baja en los países de ALC.
El organismo estima que, en promedio, en la región solo 45 de cada 100 trabajadores se encuentran contribuyendo o están afiliados a un plan de pensiones. Este porcentaje no ha mostrado una variación importante en la última década, pese a las políticas de reformas estructurales implementadas en los distintos países.
De acuerdo a estudios del mismo organismo en cuestión, este bajo nivel de aportes a los sistemas de pensiones se encuentran relacionados con una serie de características socioeconómicas, a decir, con la educación, el género y el nivel de ingresos.
Los trabajadores con un nivel más alto de educación tienen mayores probabilidades de contribuir a los sistemas de pensiones que los de menor educación. En cuanto al género, la tasa media de participación de las mujeres en la fuerza laboral en ALC es del 56% en comparación con el 83% para los hombres. Finalmente, los empleados en el quintil más alto de la distribución de los ingresos tienen porcentajes relativamente elevados de contribución, frente a los trabajadores de bajos ingresos. De hecho, sólo del 20% al 40% de los trabajadores de ingresos medios contribuye a un fondo de pensión.
Pero, ¿dónde radica la importancia de los sistemas previsionales?
Conforme a la literatura, los esquemas previsionales en un país se constituyen en un importante elemento de prevención de la pobreza entre los adultos de la tercera edad y el acceso ininterrumpido de recursos en el ciclo de vida donde justamente es más limitado generar ingresos para una persona de la tercera edad.
Otros especialistas, vinculan los objetivos de los sistemas previsionales a efectos secundarios, de igual preponderancia como su impacto en el ahorro nacional, la acumulación de capital, el mercado de trabajo y la solvencia fiscal.
En esta edición, MF Economía analiza el sistema de pensiones y jubilaciones en Paraguay, los escenarios en el esquema de contribución al Instituto de Previsión Social (IPS), sus riesgos y perspectivas.