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Particularmente, para el caso de América Latina (AL), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha identificado algunas barreras que dificultan que se pueda absorber rápidamente el tsunami tecnológico de la cuarta Revolución industrial. Ello, debido a que la región no cuenta con las capacidades, habilidades e infraestructura necesarias para la adopción de nuevas tecnologías, si se compara con los países desarrollados. Además, considera que el menor costo de la mano de obra hace que para las empresas sea menos atractivo incorporar innovaciones tecnológicas. En lo que respecta al déficit de infraestructura en la región, una de las principales limitantes la encuentra en el acceso a la banda ancha.
Además, el BID señala que la tecnología está revolucionando la forma en que se producen bienes y servicios, y la automatización de la producción manufacturera y los nuevos patrones del comercio internacional están volviendo menos atractivos a los países que ofrecen mano de obra barata y poco calificada, que es el caso de la mayor parte de los países de AL. Mientras que la creatividad, la capacidad para resolver problemas, la alfabetización digital y las competencias de liderazgo serán competencias necesarias en el mercado de trabajo.
Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) considera que la inteligencia artificial, la automatización y la robótica darán lugar a una pérdida de empleos, en la medida en que las competencias de los trabajadores se vuelven obsoletas. Sin embargo, considera que estos mismos avances tecnológicos también crearán millones de empleos, si se aprovechan las nuevas oportunidades.
De hecho, McKinsey estima, en un escenario promedio, que hasta 75 millones de trabajadores podrían necesitar cambiar de categoría ocupacional o nivel educativo con la automatización. Pero si estas tecnologías se desarrollan y adoptan con mayor rapidez, la cifra puede alcanzar a 375 millones de personas.
Similarmente, el BID estimó el porcentaje de trabajadores que se encuentra en ocupaciones con alto riesgo de automatización, donde resaltan Guatemala y El Salvador con 75% cada uno, en tanto que Estados Unidos y República Dominicana cuentan con el 47% y 62%, respectivamente. Paraguay se encuentra más cerca al caso dominicano que al salvadoreño o guatemalteco, con un registro de 64%. Sin embargo, el organismo señala que esas cifras podrían estar sobreestimadas, ya que en muchos países de la región el costo de contratación de un trabajador es bajo y, por tanto, podría dejar de ser rentable la adquisición de robots para reemplazar a los trabajadores.
Particularmente, cuando se considera el género femenino, una investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI) señala que, en promedio, las mujeres enfrentan mayor riesgo de perder su empleo debido a la automatización que los hombres.
Las estimaciones del FMI apuntan a que los trabajos realizados por mujeres tienen una probabilidad de automatización de 70% o más, lo que se traduce en aproximadamente 180 millones de puestos de trabajo a escala mundial. Las mujeres de 40 años o más y las que ocupan cargos administrativos, de servicios y de ventas corren un alto riesgo de despido.
Además, cerca del 50% de las mujeres con estudios secundarios o inferiores corren un alto riesgo de automatización de sus trabajos, mientras que lo es de solo 1% para las mujeres con estudios universitarios de licenciatura o posgrado.
¿Cómo se ven estos cambios en Paraguay?
La encuesta Latinbarómetro del año 2018 presenta las impresiones de 1.200 personas consultadas acerca de los avances tecnológicos.
Destaca que el 54,1% de los encuestados considera que la tecnología es beneficiosa para su empleo. El 44,6% considera que los robots no le quitarán su empleo, pero 20,3% piensa que eso puede ocurrir de aquí a 10 años o más.
Sin embargo, el 31,8% de los participantes piensa que los robots son un riesgo para el futuro de la humanidad. El 54,9% de los consultados está de acuerdo con poner límites al reemplazo de humanos por robots, incluso si son más eficientes y económicos. En esa misma línea, 52,3% está de acuerdo con poner límites al reemplazo de humanos por robots para introducir a los niños a nuevas tecnologías desde una edad temprana.
Cuando se consideran otros usos de la tecnología, el 86,4% está de acuerdo con la instalación de cámaras y utilización de drones y sensores en espacios públicos para prevenir delitos. Contrariamente, el 72,8% no está de acuerdo en utilizar transporte público sin conductor y el 91,4% manifiesta que no ha usado plataforma digital alguna, como Uber, para generar ingresos.
Finalmente, al consultárseles acerca de alguna medida para que los impactos tecnológicos sean positivos, el 24,6% seleccionó la opción de crear una renta universal para que todo el mundo reciba un ingreso del gobierno independientemente de si trabaja o no y 16,4% piensa que se debe favorecer que todo el mundo tenga habilidades digitales. Dado que el avance tecnológico no se puede detener, la región y, dentro de ella Paraguay, enfrenta el reto de adoptarlo, reconvertir su matriz productiva para integrarse a las nuevas cadenas de valor globales y amortiguar los posibles impactos que tendrán en el mercado de trabajo, debido a la automatización de las tareas.
¿Qué medidas proponen organismos internacionales para afrontar los cambios en el mercado laboral?
Para el WEF se debe trabajar en tres áreas: i) Repensar la educación: las personas que operan máquinas en continua evolución deben aprender nuevas habilidades rápidamente. Se debe construir un sistema educativo para el aprendizaje permanente. ii) Cambiar las protecciones laborales: desvincular los beneficios y las protecciones de empleos a tiempo completo y distribuirlos de manera más equitativa entre la fuerza laboral productiva.
Por ejemplo, en Dinamarca ofrecen beneficios gubernamentales como protección por desempleo y capacitación en habilidades. También proponen el establecimiento de una renta básica universal. iii) Ofrecer a las personas más libertad y flexibilidad: Trabajo remoto, horario flexible y uso de la plataforma. Por ejemplo, fomento del trabajo a distancia y horario flexible podría favorecer la participación de las mujeres en la fuerza laboral y, con ello, reducir la desigualdad de género.
Siguiendo con el género femenino, el FMI señala que los gobiernos deben adelantar políticas públicas que ofrezcan a las mujeres la posibilidad de adquirir las capacidades necesarias en el entorno actual. Para ello se debe incentivar su participación en el campo de las ciencias, la tecnología y las matemáticas. En esta línea, también se debe apoyar a las trabajadoras en el proceso de cambio de trabajo debido a la automatización, mediante capacitación. Por ejemplo, con el envejecimiento de la población se espera que se incremente el empleo en sectores dominados por mujeres (salud y servicios sociales), que son menos propensos a la automatización porque requieren aptitudes cognitivas e interpersonales.
Similarmente, el BID señala que las empresas también deben acometer una transformación importante para seguir siendo competitivas en un entorno rápidamente cambiante. Aparte de hacer las inversiones adecuadas en tecnología, deberán buscar y contratar personal que sea capaz de canalizar las innovaciones en mejores productos y procesos.
El BID añade que se deberán incorporar capacidades que promuevan una mayor interacción y colaboración con las máquinas en el espacio laboral, ya que el uso de asistentes inteligentes, que automatizan las tareas rutinarias, genera que todos los trabajos se conviertan en actividades de conocimiento.
Por tanto, concluye que los trabajadores necesitarán de una mayor dotación de habilidades cognitivas, técnicas y socioemocionales para lograr una mejor inserción laboral. Pero dada la velocidad en el ciclo de cambio y la obsolescencia de las habilidades requeridas, se hace necesario que los procesos de formación sean continuos.
Por su parte, la consultora de Estados Unidos McKinsey comenta que se necesita del trabajo conjunto de las personas, gobierno y empresas para afrontar la cuarta revolución industrial: las personas deberán estar preparadas para un futuro laboral que evoluciona rápidamente, adquiriendo nuevas habilidades que se demandan. Los gobiernos deben apoyar a los trabajadores en la transición de un empleo a otro, en la creación de fuentes laborales y en la reubicación de los trabajadores. Las empresas podrían invertir en capacitación de la gente a través de incentivos impositivos. Además, deberán hacer revisión exhaustiva del modelo de negocio y de los flujos de trabajo, para evaluar dónde podría maximizar la productividad, la automatización, al liberar a personas de trabajos rutinarios que serán asumidos por las máquinas, lo que les permite utilizar sus cualidades humanas (razonamiento social, emocional e interacción personal). En síntesis, de las reflexiones de organismos internacionales destaca que la inversión en educación y capacitación laboral debería ser una prioridad nacional en el contexto de la cuarta revolución industrial. Más aún en Paraguay, donde el componente de educación del Índice de Capital Humano del Banco Mundial muestra el peor resultado de América del Sur, después de Guyana, con 11,5 años de escolaridad, los cuales al ajustarlos en función de lo que aprenden los niños en la actualidad, sitúa el indicador en solo 7,1 años.
Para el Foro Económico Mundial, la cuarta revolución industrial es la transición hacia nuevos sistemas cíber físicos que operan en forma de redes más complejas y que se construyen a partir de la infraestructura de la revolución digital anterior (tecnología de la información y telecomunicaciones).
En un trabajo conjunto del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe perteneciente al BID y la Unión Industrial Argentina, los organismos señalan que la cuarta revolución industrial consiste en la digitalización del sector manufacturero.
Se configura un nuevo mapa tecnológico en el que intervienen y se conectan en tiempo real todos los actores de la sociedad (consumidores; empresas; gobiernos; organizaciones de la sociedad civil, etc.) a través de distintos dispositivos como celulares, computadoras, sensores inteligentes y plataformas digitales.