Retracción: desafíos y perspectivas para el cierre del 2019 e inicios del 2020

En Paraguay existen importantes herramientas económicas procesadas y presentadas por el Banco Central del Paraguay (BCP), como el Indicador Mensual de la Actividad Económica del Paraguay (IMAEP) y el Estimador Cifras de Negocios (ECN). El primero es un indicador de corto plazo que utiliza datos preliminares de determinados rubros para anticipar la tendencia del Producto Interno Bruto (PIB) y el segundo, presenta información sobre el comportamiento de las ventas de las empresas con mayor peso en el país. Datos de esas herramientas ya pintan de alguna forma lo que le espera a nuestra economía.

PIB DEMANDA
PIB DEMANDA

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Los resultados de ambos informes, efectivamente, anticipan el comportamiento de los componentes del Producto Interno Bruto (PIB) de Paraguay, que se hallan desagregados en el Boletín de las Cuentas Nacionales. Además, estos reportes son clave en el proceso de monitoreo de la actividad económica para el Banco Central del Paraguay (BCP) y el Gobierno. El detalle, los resultados tienen dos meses de rezago en el caso del IMAEP y el ECN, mientras que en el caso del informe sobre las Cuentas Nacionales es de tres meses. Por ello, la situación económica se presenta ante las autoridades de forma tardía, pese a que los agentes económicos constantemente dan cuenta de las condiciones positivas o negativas que experimentan y enfrentan.

La economía paraguaya comenzó a mostrar sus primeros signos de ralentización en el segundo semestre del 2018. Se observó una reducción en la demanda agregada, debido, entre otros factores, a la depreciación cambiaria en Argentina y Brasil, que afectó los precios relativos de Paraguay. El resultado fue la menor afluencia de argentinos brasileños al país y mayor contrabando proveniente de Argentina. Se le sumaron otros eventos como los relacionados al clima, donde la sequía, que tuvo lugar en el comienzo de la campaña agrícola 2018/2019, redujo la cosecha de la soja en alrededor de 23% con relación a la campaña anterior. Esto se tradujo en un impacto negativo de aproximadamente US$ 1.500 millones que dejaron de ingresar al circuito económico del país y sus consecuentes efectos sobre el transporte, comercio, industria y finanzas.

Además, la oleaginosa, principal producto exportado por Paraguay, ha sufrido importantes embates en su precio internacional, tanto por efecto de las tensiones comerciales entre China y EE.UU. como por el brote de fiebre porcina africana en China, el mayor comprador del mundo de soja para forraje porcino. Aunado a esto, la transición gubernamental frenó el gasto público, lo que terminó complicando el escenario económico ya desacelerado.

El impacto de estas situaciones se extendió durante el 2019, sumándose otras condiciones adversas que debilitaron aún más la actividad económica del país, como las inundaciones en el río Paraguay, que impactaron a poblaciones ribereñas y campos de cría. A esta compleja coyuntura se sumó la crisis política desatada, a finales del mes de julio, por el acta firmada entre Brasil y Paraguay sobre la compra de energía de Itaipú. El hecho provocó la posibilidad de un juicio político al presidente de la República, generando incertidumbre y nerviosismo en los agentes económicos. Por ello, las expectativas cayeron y la cautela primó en los inversionistas que decidieron esperar indicadores más alentadores.

Evolución de la economía en el primer semestre

La semana pasada, cifras del Banco Central del Paraguay ratificaron lo que ya había adelantado el Indicador Mensual de la Actividad Económica del Paraguay el mes pasado, que la economía del país se encuentra en recesión técnica, luego de que el Producto Interno Bruto cayera durante el primer y segundo trimestre de 2019, en 2,1% y 3,0%, respectivamente. Para el primer semestre del año, el descenso interanual del PIB se ubicó en 2,5%. Un resultado así no se observaba desde 2012, cuando el PIB cerró con una reducción de 0,5%.

Cabe señalar que la recesión económica de 2012 estuvo explicada, en mayor medida, por una fuerte sequía que afectó negativamente la campaña agrícola 2011/2012, principalmente para los cultivos de soja, maíz y girasol. Además, a finales del año 2011, hubo un brote de fiebre aftosa que generó el cierre de los mercados mundiales para la carne paraguaya. Así, durante el primer semestre de 2012, se redujo considerablemente el nivel de faenamiento. No obstante, para el segundo semestre se revirtió la situación y se retomaron las exportaciones de carne.

Contrariamente, en la recesión económica actual se evidencia un desempeño desfavorable en numerosas actividades productivas. En efecto, para el primer semestre de 2019, se observa una disminución en electricidad y agua (12,0%); agricultura (11,6%); construcción (7,7%); ganadería, forestal, pesca y minería (5,7%) y manufactura (3,9%). Sólo el rubro de comercio y servicios registró un incremento (2,4%), motorizado por el sector servicios que amortiguó las caídas registradas en la actividad comercial y de transporte.

De hecho, la trayectoria a la baja en la actividad comercial también fue adelantada por el Estimador Cifras de Negocios, que evidenció reducciones consecutivas en las ventas, que alcanzaron la mayor duración para grandes tiendas y prendas de vestir, que a junio de 2019 acumularon 14 meses en descenso. Para dicho mes la variación fue de -8,8%. Le sigue materiales de construcción, con 12 meses de disminución de ventas, donde destacan los meses de abril y mayo de 2019, al registrar caídas de 17,4% y 12,6%, en cada caso. Además, las ventas de vehículos alcanzaron 7 meses en contracción. La mayor reducción interanual para este rubro se registró en abril de 2019 (23,9%).

Por su parte, el Producto Interno Bruto por el lado del gasto, durante el primer semestre de 2019, muestra un mayor grado de afectación en su componente interno, debido a que la formación bruta de capital fijo exhibió una reducción de 11,7%, frente al ascenso en el consumo del gobierno (5,0%) y de los hogares (0,1%). Es importante destacar que un resultado de esa magnitud en la formación bruta de capital fijo no se presentaba desde 2012, cuando descendió 15,0%. Por el lado de la demanda externa, se presentó una disminución tanto en las exportaciones (4,6%) como en las importaciones (2,2%).

En materia del mercado laboral, se muestran ajustes en línea con la coyuntura económica actual, al observarse un incremento en la tasa de desempleo. De hecho, para el segundo trimestre de 2019, se situó en 7,4%. Aproximadamente 264.683 personas se encuentran desocupadas, frente a 5,9% del mismo período de 2018 (alrededor de 207.732 personas).

Cabe remarcar que los ingresos tributarios también vienen sintiendo los efectos de la recesión económica. La Subsecretaría de Estado de Tributación (SET) reportó caídas en su recaudación, principalmente del Impuesto al Valor Agregado (IVA) durante los meses de abril (-8,9%), mayo (-4,8%) y junio (-2,8%). Estas reducciones comenzaron a revertirse desde el mes de julio.

En tanto que los ingresos de la Dirección Nacional de Aduanas (DNA) han sufrido en los últimos meses las mayores variaciones negativas, con caídas en enero (-6,5%), marzo (-7,5%), además de abril (-4,8%), junio (-14.9%) y agosto (-7%). Debido a estas importantes disminuciones, el Ministerio de Hacienda ya anunció que dejarán de recaudar alrededor de US$ 300 millones. Por ello, desde hace un par de meses, viene implementando una reingeniería del gasto que le permitiría afrontar los compromisos en lo que queda del año 2019.

Plan de reactivación económica y perspectivas

La desaceleración fue cobrando mayor fuerza a inicios de este 2019. La reacción del Gobierno fue lenta, debido a que las autoridades aguardaron los datos oficiales del Banco Central del Paraguay (BCP) para conceptualizar la profundidad de la crisis que enfrentaba la economía paraguaya.

Pese a los indicadores poco alentadores que exponía el sector privado, recién en junio el Gobierno lanzó su Plan de Reactivación Económica. El mismo contempló una importante inyección de recursos, de aproximadamente US$ 1.500 millones, para el financiamiento de proyectos de infraestructura, asistencia social y económica. De ese monto, US$ 1.175 millones irían a obras públicas, US$ 114,5 millones en concepto de asistencia social y US$ 254 millones para apoyo a la producción, el comercio y el empleo. De acuerdo a las autoridades, con ese plan se proyectaba la creación de alrededor de 50.000 empleos, con beneficios directos a 157.000 familias.

Debido a que la implementación del plan de estímulos se dio a mediados de junio, los resultados, principalmente en el rubro de construcciones (-12%), no se reflejan aún en los datos del BCP al segundo trimestre de 2019. Aunque la ejecución sigue siendo baja, la inyección de recursos fiscales comienza a notarse en el informe de la Situación Financiera de la Administración Central elaborado por el Ministerio de Hacienda. Esta tendencia se mantendría hasta finales de año, pero no sería suficiente para contener la retracción económica. La caída hubiera sido menor, si el plan de reactivación económica se implementaba meses antes, considerando los procesos de diseño, llamado y adjudicación de proyectos públicos. No obstante, desde la Dirección Nacional de Contrataciones Públicas revelaron que fue alcanzado, al mes de setiembre, el récord histórico de G. 17,4 billones (superior a US$ 2.800 millones) en adjudicaciones y en evaluación.

Frente a un escenario adverso, las políticas públicas juegan un papel trascendental. Este punto es uno de los principales desafíos del Estado, el de reaccionar de forma oportuna para reducir en un alto porcentaje los efectos negativos. Este año va acabando, por lo que la tarea para el 2020 debería centrarse en la defensa del bienestar de los ciudadanos, sus familias, trabajo y empresas.

Para ello, es necesario que el Estado brinde las garantías necesarias de eficiencia en el gasto público, mediante la inversión en obras públicas de impacto socio- económico como viviendas y la contención del gasto corriente en materia salarial. Además, de las herramientas y condiciones para el acceso de créditos accesibles, venta de productos a buenos precios, entre otras acciones, que se conviertan en importantes incentivos para reactivar a la economía paraguaya.

La economía paraguaya comenzó a mostrar sus primeros signos de ralentización en el segundo semestre del 2018. Se observó una reducción en la demanda agregada, debido, entre otros factores, a la depreciación cambiaria en Argentina y Brasil, un hecho que afectó los precios relativos de Paraguay.

La crisis política desatada en julio por el acta firmada entre Brasil y Paraguay sobre Itaipú motivó un pedido de juicio político al presidente de la República, lo que creó incertidumbre y nerviosismo; las expectativas cayeron y la cautela primó en los inversionistas.

Cifras del BCP ratificaron en estos días lo ya adelantado por el Indicador Mensual de la Actividad Económica el mes pasado, que la economía del país se encuentra en recesión técnica, luego de que el Producto Interno Bruto cayera durante el primer y segundo trimestre de 2019, en 2,1% y 3,0%, respectivamente.

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