Yryru o el contorno del agua. Obra reciente de Marcos Benítez

De la más reciente exposición del artista visual Marcos Benítez nos habla hoy la escritora, investigadora y docente Lía Colombino –comisaria, además, de esta muestra, que puede ser visitada en la sala Olga Blinder del Museo del Barro (Grabadores del Cabichu’i, entre Emeterio Miranda y Cañada) desde el próximo 15 de febrero.

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La obra de Marcos Benítez ha estado desde siempre íntimamente relacionada con los cuatro elementos que comparten la antigua cultura griega y el budismo: aire, agua, tierra y fuego. Hace algunos años, sus investigaciones han indagado en la producción artística, poético-estética de las culturas populares e indígenas. Dicha producción se vincula bastante con estos elementos primarios.

No es extraño que hace algunos años la mirada del artista se detuviera en la producción de la cerámica popular de Tobatí y de Itá. Anteriormente había trabajado en un taller de cerámica en Areguá, indagando sobre la serialización, los modos de trabajo en el taller y la producción misma de obra propia. En este trabajo, lo que primaba era el barro mismo, la tierra.

Con Yryru o el contorno del agua, Marcos Benítez se detiene en lo que el límite construido con barro contiene. Por eso se ha buscado una palabra en guaraní que pudiera hablar de un contenedor que recibe el agua, que la guarda, que no la deja correr.

La cerámica popular en Paraguay parte de la cerámica guaraní, de esos japepo gigantes, decorados con dibujos geométricos o con esa especie de repulgue (la decoración digito unguicular, tan característica) realizado en toda la superficie del cántaro. Ese cántaro guaraní fue base primordial de dos de los ritos fundamentales en dicha cultura: el rito funerario y el rito de las borracheras y la antropofagia ceremoniales.

La muestra está compuesta por instalaciones, objetos, registro fotográfico y video.

Crear un hueco 

Muchas veces, cuando se habla de la creación plástica, se puntualiza la idea de que lo que se crea es un objeto. Al hablar de un cántaro, el psicoanalista francés Jacques Lacan propone otra aproximación: dice que al crear el cántaro (él habla de un vaso, pero para el caso da lo mismo), es el vacío el que se crea. Se podría decir que la mano crea, primero, un agujero, ese vacío. Alrededor de este vacío se ha de crear el mundo, un lenguaje. Es este vacío el que recibirá el agua cuyos bordes serán contenidos por el cántaro.

Marcos Benítez, en sus años de Seminario sobre Crítica Cultural, había accedido a la teoría lacaniana y su aproximación a esa teoría se ha dado sobre todo poéticamente. El artista no utiliza la teoría como recurso para elaborar textos, la utiliza como un marco teórico que le permite lanzarse a la visualidad como desde un trampolín. El arte, hoy, es considerado una de las tantas maneras de crear conocimiento. Hay investigación cuando el artista busca, experimenta y crea.

El artista queda copado por esa idea del recipiente creado para contener un vacío, que luego contiene agua. Va más allá: Benítez siempre da con el cuerpo, ha trabajado con él desde hace muchos años (1) y el propio cuerpo del artista no se escinde de la obra, se trabaja como si la propia obra se desprendiera del cuerpo, se trabaja con esa certeza.

Entonces, Marcos piensa en el cuerpo como si fuera un recipiente: «Somos 65% agua», dice. La piel es ese contorno que permite el límite, que nos aparta del desborde.

Toda la obra presentada en esta muestra nace de la idea del recipiente como constructor de vacío. De la idea del vacío a ser llenado con agua.

Así, por un lado, las obras en vídeo dan cuenta de estas ideas. En la de la izquierda, un cántaro pequeño que contenía agua congelada se ha roto; el vídeo da cuenta de ese proceso en el que pareciera que nada se mueve pero algo ocurre: el contenido se evapora. En el vídeo de la derecha, es ya solo el contenido el que vemos; el cántaro ha desaparecido esta vez: el agua congelada en forma de cántaro va deshaciéndose, va transformándose en otra cosa.

Por otro lado, el artista presenta elementos resultantes de una acción en casa de Ediltrudis Noguera, gran artista de la cerámica de Tobatí. En colaboración con Benítez, Noguera prepara el barro como si fuera a hacer un cántaro. Los «chorizos», pedazos longitudinales de barro amasados, fueron envolviendo a Marcos Benítez de la mano de Ediltrudis hasta taparlo por completo. El barro se secó, el artista salió de ese envoltorio como de un sarcófago para cocer estas piezas que hoy se pueden ver en la muestra, así como el registro de la acción.

Quizá forzando un poco las cosas, podríamos pensar que esa oquedad que permite el agujero, por mínimo que éste sea, comporta una reserva; sea agua, sea cuerpo. ¿Será en esa oquedad en el centro de la pieza –contenedora imposible de vacío– donde se guarda el sentido? 

El sentido latente 

El agua, se sabe, busca su lecho para encontrar el camino al mar. Hay veces en que la obra traiciona al artista y lo planificado y, como el agua, encuentra su curso.

Cuando Marcos inició su trabajo con los cántaros, jugando con ellos y tratando de conformar una instalación, resultaron en unas construcciones a modo de apilamientos verticales.

En el proceso de creación de la obra y en el trabajo conjunto que suponen creación y curaduría, Benítez se dio cuenta de que en la tradición funeraria guaraní los japepo se disponían igual que como los cántaros populares se guardan en los depósitos. Estas urnas, para el rito fúnebre guaraní, eran dispuestas unas encima de otras, en diferentes tamaños, formando unos perfiles verticales que recuerdan la verticalidad de los menhires (2) o el apilonamiento de las apachetas (3).

En el momento en el que Marcos vio estas figuras –fue en el libro escrito por André Prous y Tania Andrade Lima, Os ceramistas tupiguarani–, se evidenció que aquello que estaba haciendo se anudaba íntimamente, de manera casi subrepticia, con la muerte. Pero no con el morir en sí, sino con aquellos ritos de los que nos valemos las personas para elaborar la partida de alguien cercano.

En esta muestra, Benítez, además de pensar con imagen, está elaborando de manera sutil y bella una consecución de pérdidas, y lo hace de la manera que mejor sabe, dando espacio a esa imagen, construyendo objetos en este vacío en el que estamos inmersos.

Notas 

(1) Marcos Benítez practica yoga desde pequeño y es instructor calificado de kundalini yoga desde hace doce años.

(2) Monumentos líticos propios del Neolítico en Europa que, se cree, son funerarios.

(3) Ofrenda-monumento indígena, quechua y aimara, a la Pachamama y otros dioses.

liabeco@gmail.com

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