¡Viva el arpa paraguaya!

Probablemente, el arpa india, luego arpa paraguaya, esté viviendo hoy sus momentos más gloriosos con manifestaciones culturales que la tienen como principal protagonista, dando el paso definitivo para demostrar al mundo que este instrumento milenario tiene un nido, una cuna donde se fortaleció, una patria, y esa patria es el Paraguay.

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No existe un instrumento musical más identificado con la música paraguaya que el arpa. La gran mayoría de nuestras polkas y guaranias tienen indefectiblemente los cálidos sonidos y arpegios de este sencillo instrumento que en nuestro país, de la mano de sus eximios cultores, ha evolucionado de manera notable.

En algunos años más empezaremos a festejar el centenario del debut como arpista del más célebre intérprete de este instrumento, Félix Pérez Cardozo, quien dotó al arpa de nuevas cuerdas y con renovadas técnicas logró sacarle sonoridades hasta entonces desconocidas. Con él, este instrumento de los dioses pasó a denominarse arpa india.

Félix Pérez Cardozo, Mita Guasu, como lo apodaban cariñosamente sus contemporáneos colegas, por su envergadura física y gran calidez humana, además de ser el mejor intérprete de todos los tiempos de este instrumento de treinta y seis cuerdas, era un inspirado compositor que gracias a su genio creativo nos ha dejado obras sin las cuales el rico repertorio nativo hubiera estado incompleto.

Cómo imaginarnos la rica historia de la música paraguaya sin obras como Guyra Campana, a la cual Félix Pérez le dio el estilo definitivo como nosotros y el resto del mundo la conocemos hoy. Cómo hubiéramos añorado disfrutar del Tren Lechero, Mi Despedida, Llegada, Ángela Rosa, Coronel Martínez, Teniente Luis Velilla, Che Valle mi Yaguarón, si el gran Mita Guasu no las hubiera compuesto o de sus brillantes aportes como compositor a las letras de otro genio creativo como Emiliano R. Fernández, en Ahama che China, más conocida como Che la Reina, así como Oda Pasional, Primero de Marzo, Adiós che Parahe Kue y tantas otras. Según nos comentó Inocencio Fernández, nieto del autor de 13 Tuyuti, en una nota que él tiene en su poder, realizada a Isahilda Márquez, musa inspiradora de Emiliano en Oda Pasional, el vate guarambareño y orgullo de nuestras letras también era un gran intérprete del arpa. Mariposa Parami, El Arriero, Los Sesenta Granaderos, todo un himno para los hermanos argentinos; Burrerita y Pasionaria, con letras de Antonio Ortiz Mayans, son otras obras inmortales de Félix Pérez Cardozo que siguen emocionando al mundo.

El arpa está incrustada en el alma de cada uno de los paraguayos que amamos nuestra música y damos reverencia a sus cultores cuando nos emocionamos con Isla Saka, de Santiago Cortesi; Carreta Guy, de José del Rosario Diarte; Cascada, del inolvidable Digno García, cortina musical por veinte años de Radio Vaticano; el incomparable Luis Bordón, con quien se inicia la generación del arpa paraguaya. El vigente Nicolasito Caballero ocupa un lugar preponderante en la historia del arpa en nuestro país, pues es uno de sus más eruditos cultores, que le ha sabido sacar sonoridades cromáticas a este instrumento diatónico para poder incorporar a su repertorio, amén de polkas y guaranias, obras internacionales compuestas para piano, violín o gran orquesta, que el niño prodigio ha llevado a la perfección al arpa paraguaya.

Otros como Alejandro Villamayor, Cristino Báez Monges, Lorenzo Leguizamón, Albino Quiñónez, quien con Eladio Martínez y Emigdio Ayala Báez, con el Trío Olímpico, hicieron conocer a los europeos, en 1948, los maravillosos arpegios sonoros del arpa y han honrado al instrumento al saber ejecutarlo casi a la perfección.

En la actualidad, en las manos de Marcelo Rojas, Martín Portillo, Sixto Corvalán y tantos otros, el arpa paraguaya sigue siendo un prodigioso instrumento y, por donde se presenten, logran poner de pie a su auditorio, en señal de reverencia. Ismael Ledezma, Mariano González, el primero en París y el segundo en Estados Unidos, luego de triunfar casi treinta años en Japón, dicen presentes más allá de nuestras fronteras, llevando en el arpa paraguaya un pedazo de suelo guaraní.

El gran César Cataldo tuvo la inmensa tarea de maestro, cuya responsabilidad fue dejar una nueva generación de arpistas. Al frente del proyecto Sonidos de la Tierra, liderado por el maestro Luis Szarán, Cataldo logró formar el conjunto gigante de cuatrocientas arpas para deslumbrar al pie del obelisco porteño a cientos de miles de personas congregadas para festejar el bicentenario del vecino país, como en Viña del Mar, donde repitió similar suceso, y en Asunción, por los festejos fundacionales de la ciudad de Asunción, en la plaza Uruguaya, su último gran acto antes de partir a la eternidad.

La música paraguaya es una de las identidades más fuertes del ser paraguayo, luego de nuestro idioma oficial el guaraní. Hay que mencionar constantemente que la única nación no aborigen en el mundo que sigue hablando la lengua de sus ancestros es la nación paraguaya. Nuestro idioma y nuestra música nos dan el sello diferente del resto de los países de la región, y el arpa paraguaya es uno de sus motores más importantes.

Luego de casi un siglo de batallar por el mundo a fuerza de calidad, virtuosismo de sus intérpretes y el protagonismo sobresaliente en la conformación de los dúos, tríos, conjuntos y orquestas, el arpa paraguaya ha recibido de manera oficial un reconocimiento mundial con justa razón.

Los arpistas citados más arriba, verdaderos héroes civiles de nuestra nación, que aportaron su gran grano de arena en la construcción de nuestra patria, pueden sentirse confortados al saber que la dedicación, empeño y perseverancia puestos en sus carreras como ejecutantes del arpa, hoy, se están coronando con el éxito perseguido, ya que con la conformación del conjunto gigante de cuatrocientas veinte arpas paraguayas, creado por uno de sus más deslumbrantes cultores, César Cataldo, gracias a la tesonera labor del proyecto Sonidos de la Tierra, bajo la batuta del maestro Luis Szarán, se rompió el Récord Guinness que ostentaba, desde el 2005, la ciudad inglesa de Edimburgo, con doscientas un arpas.

Con el Festival Mundial del Arpa llevado adelante en nuestro país en los últimos años, de la mano de Marlene Sosa Lugo y Ana Scappini, que reúne en el Teatro Municipal a intérpretes del instrumento, representando a diferentes países del mundo, más el legado del conjunto gigante de arpas, constituyen motores impulsores que están logrando que este singular instrumento tenga a Asunción del Paraguay, sin dudas, como la capital mundial del arpa, galardón que también está en
gestión.

Con todos estos acontecimientos que rinden un justiciero homenaje a nuestros genios cultores, pasados, presentes y futuros de este singular instrumento vehiculizador de nuestra cultura musical, solo podemos agregar emocionados: ¡viva el arpa paraguaya!

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