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Todos los seres humanos somos, de una u otra manera, ríos que vamos a desembocar en un mar. O un océano. Ella, siendo río, es también tempestad y refulgencia de amor, de pasión por las palabras. Es que si algo caracteriza a esta poetisa nacida en Guarambaré es la entrega permanente a la escritura.
De su escritura, dice, por ejemplo, doña Josefina Plá: “Gladys Carmagnola de Medina... poetisa por la gracia de Dios. Él le dio para la poesía muchas de sus divinas gracias, y entre ellas una de las más difíciles, la sencillez en la profundidad”.
Con respecto a la sencillez de su obra y de cualquier obra en general, quisiera decir que un libro denso, complejo, parido en estos tiempos en que imperan las “grandes olas” en las redes sociales, está destinado al fracaso. Debe, pues, el escritor buscar mensajes breves y sencillos.
Los poemas del texto ahora comentado están marcados por una luz interior. Y llevan un mensaje genuino.
Hay tantas verdades superpuestas en las obras de ciertos autores que no hacen sino confundir o encandilar a los lectores. Autora de la buena palabra, de aquella que tiene valor no solo metafórico, sino además espiritual es Gladys Carmagnola.
POEMA
Se divisa de pronto el viejo río
por el que antiguamente muchos navegaban.
¿Se ha rebelado? ¿Se salió de madre?
Así sucede casi siempre con todas las madrazas
que por seleccionar itinerarios,
escoger camarotes, trasatlánticos,
inspeccionar su quilla, sus barandas,
olvidan el llevarse de repuesto
otra brújula exacta
que al final, en verdad, apenas sirve
para saber exactamente dónde el navío se
desbarranca.
Gladys Carmagnola
POESÍA PARAGUAYA
DE LA RAZÓN que nos trae
de la razón que nos lleva
en ese espacio que va
más allá de las tapias
mucho más allá de las orillas
donde ya no se agitan los mares
ni se arremolinan los vientos
nada nos quede en las manos
de la razón que nos quema
de la razón que nos apaga
en ese tiempo que va
más acá de las calles
mucho más acá de las pisadas
cuando ya no se apuran los pasos
ni se aceleran los cuerpos
nada nos quede en las manos
donde de soles y de lluvias nazcan
horizontes transparentes
cuando tardes enciendan flores
en los jardines de las casas
mientras lunas en cada noche griten
sus cuatro palabras al sueño
de la razón que nos guía
de la razón que nos azora
nada nos quede en las manos
pero las manos
Iván González