En la página 124, el historiador se pregunta por qué el Mariscal Francisco Solano López hizo pelear a los niños en la Guerra Grande. Transcribo un párrafo del General Garmendia que Rubiani cita en su texto: “... aterrados y anonados, sin escape, se agrupan entre sí los paraguayos (5.000 frente a 22.000 aliados); los más bravos, venden cara su vida, otros sucumben sin sentirlo; los niños lanzan sus armas y se arrojan a los pies de los soldados brasileños, se arrastran y oprimen sus rodillas, pidiendo compasión ...” .

Lo más sensible de la Guerra es la utilización de aquellos niños martirizados.

Ciñéndose a los recursos históricos, el autor del libro presenta aspectos de la Triple Alianza que tienen una indiscutible relación con la voluntad económica de Inglaterra.

Yo concluyo, particularmente, tras leer las muchas “verdades y mentiras” del ejemplar de marras, que Francisco Solano López fue un hombre, sólo un ser humano, a quien la guerra le quedó grande, demasiado grande.

En un ambiente minado de traidores ¿acaso no tuvo más “remedio” que segar la vida de los conspiradores en San Fernando y otros sitios?

Por otra parte, ¿fue una guerra suicida? Lea el estupendo libro de mi compañero de tareas y se aproximará a una reflexión sobre tan espinoso tema.