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Lo más importante del libro paraguayo es su publicación misma, teniendo en cuenta que la edición es, a veces, penosa, por no decir heroica, porque la mayoría de los escritores y poetas a quienes se solicita su trabajo demoran en expedirse y acercar su obra a la imprenta. En suma, su falta de profesionalismo, ya evidente en su escritura (algunas mediocres, se repite en gestos de desentendimiento, que lleva a quienes se encargan de recopilar las obras de los autores, a “rogar” para que se den prisa en enviar -como corresponde- su trabajo literario. Esto es lo que llamaría “paraguayismo literario de pena”.
DOS MARISCALES
He tenido la oportunidad de leer el importante ensayo de Beatriz Rodríguez Alcalá de González Oddone sobre los dos mariscales de nuestra patria. Es, a todas luces, ya conocido el perfil de ambos mariscales (los historiadores se encargaron de hacérnoslo saber). Sin embargo, colocar -como lo hizo la autora para facilitar la comparación- en rieles separados la vida de dos hombres que dirigieron las guerras del Paraguay, llama la atención, por la gran distancia de personalidad entre ambos.
El ensayo lleva por nombre “Dos Mariscales”. Uno, el de la Guerra Grande, que no puede ser considerado héroe, sino un militar de muchas ambiciones.
El otro, el de la guerra contra Bolivia, que en tres años de guerra, al contrario del Mariscal Francisco Solano López, no firmó una sola orden de fusilamiento y a quienes pretendían hacerlo, les decía: “¡Pobres muchachos, pasan tantas penurias y miserias que, posiblemente, yo a su edad y en sus circunstancias también hubiese sido desertor!” Pág. 146.
Este era el Mariscal Estigarribia. Y el Mariscal Francisco Solano López era éste: “Amaba los golpes de audacia, las acciones espectaculares, que a costa de muchas vidas, las más de las veces, sólo lograban pequeños triunfos -la captura de algunas piezas de artillería o una simple bandera enemiga-, que para nada incidían en el resultado final. Ejemplos de ello: el ataque a las fortificaciones de Tuyutí, el 3 de noviembre de 1867, y la batalla de Rubio Ñú, en que fueron inútilmente sacrificados cerca de tres mil niños, cuando tanto pudieron haber dado de sí, posteriormente, en la dura, tremenda etapa de la reconstrucción nacional”. Pág. 144.
Se lee en el libro lo siguiente: “Patriota hasta la médula, Estigarribia no buscó ventajas materiales en el ejercicio de sus altos cargos. Cuando la muerte lo sorprendió -¡él que al frente de su ejército había recuperado para el país la cuarta parte de su territorio!- no tenía un solo palmo de tierra propia: los pocos bienes de su familia pertenecían a su esposa”. Pág. 147.
LA POESIA
Jacobo Rauskin se destaca nítidamente con su poesía, que es una de las mejores del Paraguay. Tiene la gran tarea, el maestro Rauskin, de saber complementar el talento con la voluntad, y así lo muestra en un feliz poema suyo que se titula “EL refugio”. Luis María Martínez nos escribe palabras de sorprendente estilo en los versos que integran su poesía “Mucha España”.
La obra posee bastante musicalidad, color, y vida. Abelardo De Paula Gomes, con un conocimiento profundo de las cosas y los hombres, escribe sobre “Os Sertoes”, obra maestra de Euclides da Cunha, que se publicó en Brasil en 1902. Su función, en las muchas páginas que le llevó desarrollar su ensayo, es echar más luz sobre el libro de Euclides da Cunha, considerado un clásico de las ciencias sociales y de la literatura brasileña y también de Iberoamérica.
El cuento del poeta Rubén Bareiro Saguier pasa por un hilo conductor, que es la palabra misma, mansa, llena de nostalgia, con un convencimiento tal de su autor, que parece que es el cuento quien lleva al escritor al pueblo aquel, donde su madre, el cura párroco, un representante de la ley y la parentela, toman la decisión de unir en santo matrimonio a su tía Jesusa y su tío Emilio, quienes vivían en concubinato. ¡Qué buen cuento!.
Tiene sabor a recuerdos, a tierra adentro, a costumbres hoy ya olvidadas. Pero, a pesar de su dejo melancólico (que no es un error, ni mucho menos, en ninguna obra literaria), viene el desenlace feliz. Y las palabras, con qué conocimiento de lo que es un cuento, van poblando las páginas de este libro que ya lleva su premio con la obra de Rubén Bareiro Saguier.
Interesante es lo escrito por Emi Kasamatsu en su ensayo: “Recogiendo silencios, el lenguaje de las mujeres”. Ingresa en la palabra femenina.
Quiero acercarles un pensamiento de la ensayista Kasamatsu, a propósito del género literario: “La hegemonía masculina que venía imperando desde los comienzos de la creación del universo según el mito occidental-cristiano, así como la concepción androcéntrica entre casi todas las culturas, han mantenido por siglos la subordinación femenina. Sin embargo, Emi Kasamatsu confía en la pluma femenina.
Escribe de la siguiente manera en su ensayo: “El mundo de la mujer actual tiende a romper las barreras de esa dicotomía, y establece una cierta igualdad entre el género. Se puede decir que, cuanta más educación haya recibido, más disminuye la brecha de la desigualdad”.
Lita Pérez Cáceres no desperdicia inteligencia en su cuento: “El secreto de Sara Quinlan”.
Fernando Pistilli traza líneas dulces y admirativas al evocar al poeta José Luis Appleyard. William Baecker, el poeta de la melancolía, nos acerca “Poesías Humanas”, lo mismo que Augusto Casola cuando comienza una ponderación amorosa diciendo:
¡Amo tus ojos, resplandor de otoños!
Otoños
preñados
de luz y verano.
Destello de grises,
lozanía de flores
a la primavera.
En tus ojos veo fulgor de ternuras:
ternura que cedes
a los ojos míos
cuando quedo dices:
“yo también te quiero”.
Amo tus ojos, resplandor de otoños:
luces encendidas
que no tienen dueño.
Por eso, yo, a veces,
los tomo por míos.
¡Amo tus ojos resplandor de otoños!
En líneas generales, creo que el libro es bueno. Yo no garantizo su perdurabilidad en el tiempo. El verdadero y mejor lector, el tiempo, es el que decidirá por siempre su destino.
No puedo dejar de mencionar -en este espacio- el esfuerzo con que se hace este tipo de obras. Para las personas que pusieron su empeño, que fueron conscientes de su compromiso con una entidad que quiere mantenerse viva, el PEN del Paraguay, y para la comisión directiva que hizo posible un libro representativo de la sociedad en que vivimos, mi felicitación personal.