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La razón principal de mi indignación ante la utilización para ganancias privadas de documentos pertenecientes al Estado y pueblo del Paraguay radica en el hecho de que los editores de la Editorial Tiempo de Historia tuvieron la desfachatez de copiar textualmente, apenas corregida del material mecanografiado, la Colección José Doroteo Bareiro, que yo había donado a todos los paraguayos. Procedieron luego a publicarla los seis tomos sobre el Dr. José Gaspar de Francia en tres volúmenes de lujo, reservándose para sí todos los derechos de autor en desmedro de los intereses del Estado paraguayo. Por eso, solicitaré al Procurador General de la República, doctor José Enrique García, recupere para el Paraguay los derechos de autor de una obra que es parte del Archivo Nacional de Asunción. Richard Alan White*
Tal vez el personaje central en la continua saga de la Colección José Doroteo Bareiro sea el Big Manzana, como Martín Romano García, se identifica a sí mismo en la tarjeta de negocios que me entregara en la mañana del 8 de marzo, 2011, en mi hotel. Parecía que la reunión que yo mantuviera el día anterior con la responsable de los festejos del Bicentenario en el Paraguay, Margarita Morselli, había dado a este pirata literario de la Editorial Tiempo de Historia una falsa, y fugaz, esperanza de zafarse de la creciente amenaza de que yo sacaría a la luz pública su acto de corrupción.
Durante nuestra reunión de marzo 7, la Sra. Morselli expresó sorpresa de que yo no tuviera una copia de cortesía de los tres volúmenes de la colección de documentos detallando el gobierno del Dr. Francia. Como Secretaria Ejecutiva de la Comisión del Bicentenario, con fondos generosos de la Itaipú Binacional, ella me entregó el tercer volumen de la Colección Francia que tenía consigo y prometió hacerme llegar los dos primeros.
Sospecho que, sorprendida en su buena fe, ella le comunicó a Romano García, y tal vez a otros más, muchos de mis nada edificantes descubrimientos sobre este esquema de negocios contantes y sonantes que todos desconocían. Quizás la revelación más amenazadora fue el hecho de que yo poseía una copia duplicada de la Colección Bareiro del Archivo Nacional.
Pero fueron aún peores novedades para Tiempo de Historia y su anunciada intención de "dar a luz" (¿y también apropiarse de los derechos de autor?) el remanente de diez tomos de documentos concernientes al gobierno de Carlos Antonio López. Para su visible desazón, le informé que, a menos que yo reciba una explicación satisfactoria sobre esta apropiación indebida de documentos públicos y uso para ganancia privada, yo procedería inmediatamente a digitalizar la totalidad de los 16 tomos y ponerlos en la Internet, libre de costo, disponibles a cualquier académico o campesino con acceso al ciberespacio.
Temprano al día siguiente, la secretaria de Romano García llamó para tranquilizarme porque la Big Manzana en persona estaba en camino a entregarme los volúmenes que se me había prometido. Romano García, no obstante, llegó con las manos vacías. De todos modos, él me ofreció una entusiasmada justificación de los hechos, enfatizando que mi nombre ni fue mencionado en la Nota de los Editores. Por una lógica estrambótica, Romano García repetidamente sostuvo que ello debería calmar cualquier aflicción mía.
Aparentemente, él pensó que yo estaba molesto porque me sentía con el ego magullado por no haber sido citado junto con mi título académico formal en el primer volumen Francia. En el Prefacio con la firma de Carlos Pastore, este intenta minimizar y denigrar mis intenciones al donar la Colección Bareiro al Archivo Nacional. Ciertamente no usa mi título como sería costumbre en un artículo así. Pero inferir que yo causaría clamor porque fui citado como "investigador" y no como "el Dr. White" revela más la mezquindad de Big Manzana que algo relacionado a mi persona.
Sin embargo, tengo fuertes objeciones al ensayo de Pastore, por su intención engañosa, refrendada por los Editores, Andrea Tutte y Martín Romano García. Pastore escribió el artículo para inventar una falsedad y así crear una explicación nada plausible para justificar su ilegítima adquisición de una versión diferente e incompleta de la Colección Bareiro, "incorporada a mi colección documental" que, por décadas, él mantuvo escondida para su uso personal y exclusivo.
Como se ajustaba a sus propósitos, los editores de la Editorial Tiempo de Historia se apropiaron del treintenario ensayo de Pastore y a sabiendas republicaron esa fantasía en su primer volumen Dr. Francia. Como se afirma en la página XVII en nota al pie, el artículo de Pastore fue originalmente publicado en Historia Paraguaya, Vol. xviii, pp. 319-324, Asunción, 1981.
Así, la Editorial Tiempo de Historia específicamente se apropia de "Todos los derechos reservados". En otras palabras, compilaron y se embolsaron los derechos intelectuales de un juego de libros en varios volúmenes, basados en el material denominado Colección Doroteo Bareiro que yo había donado en 1976 al Archivo Nacional de Asunción. Para agregar sal a la herida, para evitar honrar cualquier derecho intelectual que yo pudiera poseer, el plan de los editores y comentadores de la obra incluyó publicar el ensayo confuso y ocultador del origen de la Colección, según Carlos Pastore.
De hecho y para explicar que la madrugaron, en nuestra reunión de marzo 7, luego de expresar su comprensión y pena por sentirme perturbado ante la apropiación indebida de los derechos intelectuales de la Colección Bareiro, la Sra. Morselli confesó: "Hoy en día, yo haría las cosas de manera diferente".
Pero todos estaban equivocados. Le expliqué a la Sra. Morselli que jamás ni se me hubiera ocurrido ser el usurpador que reclamara derechos intelectuales sobre la Colección Bareiro y que, además, yo tenía serias dudas de que existieran derechos intelectuales sobre la colección. En cualquier caso, como la obra de Bareiro había sido financiada por el Tesoro público paraguayo, cualquiera derechos intelectuales existentes debería pertenecer al pueblo paraguayo.
A menos que yo esté terriblemente equivocado, una preocupada Sra. Morselli transmitió esta nueva información de que yo no reclamaba derechos intelectuales sobre la Colección Bareiro, pero que yo sí tenía una copia duplicada de la mecanografiada sistematización de la misma y que, a menos que mis objeciones fuesen satisfactoriamente evacuadas, yo tenía la intención de poner cada una de las 5.000 páginas en la Internet a Big Manzana al día siguiente, luego de que yo recibiera la llamada de la secretaria de éste pero antes de que Romano García llegara hasta mi hotel.
Así como las novedades radicalmente modificaron el escenario, ellas tuvieron que resultar en una grata sorpresa para Big Manzana. Al no sentirse ya aterrorizado por el costo de una onerosa querella por plagio de derechos intelectuales que hubiera revelado su corrupta práctica, y en la creencia de que mi indignación se limitaba a poco más que un ego herido por la negligencia de referirse a mí sin usando mi título académico formal, durante nuestra conversación Romano García se centraba en el hecho de que mi nombre ni siquiera fue mencionado en la Nota de los Editores, como si eso le condonara de la culpa.
A pesar de todos los pesares, no creo que Romano García haya tenido la mínima intención de entregar los dos volúmenes prometidos por Morselli. En su Nota de los Editores, Tutte y Romano no dejan dudas de que sin el material mecanografiado conocido como la Colección Bareiro, que yo había donado al Archivo Nacional de Asunción, la serie Ediciones del Bicentenario que incluye no solo los 3 volúmenes sobre Francia, sino también los adicionales 5 volúmenes de la Colección Carlos Antonio López todavía en preparación la publicación de lujo de la Colección Francia no hubiera sido posible.
En sus propias palabras, página XXI: "Para ello [la compilación de los 3 volúmenes] se utilizó como base la versión [de la Colección Doroteo Bareiro] mecanografiada disponible en el Archivo Nacional de Asunción, que guarda importantes diferencias en materia de cantidad, ordenamiento y referencias de ubicación de los documentos con la que se conserva en la Academia Paraguaya de la Historia (ver Prefacio). Estas son, hasta donde sabemos, las dos únicas versiones que existen hoy en Paraguay".
La historia de la Colección Doroteo Bareiro es bastante turbia. El paciente y patriótico trabajo de don José Doroteo terminó, primero, siendo secuestrado por dos funcionarios públicos desleales como Carlos Pastore y Natalicio González que vieron en ese trabajo una buena fuente de lucimiento académico personal a expensas de los demás investigadores y de los legítimos dueños: el pueblo paraguayo. Pastore y González se aprovecharon del esfuerzo de Bareiro, lo sistematizaron y lo sacaron del Archivo en un claro caso de abuso de sus cargos públicos.
Por una ironía del destino, me cupo en suerte descubrir la voluminosa colección en los Estados Unidos hace ya 35 años. De mi propio pecunio, pagué las fotocopias de los 16 tomos, que contenían 5.000 páginas mecanografiadas en tamaño oficio, y con la ayuda financiera del Dr. Domingo Laino, mandé las dos cajas pesadas al Paraguay. Eran la minuciosa transcripción de miles y miles de documentos manuscritos resultado final de una labor de más de 20 años de un equipo dirigido por uno de los mayores archivistas y paleógrafos del mundo, don José Doroteo Bareiro. Yo doné la colección en la convicción de que sus verdaderos dueños eran el pueblo paraguayo y la comunidad de estudiosos de todo el mundo. Es un patrimonio de esta patria paraguaya.
Pero lo peor de todo, al final de cuentas, fue el convertirme en testigo de cómo un esfuerzo desinteresado por devolver al Paraguay lo que legítimamente le pertenece, pudo llegar a metamorfosearse en un vulgar negociado de unos aventureros rioplatenses con sus escuderos paraguayos, quienes se aprovecharon de los fastos del Bicentenario de la Independencia para embolsarse una cuantiosa cantidad de dinero. Por eso, en la primera oportunidad después de hablar con la Big Manzana, aunque tenía que estar al pie del avión, no dudé en hacer la denuncia de este esquema de codicia y mala fe.
La Editorial Tiempo de Historia publicó los tomos relativos al Dr. Francia en tres volúmenes de lujo, aprovechando el trabajo ajeno en la forma de una amplia edición e indexación de los documentos sobre el Dictador. En Asunción, cada volumen se vende por más de US$ 65, o alrededor de US$ 200 para el conjunto completo. Por supuesto, los que no viven en el Paraguay tienen que pagar los elevados gastos de envío cada volumen pesa más de dos kilos o comprarlos en una librería de Internet, como Amazon.com, a un costo de US$ 170 por cada volumen.
Con su Colección Francia, la Editorial ha hecho un gran negocio, especialmente si se considera que como se afirma en su conferencia de prensa de 4 de octubre de 2010 Carmen Brackenbridge "dio impuso inicial con el apoyo y financiación de la copia en computadora del trabajo de Bareiro", y que el dinero que les donó la Comisión Bicentenario del gobierno "ha dado la posibilidad de que estos libros sean publicados". En esta misma conferencia de prensa uno de los historiadores de la Editorial Tiempo de Historia, Guido Rodríguez Alcalá, personificó la descarada falsedad de estas personas, cuando dijo que "estos documentos solo estaban disponibles para los investigadores, ahora también lo estarán para todo el público". Eso es precisamente lo contrario de la realidad. Siempre estuvieron disponibles.
Durante treinta y cinco años, desde el día en que se lo donó al Archivo, la Colección José Doroteo Bareiro ha estado gratuitamente accesible al público. Por otra parte afirmar, que con la publicación de su Colección Francia, que estos documentos "estarán [disponibles] para todo el público", es un insulto a toda persona que busca conocer la verdad de la historia única del Paraguay, pero no puede permitirse el lujo de gastar US$ 200 por tres libros.
Me da profunda tristeza que una iniciativa que tanto orgullo nos diera a todos los involucrados se cubriera ahora de una pegajosa y ruin lámina de bazofia mercantilista.
*Autor de La Primera Revolución Popular en América: Paraguay 1810-1840.
Tal vez el personaje central en la continua saga de la Colección José Doroteo Bareiro sea el Big Manzana, como Martín Romano García, se identifica a sí mismo en la tarjeta de negocios que me entregara en la mañana del 8 de marzo, 2011, en mi hotel. Parecía que la reunión que yo mantuviera el día anterior con la responsable de los festejos del Bicentenario en el Paraguay, Margarita Morselli, había dado a este pirata literario de la Editorial Tiempo de Historia una falsa, y fugaz, esperanza de zafarse de la creciente amenaza de que yo sacaría a la luz pública su acto de corrupción.
Durante nuestra reunión de marzo 7, la Sra. Morselli expresó sorpresa de que yo no tuviera una copia de cortesía de los tres volúmenes de la colección de documentos detallando el gobierno del Dr. Francia. Como Secretaria Ejecutiva de la Comisión del Bicentenario, con fondos generosos de la Itaipú Binacional, ella me entregó el tercer volumen de la Colección Francia que tenía consigo y prometió hacerme llegar los dos primeros.
Sospecho que, sorprendida en su buena fe, ella le comunicó a Romano García, y tal vez a otros más, muchos de mis nada edificantes descubrimientos sobre este esquema de negocios contantes y sonantes que todos desconocían. Quizás la revelación más amenazadora fue el hecho de que yo poseía una copia duplicada de la Colección Bareiro del Archivo Nacional.
Pero fueron aún peores novedades para Tiempo de Historia y su anunciada intención de "dar a luz" (¿y también apropiarse de los derechos de autor?) el remanente de diez tomos de documentos concernientes al gobierno de Carlos Antonio López. Para su visible desazón, le informé que, a menos que yo reciba una explicación satisfactoria sobre esta apropiación indebida de documentos públicos y uso para ganancia privada, yo procedería inmediatamente a digitalizar la totalidad de los 16 tomos y ponerlos en la Internet, libre de costo, disponibles a cualquier académico o campesino con acceso al ciberespacio.
Temprano al día siguiente, la secretaria de Romano García llamó para tranquilizarme porque la Big Manzana en persona estaba en camino a entregarme los volúmenes que se me había prometido. Romano García, no obstante, llegó con las manos vacías. De todos modos, él me ofreció una entusiasmada justificación de los hechos, enfatizando que mi nombre ni fue mencionado en la Nota de los Editores. Por una lógica estrambótica, Romano García repetidamente sostuvo que ello debería calmar cualquier aflicción mía.
Aparentemente, él pensó que yo estaba molesto porque me sentía con el ego magullado por no haber sido citado junto con mi título académico formal en el primer volumen Francia. En el Prefacio con la firma de Carlos Pastore, este intenta minimizar y denigrar mis intenciones al donar la Colección Bareiro al Archivo Nacional. Ciertamente no usa mi título como sería costumbre en un artículo así. Pero inferir que yo causaría clamor porque fui citado como "investigador" y no como "el Dr. White" revela más la mezquindad de Big Manzana que algo relacionado a mi persona.
Sin embargo, tengo fuertes objeciones al ensayo de Pastore, por su intención engañosa, refrendada por los Editores, Andrea Tutte y Martín Romano García. Pastore escribió el artículo para inventar una falsedad y así crear una explicación nada plausible para justificar su ilegítima adquisición de una versión diferente e incompleta de la Colección Bareiro, "incorporada a mi colección documental" que, por décadas, él mantuvo escondida para su uso personal y exclusivo.
Como se ajustaba a sus propósitos, los editores de la Editorial Tiempo de Historia se apropiaron del treintenario ensayo de Pastore y a sabiendas republicaron esa fantasía en su primer volumen Dr. Francia. Como se afirma en la página XVII en nota al pie, el artículo de Pastore fue originalmente publicado en Historia Paraguaya, Vol. xviii, pp. 319-324, Asunción, 1981.
Así, la Editorial Tiempo de Historia específicamente se apropia de "Todos los derechos reservados". En otras palabras, compilaron y se embolsaron los derechos intelectuales de un juego de libros en varios volúmenes, basados en el material denominado Colección Doroteo Bareiro que yo había donado en 1976 al Archivo Nacional de Asunción. Para agregar sal a la herida, para evitar honrar cualquier derecho intelectual que yo pudiera poseer, el plan de los editores y comentadores de la obra incluyó publicar el ensayo confuso y ocultador del origen de la Colección, según Carlos Pastore.
De hecho y para explicar que la madrugaron, en nuestra reunión de marzo 7, luego de expresar su comprensión y pena por sentirme perturbado ante la apropiación indebida de los derechos intelectuales de la Colección Bareiro, la Sra. Morselli confesó: "Hoy en día, yo haría las cosas de manera diferente".
Pero todos estaban equivocados. Le expliqué a la Sra. Morselli que jamás ni se me hubiera ocurrido ser el usurpador que reclamara derechos intelectuales sobre la Colección Bareiro y que, además, yo tenía serias dudas de que existieran derechos intelectuales sobre la colección. En cualquier caso, como la obra de Bareiro había sido financiada por el Tesoro público paraguayo, cualquiera derechos intelectuales existentes debería pertenecer al pueblo paraguayo.
A menos que yo esté terriblemente equivocado, una preocupada Sra. Morselli transmitió esta nueva información de que yo no reclamaba derechos intelectuales sobre la Colección Bareiro, pero que yo sí tenía una copia duplicada de la mecanografiada sistematización de la misma y que, a menos que mis objeciones fuesen satisfactoriamente evacuadas, yo tenía la intención de poner cada una de las 5.000 páginas en la Internet a Big Manzana al día siguiente, luego de que yo recibiera la llamada de la secretaria de éste pero antes de que Romano García llegara hasta mi hotel.
Así como las novedades radicalmente modificaron el escenario, ellas tuvieron que resultar en una grata sorpresa para Big Manzana. Al no sentirse ya aterrorizado por el costo de una onerosa querella por plagio de derechos intelectuales que hubiera revelado su corrupta práctica, y en la creencia de que mi indignación se limitaba a poco más que un ego herido por la negligencia de referirse a mí sin usando mi título académico formal, durante nuestra conversación Romano García se centraba en el hecho de que mi nombre ni siquiera fue mencionado en la Nota de los Editores, como si eso le condonara de la culpa.
A pesar de todos los pesares, no creo que Romano García haya tenido la mínima intención de entregar los dos volúmenes prometidos por Morselli. En su Nota de los Editores, Tutte y Romano no dejan dudas de que sin el material mecanografiado conocido como la Colección Bareiro, que yo había donado al Archivo Nacional de Asunción, la serie Ediciones del Bicentenario que incluye no solo los 3 volúmenes sobre Francia, sino también los adicionales 5 volúmenes de la Colección Carlos Antonio López todavía en preparación la publicación de lujo de la Colección Francia no hubiera sido posible.
En sus propias palabras, página XXI: "Para ello [la compilación de los 3 volúmenes] se utilizó como base la versión [de la Colección Doroteo Bareiro] mecanografiada disponible en el Archivo Nacional de Asunción, que guarda importantes diferencias en materia de cantidad, ordenamiento y referencias de ubicación de los documentos con la que se conserva en la Academia Paraguaya de la Historia (ver Prefacio). Estas son, hasta donde sabemos, las dos únicas versiones que existen hoy en Paraguay".
La historia de la Colección Doroteo Bareiro es bastante turbia. El paciente y patriótico trabajo de don José Doroteo terminó, primero, siendo secuestrado por dos funcionarios públicos desleales como Carlos Pastore y Natalicio González que vieron en ese trabajo una buena fuente de lucimiento académico personal a expensas de los demás investigadores y de los legítimos dueños: el pueblo paraguayo. Pastore y González se aprovecharon del esfuerzo de Bareiro, lo sistematizaron y lo sacaron del Archivo en un claro caso de abuso de sus cargos públicos.
Por una ironía del destino, me cupo en suerte descubrir la voluminosa colección en los Estados Unidos hace ya 35 años. De mi propio pecunio, pagué las fotocopias de los 16 tomos, que contenían 5.000 páginas mecanografiadas en tamaño oficio, y con la ayuda financiera del Dr. Domingo Laino, mandé las dos cajas pesadas al Paraguay. Eran la minuciosa transcripción de miles y miles de documentos manuscritos resultado final de una labor de más de 20 años de un equipo dirigido por uno de los mayores archivistas y paleógrafos del mundo, don José Doroteo Bareiro. Yo doné la colección en la convicción de que sus verdaderos dueños eran el pueblo paraguayo y la comunidad de estudiosos de todo el mundo. Es un patrimonio de esta patria paraguaya.
Pero lo peor de todo, al final de cuentas, fue el convertirme en testigo de cómo un esfuerzo desinteresado por devolver al Paraguay lo que legítimamente le pertenece, pudo llegar a metamorfosearse en un vulgar negociado de unos aventureros rioplatenses con sus escuderos paraguayos, quienes se aprovecharon de los fastos del Bicentenario de la Independencia para embolsarse una cuantiosa cantidad de dinero. Por eso, en la primera oportunidad después de hablar con la Big Manzana, aunque tenía que estar al pie del avión, no dudé en hacer la denuncia de este esquema de codicia y mala fe.
La Editorial Tiempo de Historia publicó los tomos relativos al Dr. Francia en tres volúmenes de lujo, aprovechando el trabajo ajeno en la forma de una amplia edición e indexación de los documentos sobre el Dictador. En Asunción, cada volumen se vende por más de US$ 65, o alrededor de US$ 200 para el conjunto completo. Por supuesto, los que no viven en el Paraguay tienen que pagar los elevados gastos de envío cada volumen pesa más de dos kilos o comprarlos en una librería de Internet, como Amazon.com, a un costo de US$ 170 por cada volumen.
Con su Colección Francia, la Editorial ha hecho un gran negocio, especialmente si se considera que como se afirma en su conferencia de prensa de 4 de octubre de 2010 Carmen Brackenbridge "dio impuso inicial con el apoyo y financiación de la copia en computadora del trabajo de Bareiro", y que el dinero que les donó la Comisión Bicentenario del gobierno "ha dado la posibilidad de que estos libros sean publicados". En esta misma conferencia de prensa uno de los historiadores de la Editorial Tiempo de Historia, Guido Rodríguez Alcalá, personificó la descarada falsedad de estas personas, cuando dijo que "estos documentos solo estaban disponibles para los investigadores, ahora también lo estarán para todo el público". Eso es precisamente lo contrario de la realidad. Siempre estuvieron disponibles.
Durante treinta y cinco años, desde el día en que se lo donó al Archivo, la Colección José Doroteo Bareiro ha estado gratuitamente accesible al público. Por otra parte afirmar, que con la publicación de su Colección Francia, que estos documentos "estarán [disponibles] para todo el público", es un insulto a toda persona que busca conocer la verdad de la historia única del Paraguay, pero no puede permitirse el lujo de gastar US$ 200 por tres libros.
Me da profunda tristeza que una iniciativa que tanto orgullo nos diera a todos los involucrados se cubriera ahora de una pegajosa y ruin lámina de bazofia mercantilista.
*Autor de La Primera Revolución Popular en América: Paraguay 1810-1840.