Una extraña mujer

Esta semana se han cumplido diez años del fallecimiento de la artista, pedagoga y docente paraguaya Olga Blinder (Asunción, 21 de diciembre de 1921-19 de julio de 2008). Hoy la recuerdan dos colaboradores y amigos suyos.

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«Cuando se da la oportunidad para el desarrollo de la creatividad, es mayor la posibilidad de integrar la acción educativa y así poder alcanzar el desarrollo integral y armónico de la personalidad que es, justamente, el fin de la educación» Olga Blinder

Olga Blinder fue una extraña mujer. Una ciudadana burguesa, como ella misma se describía, pero con la mirada dirigida a la masa, al pueblo sufrido, y sobre todo a la mujer paraguaya. De ella hablan sus grabados, sus pinturas, sus dibujos, sus murales. Sostenía que la sociedad –hombres, mujeres, jóvenes, ancianos y niños– jamás llegaría a la cima sin educación.

La importancia de Olga para el arte paraguayo no solo se debe a su propia producción sino también a su papel en la renovación y el ingreso en la modernidad de la escena artística local y a su labor educativa. Pintora, dibujante, grabadora y educadora, estudió ingeniería en una época en la cual las mujeres no seguían esa carrera y se licenció en pedagogía por la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional. Pronto se especializó en la conexión entre pedagogía y arte. Comenzó a exponer sus obras en 1951 y lo siguió haciendo en numerosas muestras colectivas e individuales. Entre 1948 y 1950 estudió pintura con Ofelia Echagüe Vera en el Ateneo Paraguayo y con João Rossi en la Asociación Cristiana de Jóvenes, luego aprendió xilografía con Livio Abramo en 1956, y en 1963 fue becada para estudiar litografía en la Fundación Armando Álvarez Penteado de Saõ Paulo, Brasil.

Junto con Josefina Plá, Lilí del Mónico y José Laterza Parodi fundó en 1954 el Grupo Arte Nuevo, que renovó el panorama artístico paraguayo y que organizó ese año la Primera Semana de Arte Moderno Paraguayo, realizada en las vidrieras de la calle Palma, del centro de Asunción, para desconcierto de los transeúntes. Con Augusto Rodríguez fundó en 1959 la Escolinha de Arte de Asunción, dependiente de la Misión Cultural Brasileña, y la dirigió hasta 1976. Fue también directora del Instituto de Arte (IdeA). En 1976 creó el Taller de Expresión Infantil (Tei), al que le siguieron el Instituto para el Desarrollo Armónico de la Personalidad (IDAP) y el Instituto Superior de Arte (ISA), con el que se propuso, y logró, crear carreras de nivel universitario centradas en la formación en las artes visuales.

Entre 1956 y 1959 realizó tres pinturas murales: en el Colegio Nacional de Varones, en el Colegio Nacional de Niñas y en la sede social del Club Sol de América de Asunción. Entre sus numerosos libros queremos destacar Comentarios 1956-1985. Pintura, dibujo, fotografía, grabado, Arte actual en el Paraguay 1900-1980, escrito en colaboración con Josefina Plá y Ticio Escobar, Inteligencia, juegos y TV, en colaboración con el pedagogo cordobés radicado en Paraguay Jesús Montero Tirado, y En la frontera de un arte nuevo guaraní (1987-1988), en colaboración con el antropólogo Bartomeu Meliá.

Dos de sus obras, seleccionadas por el Año Internacional de la Familia, fueron reproducidas en estampillas nacionales, y recibió numerosos galardones y reconocimientos, tales como la Medalla de Oro de la Segunda Bienal de Córdoba, Argentina, en 1964, la mención en la Segunda Bienal Internacional de Pintura en Cuenca, Ecuador, en 1991, y el premio «Afiches sobre Derechos Humanos» otorgado por Naciones Unidas en 1992, año en el que también fue nombrada miembro del Consejo de Reforma Educativa. Ganó el Premio Gonzalo Mancuello a la revelación sudamericana de arte en 1956, fue galardonada con la Orden de Caballero de Río Branco, condecoración del Gobierno brasileño, en 1974, recibió en 1980 una mención honorífica de la Liga de los Derechos de la Mujer, recibió en 1992 el Premio de Integración Regional otorgado por las Comisiones Culturales y Provinciales de la República Argentina, recibió el nombramiento de Maestra del Arte por el Centro Cultural de la República «El Cabildo» en 2005 y el título de Doctora Honoris Causa por la Universidad Nacional de Asunción en 2006 y fue condecorada con la Orden Nacional al Mérito en el grado de Gran Cruz.

Olga Blinder fue una de las grandes promotoras del arte en nuestro medio, no solamente a través de su propia y prolífica práctica creativa, sino a través de la docencia, a la que se dedicó durante largas y fructíferas décadas, así como a través de la concepción, creación y dirección de importantes proyectos educativos que siguen dando frutos. El manifiesto fundacional del arte moderno paraguayo, firmado por Josefina Plá y por Joáo Rossi, se encuentra en el catálogo de la primera muestra individual de Olga Blinder, realizada en el Centro Cultural Paraguayo-Americano de Asunción en septiembre de 1952. Hasta siempre, Olga Blinder. Usted seguirá siendo nuestro norte. La historia, la vejez y la memoria son los mejores jueces. En la mente, el cuerpo y el espíritu de todos los que en estos veintidós años pasamos por su casa, el ISA, siempre resplandecerá la mayéutica que nació del parto que tuvimos en las aulas.

Diez años sin Olga

William Paats M.

Sabemos que en esta vida todo se transforma y pasa. Sin embargo, algunas personas, por más que se hayan ido, siguen presentes a través de sus obras, sus escritos, sus dichos y hechos. Olga Blinder es una de esas personas; cada día que pasa su obra está más vigente y más presente, sobre todo para los que llegamos a tratarla y conocerla.

Olga soñó con alcanzar la sistematización de la formación artística desde el nivel inicial hasta la universidad. Apostó su energía y su vida a ese sueño, se jugó por él, poniendo en el empeño todos sus conocimientos, y le dedicó toda su existencia.

Y ese sueño, esa fantasía, creció. Y ya no es solo una fantasía, un nombre: tiene cuerpo. A diez años de la partida de Olga, nos sentimos orgullosos del producto formado en ese laboratorio llamado Tei, llamado IdeA, llamado ISA. Quizá muchas cosas no se han logrado, aunque no ha sido por falta de las herramientas adecuadas para lograrlas, sino a causa de un sistema que absorbe y mata toda capacidad de soñar.

Y aún así, dan fe de lo conseguido los aproximadamente tres mil niños que pasaron por las aulas del Tei, o los ciento diez licenciados en Artes Visuales, o los treinta licenciados en Indumentaria Escénica y Urbana que acudieron y que siguen acudiendo al llamado de la pasión que inspira su talento e impulsa sus deseos de crear.

Aquellos que convivimos con los pequeños detalles cotidianos de la vida de Olga sentimos diariamente su ausente-presencia, aunque hayan pasado diez años de su transformación. Ya no quedará materia física quizás, pero lo que sembró en nosotros y en muchos otros seguirá latente hasta el final de nuestros días. Lo que brotó en nuestros corazones es imborrable. El arte no es solo un producto de la imaginación, es vida, es pasión. Gracias, Olga.

amalia@ruizdiaz.org

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