Una conversación

Conrado Zuluaga, el conocido escritor y estudioso de la obra del novelista Gabriel García Márquez (Aracataca, 6 de marzo de 1927 - México DF, 17 de abril del 2014), estuvo, este mes de mayo, de visita en nuestro país, al llegar al cual empezó por compartir una charla en el Centro Cultural de la República «El Cabildo» para cerrar sus breves pero interesantes actividades impartiendo en la Universidad del Norte una importante conferencia magistral acerca de la vida y la obra del «cronista de Macondo». Hoy, domingo 17 de abril del 2015, día en que se cumplen exactamente un año y un mes de la partida de «Gabo», y en ocasión de este primer aniversario del fallecimiento del Nobel de Literatura colombiano, la siguiente conversación con su eterno e insaciable lector, Conrado Zuluaga, lo recuerda gratamente.

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«La redención por la memoria»

Lo encontramos poco antes de empezar una de sus recientes actividades en nuestra ciudad, charlando con varios otros escritores, y lo interrumpimos por unos cuantos minutos para poder conversar con él acerca de sus muchos años de lectura de la obra de su compatriota Gabriel García Márquez. Con una sonrisa casi permanente, Conrado Zuluaga se dispuso a sostener, amablemente, una pequeña conversación en la cual la lectura y la relectura fueron temas importantes, mas no los únicos.

¿Se considera uno de los mayores estudiosos de la obra de García Márquez?

–La verdad que yo soy un lector, un lector que lo leo todos los años y lo leo cada año como si fuera la primera vez. Me fascina.

O sea, hablamos de relecturas, por ejemplo, de Cien años de soledad…

–Así es, Cien años de Soledad es un libro que yo todos los años lo abro y lo leo en algunas partes como algunas personas leen la Biblia o cualquier otro.

Entonces, ¿no lleva contadas las relecturas?

–Noooo…. Además, a veces lo leo buscando cosas concretas. Por ejemplo, un día descubrí que a él le interesaba mucho el olor, y para él el olor no solamente da la temperatura, según dice en alguna parte. Entonces, compro una edición limpia y leo solamente buscando el olor. Hago cosas así, un poco locas, un poco maniáticas.

¿Cuál es su consideración particular sobre ese dicho de que Conrado Zuluaga es la persona que más ha estudiado a García Márquez?

–Él dijo alguna vez que yo sabía más de él que él mismo, y eso pues es una frase muy bonita y muy amable, pero no es cierta. Uno jamás puede saber más de una persona que ella misma.

¿Qué es lo que viene a compartir en esta ocasión?

–Vengo a hablar de algo que todos sabemos pero de lo que a veces no nos percatamos, y es la redención por la memoria. Lo que nos pone a salvo o nos redime, o tal vez no nos pone a salvo, pero nos redime de nuestro pasar por el mundo, es la memoria, y la memoria literaria en este caso.

«La novela histórica es un insulto a la novela y a la ficción»

¿Ha tenido polémicas con otros estudiosos de la obra de García Márquez?

–Sí, a veces he entrado en polémicas porque, por ejemplo, los historiadores protestaron con una novela como El general en su laberinto porque había un puente de hierro en Colombia en 1820 y en 1820 no podía haber un puente de hierro en Colombia. Y entonces entramos en polémicas, pues es que no se puede confundir la historia con la ficción.

Serían licencias, ¿verdad?

–Si yo pongo un puente y hago que la narración sea creíble para el lector, eso es válido. No me pueden decir: «Es que es una novela histórica», no, no. La novela histórica no existe. La novela histórica es un insulto a la novela y a la ficción. De modo, entonces, que, si yo estoy haciendo una novela, es ficción. Yo pongo un puente. Mi problema es que el lector me crea que ese puente está ahí.

Sobre la relectura, ¿es importante recaer en esos autores u obras que nos gustan?

–Sí, porque esas obras siempre nos dicen algo nuevo. Por eso son clásicos. Si un clásico te habla solamente una vez y no te dice nada más, ¿para qué vuelves a leer a Shakespeare? O, al revés: ¿Por qué insistes en leer a Shakespeare? Siempre te dice algo nuevo, porque el libro cambia y tú también. Una cosa es leer Shakespeare a los dieciocho años y otra leerlo a los treinta, ¿no?

«Si un libro no le gusta, ciérrelo: hay otro libro esperándolo»

¿Cuántas horas por día cree usted que lee?

–No. No leo por día. Leo más o menos un promedio de veinticinco a treinta libros al año.

¿Cuál es su recomendación para un lector o para alguien que se inicia como lector?

–Si un libro no le gusta, ciérrelo, que hay otro libro esperándolo. Suponga que es capaz de leer un libro semanal; entonces en un año leerá cincuenta libros, y en cincuenta años, dos mil quinientos, que no es nada; los clásicos son más.

¿Cada vez será más difícil leer todo?

–No: es que no se puede leer todo hace muchísimos años, hace muchísimos siglos.

«Un hombre culto es el que puede establecer asociaciones»

¿Y qué opina de la literatura de moda, o sea, la que se hace para vender?

–Es que una cosa es la literatura como negocio y otra la literatura como expresión artística o actividad creativa de la humanidad. Son cosas distintas. Es como decía Joaquín Sabina: «Todos los libros son de autoayuda porque nos ayudan a conocernos, a entretenernos, cierto; menos los libros de autoayuda, que no sirven para nada».

¿Se podría decir que ya no existe un parámetro para decir que una persona es culta y otra no según lo que haya leído o dejado de leer?

–Es que a uno no lo vuelve culto la lectura. ¿Qué es la cultura? ¿Qué es un hombre culto? Un hombre culto es alguien capaz de establecer asociaciones entre las cosas. La literatura y la lectura ayudan, pero no necesariamente son la base.

monica.laneri@gmail.com

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