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Este estudio, SERCE, se realizó en 16 países, entre ellos el Paraguay. La muestra fue de alrededor de 200 mil estudiantes distribuidos en 8500 aulas de 3000 escuelas. Evaluó el aprendizaje en Matemática, Lectura y Ciencias de la Naturaleza. Uno de sus hallazgos señala que el clima escolar es la variable más importante dentro del contexto escolar para explicar el rendimiento académico de los estudiantes, inclusive por encima de los recursos materiales y personales. Cuando una escuela mejora el clima escolar, el rendimiento académico de sus alumnos aumenta de manera significativa. El clima escolar se refiere a la percepción que los integrantes de la institución educativa tienen sobre las relaciones interpersonales dentro del ambiente escolar. Este hallazgo nos indica que el generar relaciones humanas armoniosas y positivas en las escuelas es una de las claves para promover el aprendizaje entre los estudiantes.
Para crear un ambiente de respeto, positivo y acogedor, es necesario que los alumnos aprendan a vivir con otros (con-vivir) en la escuela. El convivir se aprende y se practica. Son los adultos los responsables en ayudar a los alumnos a desarrollar la capacidad de convivir en el ámbito escolar, a través de su propio ejemplo y de las experiencias que proveen. Aprender a convivir implica: conocer mejor a los demás, apropiarse de las normas, desarrollar la capacidad de cooperar, solucionar conflictos, respetar a los demás y sus diferencias, manejar emociones fuertes de maneras apropiadas, y desarrollar actitudes positivas hacia los demás y su entorno. El clima escolar es el producto y fruto del aprender a convivir.
Los maestros exitosos en crear ambientes de convivencia propicios para el aprendizaje modelan con el ejemplo lo que significa respetar y apreciar. Existe una serie de características comunes entre estos maestros exitosos, tales como: imparten su trabajo con alegría y entusiasmo; son claros en sus expectativas y límites; enfocan su atención en lo positivo, y narran lo positivo que sucede en vez de enfocar y criticar en lo negativo; son amistosos y firmes a la vez, dan confianza a sus alumnos para arriesgarse y saber que los errores son parte normal del proceso de aprender; reconocen y verbalizan los esfuerzos y logros que observan; y responden a cada conflicto y conducta equivocada como una oportunidad para enseñar y guiar a sus alumnos a adquirir nuevas habilidades sociales.
Ahora bien, ¿cuál es la buena noticia?
Crear un ambiente propicio para el aprendizaje no depende de recursos externos ni de inversiones costosas en materiales e infraestructura. Depende de recursos humanos, directores y maestros, con una visón clara de lo que implica un ambiente escolar positivo en el que los alumnos se sientan respetados y valorados. Requiere de directores y maestros con intención y conocimientos de las actitudes, acciones y estrategias que promueven un ambiente propicio para el aprendizaje. La posibilidad de crear cambios en nuestras instituciones educativas está en nuestras manos. Tengamos la certeza de que nuestros esfuerzos y acciones por mejorar el clima escolar reabundarán, a su vez, de maneras significativas en elevar el rendimiento académico de nuestros alumnos.
Unesco, (2011). Informe Regional de Educación para América Latina y el Caribe. Santiago,
Chile.
Yvette Carter Galland, magister en Educación y autora del libro “Educando con éxito: Estrategias para crear un ambiente de respeto, aprecio y eficiencia”.