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De nacionalidad francesa, nació el 7 de enero de 1892 y llegó al Paraguay en el año 1918, formando parte del plantel de los señores sacerdotes del Colegio de San José, pertenecientes a la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram, quien dijo haber quedado "embrujado por aquel Paraguay, todavía aldeano pero tan entrañable a mis afectos". Sentimientos estos que le impulsaron a aprender y hablar correctamente el idioma guaraní y a obtener la ciudadanía paraguaya.
Pocas veces alguien dio un aporte tan importante a la sociedad paraguaya como el citado maestro de juventudes. Estamos hablando del himno denominado PATRIA QUERIDA, que desde el año 1923 hasta la fecha, se convirtió en el 2º himno patriótico nacional, adoptado por la sociedad paraguaya toda como medio de expresión cuando en el pasado el Paraguay y sus hijos sintieron que la soberanía y los derechos de su patria eran avasallados. Y así escribía, refiriéndose a nuestros héroes de la Guerra del Chaco: " Los que sobrevivimos a las horas trágicas de una guerra larga y cruenta nos hemos reunido en un haz de corazones doloridos por cierto, pero orgullosos, en torno a la memoria de los hermanos que no volvieron del campo de honor y de justicia y cuyas tumbas simboliza este túmulo cobijado amorosamente por la BANDERA DE LA PATRIA PARAGUAYA. Y dentro de un momento vais a bendecir con el rocío y el incienso de vuestras oraciones su recuerdo ahí sepultado, mientras nosotros los familiares, compañeros y profesores seremos testigos de que más allá de la muerte estalla la resurrección de la gloria en quienes supieron inmolarse en aras de un ideal sagrado. He aquí en este Colegio de San José, donde residen los tres grandes amores: Dios, la patria, la familia, confundidos en uno solo que constituye el alma grande y bella de la cual me permito afirmar que es el alma de la heroica nación paraguaya. Escuchad su palpitación, acordad vuestra simpatía a su ritmo, y cuando volváis a vuestra lejana tierra, decir podréis que en el corazón de América hay un pueblo, pequeño muy ignorado tal vez como que pesa muy poco en la balanza donde sé cotizan los ídolos materiales pero un pueblo magnánimo, un pueblo para quien las augustas palabras de justicia, de honor, de abnegación, de martirio informan la conducta internacional; un pueblo que habiendo recibido la vocación del sacrificio se yergue siempre con la mirada fija en su calvario de mañana; un pueblo, en fin, que ha dado al mundo, no lecciones, porque no tiene pretensiones vanas y ruines pero sí ejemplos inauditos de hazañas que difícilmente se encontrarían no ya en la historia, sino en las mismas leyendas fementidas de la imaginación antigua. Bien sé que vuestros restos mortales yacen allá perdidos y confundidos con la tierra reconquistada. Bien sé que vuestra sangre se derramó y esparció toda, que vuestros miembros destrozados por la metralla volvieron a esa nada informe que ni siquiera tiene nombre. Bien sé que se han cumplido en vuestros huesos todas las leyes de la química destructora, y que para muchos ni se sabe dónde clavar la tosca cruz de madera estolada que fije vuestro jalón de la victoria Pero sé y aquí está el secreto de vuestra sublime grandeza; sé por qué y cómo habéis muerto. Sé el significado de vuestra caída. Y sé que responde el acento con que contabais vuestra marcha hacia el sacrificio; y es el caso de repetir: ¡Oh muerte!, ¿dónde está tu victoria? Porque los has tumbado en aquel cañadón, en aquella trinchera, en aquel montecillo, no te jactes, oh muerte. Triunfarías, sí, de haber sido contra su voluntad y definitivo tu triunfo. Pero, si lo piensas así, oh muerte, te engañas. Porque ellos conocían tu acecho y lo aceptaban. No porque fuesen temerarios, sino porque se lo pedía la PATRIA para que la BANDERA continuara su vuelo adelante hasta los confines de la herencia nacional. Ellos creían en el valor de su sacrificio, y el sacrificio no parece, porque por esencia y definición es divino. Cayeron, es cierto, pero para remontarse más alto, hasta Dios. Y así como la misma muerte canta la grandeza inmortal de sus víctimas". La Guerra del Chaco fue para D. Marcelino Noutz la trágica jornada de sufrir como si fuera suya toda la pena de los valientes. Un gesto de la Guerra del Chaco refleja una relación personal del citado sacerdote con sus "hijos". Decía a D. Benigno Riquelme García, insigne historiador y periodista, que lo relata con su estilo, en la edición del diario La Tribuna del 7 de abril de 1965: "No sabe Ud. lo que significa llegar a un hogar donde uno se había hecho visitante consuetudinario de reprimendas profesoriles y que de pronto mil veces maldita hora, tenga uno que llegar, en ofrenda de consuelo, a los padres de un nuevo héroe. De las misiones ingratas con que el Altísimo me distinguiera, ninguna la superaba en penosidad. Me avergüenza pero no repugno en confesarlo".
Por nuestra parte, queremos recordar al mencionado sacerdote haciendo nuestro lo que escribió un exalumno del Colegio de San José, el Cnel. Arturo Bray, en su libro Armas y letras (Memorias), Tomo I, páginas 23 y 24: "fue el Padre Noutz un monumento viviente a los más altos y nobles ideales que dignifican a la criatura humana, figura señera de una vertical que no se tuerce, alférez de la libertad, lira y mandoble, arenga y estrofa, apóstol y pastor de toda una generación de jóvenes paraguayos".
Para terminar, queremos rendir nuestro profundo y sincero homenaje con motivo de haberse cumplido el 2 de marzo ppdo. cincuenta años de su muerte, acaecida el 2 de marzo de 1962, recordando con patriótico fervor de paraguayo, de exalumno y exdocente del Colegio de San José lo que este insigne sacerdote, primus inter pares, escribió en su inmortal PATRIA QUERIDA, aquellas líneas que dicen PROFéTICAMENTE en el año 1923: " si por desgracia el clarín de las batallas nos llama un día a cumplir el gran deber serán allá nuestros pechos las murallas que detendrán las afrentas a tu ser. LIBRE SERÁS OH PATRIA AMADA ".
Pocas veces alguien dio un aporte tan importante a la sociedad paraguaya como el citado maestro de juventudes. Estamos hablando del himno denominado PATRIA QUERIDA, que desde el año 1923 hasta la fecha, se convirtió en el 2º himno patriótico nacional, adoptado por la sociedad paraguaya toda como medio de expresión cuando en el pasado el Paraguay y sus hijos sintieron que la soberanía y los derechos de su patria eran avasallados. Y así escribía, refiriéndose a nuestros héroes de la Guerra del Chaco: " Los que sobrevivimos a las horas trágicas de una guerra larga y cruenta nos hemos reunido en un haz de corazones doloridos por cierto, pero orgullosos, en torno a la memoria de los hermanos que no volvieron del campo de honor y de justicia y cuyas tumbas simboliza este túmulo cobijado amorosamente por la BANDERA DE LA PATRIA PARAGUAYA. Y dentro de un momento vais a bendecir con el rocío y el incienso de vuestras oraciones su recuerdo ahí sepultado, mientras nosotros los familiares, compañeros y profesores seremos testigos de que más allá de la muerte estalla la resurrección de la gloria en quienes supieron inmolarse en aras de un ideal sagrado. He aquí en este Colegio de San José, donde residen los tres grandes amores: Dios, la patria, la familia, confundidos en uno solo que constituye el alma grande y bella de la cual me permito afirmar que es el alma de la heroica nación paraguaya. Escuchad su palpitación, acordad vuestra simpatía a su ritmo, y cuando volváis a vuestra lejana tierra, decir podréis que en el corazón de América hay un pueblo, pequeño muy ignorado tal vez como que pesa muy poco en la balanza donde sé cotizan los ídolos materiales pero un pueblo magnánimo, un pueblo para quien las augustas palabras de justicia, de honor, de abnegación, de martirio informan la conducta internacional; un pueblo que habiendo recibido la vocación del sacrificio se yergue siempre con la mirada fija en su calvario de mañana; un pueblo, en fin, que ha dado al mundo, no lecciones, porque no tiene pretensiones vanas y ruines pero sí ejemplos inauditos de hazañas que difícilmente se encontrarían no ya en la historia, sino en las mismas leyendas fementidas de la imaginación antigua. Bien sé que vuestros restos mortales yacen allá perdidos y confundidos con la tierra reconquistada. Bien sé que vuestra sangre se derramó y esparció toda, que vuestros miembros destrozados por la metralla volvieron a esa nada informe que ni siquiera tiene nombre. Bien sé que se han cumplido en vuestros huesos todas las leyes de la química destructora, y que para muchos ni se sabe dónde clavar la tosca cruz de madera estolada que fije vuestro jalón de la victoria Pero sé y aquí está el secreto de vuestra sublime grandeza; sé por qué y cómo habéis muerto. Sé el significado de vuestra caída. Y sé que responde el acento con que contabais vuestra marcha hacia el sacrificio; y es el caso de repetir: ¡Oh muerte!, ¿dónde está tu victoria? Porque los has tumbado en aquel cañadón, en aquella trinchera, en aquel montecillo, no te jactes, oh muerte. Triunfarías, sí, de haber sido contra su voluntad y definitivo tu triunfo. Pero, si lo piensas así, oh muerte, te engañas. Porque ellos conocían tu acecho y lo aceptaban. No porque fuesen temerarios, sino porque se lo pedía la PATRIA para que la BANDERA continuara su vuelo adelante hasta los confines de la herencia nacional. Ellos creían en el valor de su sacrificio, y el sacrificio no parece, porque por esencia y definición es divino. Cayeron, es cierto, pero para remontarse más alto, hasta Dios. Y así como la misma muerte canta la grandeza inmortal de sus víctimas". La Guerra del Chaco fue para D. Marcelino Noutz la trágica jornada de sufrir como si fuera suya toda la pena de los valientes. Un gesto de la Guerra del Chaco refleja una relación personal del citado sacerdote con sus "hijos". Decía a D. Benigno Riquelme García, insigne historiador y periodista, que lo relata con su estilo, en la edición del diario La Tribuna del 7 de abril de 1965: "No sabe Ud. lo que significa llegar a un hogar donde uno se había hecho visitante consuetudinario de reprimendas profesoriles y que de pronto mil veces maldita hora, tenga uno que llegar, en ofrenda de consuelo, a los padres de un nuevo héroe. De las misiones ingratas con que el Altísimo me distinguiera, ninguna la superaba en penosidad. Me avergüenza pero no repugno en confesarlo".
Por nuestra parte, queremos recordar al mencionado sacerdote haciendo nuestro lo que escribió un exalumno del Colegio de San José, el Cnel. Arturo Bray, en su libro Armas y letras (Memorias), Tomo I, páginas 23 y 24: "fue el Padre Noutz un monumento viviente a los más altos y nobles ideales que dignifican a la criatura humana, figura señera de una vertical que no se tuerce, alférez de la libertad, lira y mandoble, arenga y estrofa, apóstol y pastor de toda una generación de jóvenes paraguayos".
Para terminar, queremos rendir nuestro profundo y sincero homenaje con motivo de haberse cumplido el 2 de marzo ppdo. cincuenta años de su muerte, acaecida el 2 de marzo de 1962, recordando con patriótico fervor de paraguayo, de exalumno y exdocente del Colegio de San José lo que este insigne sacerdote, primus inter pares, escribió en su inmortal PATRIA QUERIDA, aquellas líneas que dicen PROFéTICAMENTE en el año 1923: " si por desgracia el clarín de las batallas nos llama un día a cumplir el gran deber serán allá nuestros pechos las murallas que detendrán las afrentas a tu ser. LIBRE SERÁS OH PATRIA AMADA ".