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«El hombre inventa el sueño para escapar al miedo y el sueño inventa hombres que querrían ser que podrían ser que alguna vez han de ser» Josefina Plá
Escribir sobre un artista como Julio González, con cuatro décadas de trayectoria, resulta una tarea desafiante. Su biografía, al carecer aún de un corpus sistemático, pareciera ser un trazo impulsivo perdido en el blanco papel, arrojado a un enigma.
Julio, Esteban o Ramón son nombres de una sola persona, una carga de tensión que fue desbordándose a lo largo del tiempo en una multiplicidad de vertientes de la representación artística. Sus primeros ejercicios fueron realizados en la Escuela de Bellas Artes de Asunción; la figura de Ofelia Echagüe Vera sería decisiva para alimentar la inquietud que llevaría a Julio a otros espacios de experimentación. De esta manera, ingresa al Centro de Estudios Brasileros en el taller Julián de la Herrería, en el que trabajaría junto a Olga Blinder, Livio Abramo y Edith Jiménez. Este acercamiento a esa institución lo llevaría a integrar el plantel académico, como asistente en una de las cátedras de la Escolinha, espacio dedicado a la formación de niños con el método de «educación por el arte». Posteriormente, integraría el grupo fundador del Taller de Expresión Infantil TEI, actualmente TEIJ. Tiempo después, participó en cursos de grabado con Oscar Manessi, Mario Merlino y Mirta Ripoll. Aprendió diseño gráfico con Gustavo Benítez, y fotografía con Jesús Ruiz Nestosa y Juan Carlos Meza. Igualmente, se inició en audiovisuales con Juan Carlos Maneglia y Manuel Cuenca.
En su trazo, generalmente monocromático, se entrevé la tradición de sátira social y política de muchos artistas, quienes ya lo trabajaron desde el periódico Cabichuí, o como lo han hecho Juan Ignacio Sorazábal, Miguel Acevedo o Andrés Guevara (1) años después. Y el acompañamiento de otros artistas que trabajaron en torno a la sensibilidad social en la temática de sus obras, de forma contestataria al régimen dictatorial en el Paraguay (1954-1989).
La condición humana es un tema recurrente entre artistas de las décadas de 1970 y 1980; una de las más importantes obras en la historia del arte paraguayo, Los Torturados (1963), de Olga Blinder, expuesta coincidentemente en la actualidad, posee cualidades de melancolía y denuncia que también están presentes en el imaginario de Julio González, quien a través del grafito posicionaba al espectador «en un espacio absurdo que nos habla simbólicamente de este mundo, también absurdo, en el que se desarrolla nuestro existir» (2). Olga, artista y maestra, actúa como eslabón encauzador en el discurrir artístico y formativo de Julio. Impulsándolo, en primer lugar, a someterse a los dictados de su propio imaginario, según sus propias palabras, y a buscar, como muchos paraguayos que hasta ahora lo siguen haciendo, nuevos horizontes.
En el año 1976, sería soporte de sus obras la galería del Banco de la Nación Argentina, la misma sala que albergaría a otros artistas, como Luis Alberto Boh y Miguel Heyn; todos habrían expuesto por primera vez en ese espacio. En el año 1977, participa de la Bienal de Maldonado, en Uruguay.
Fue premiado en el Concurso Nacional de Dibujo, auspiciado por la Organización de Estados Americanos (OEA), en 1977, en Asunción. Y en 1978 organiza la exposición «Once jóvenes dibujantes» en la galería Agustín Barrios del Centro Cultural Paraguayo Americano (CCPA). Participa en «Arte Catastrófico» en la galería Arte-Sanos en 1979 y en 1980, junto a Olga Blinder y Gabriel González Suárez, participa en una exposición en homenaje al poeta Antonin Artaud.
Con el reconocimiento logrado en su etapa inicial, integra «la edad de oro del dibujo en el Paraguay», junto a Genaro Pindú, Ricardo Yustman, Selmo Martínez, Bernardo Krasniasky y Pedro Florentín Demestri, entre otros. (3)
En los inicios de la década de 1980, se desenvuelve como asistente de la mencionada Escolinha, espacio que le serviría para desarrollar su creatividad y que sería un impulso para la creación posterior del Instituto Superior de Arte, de la Universidad Nacional de Asunción.
Al mismo tiempo, la labor de Julio se relaciona con los medios periodísticos en el diario La Tribuna, con José Luis Appleyard, especialmente en el suplemento cultural, y luego en el diario ABC Color, hasta su cierre en 1984.
En el año 1988 participa, junto a Selmo Martínez y Alejandra García, en la muestra «Por una identidad amerindia», en Mato Groso, Brasil.
En esa misma década participó en la muestra «Collage», en la sala Agustín Barrios del CCPA, y organizó la exposición «Los años del miedo» en la Galería Miró en 1989, año en el que cayó la dictadura de Stroessner.
En el año 1993, junto a Fátima Martini, Gustavo Benítez, Marcos Benítez, Alejandra García, Mónica González y Marité Zaldívar, expone en las ciudades alemanas de Ulm y Bonn. Estos siete artistas paraguayos llevan obra gráfica e instalaciones a «Pomokôi», «una exposición», en palabras de Dorothée Willert, la curadora, que «no ha empezado aún, ni tampoco ha concluido», (4) haciendo referencia a que, a partir de ella, otras actividades similares fueron sucediendo debido al vínculo creado entre el país europeo y el nuestro.
Julio González, siendo parte de ese acontecimiento, al arrojarse al debate, como menciona Dorothée, mantuvo siempre una actitud expectante desde la distancia, acumulando experiencias a través de las fronteras que traspasó en el viejo continente. Desde allá fortaleció el vínculo afectivo y compromiso de investigador con la tierra que lo vio crecer y formarse en sus inicios, tierra roja, atestada por el peso de la injusticia, tierra a la vez oscura, como los salvajes trazos del dibujante que ahora emergen como un lapsus. Tierra a la que no volvería nunca más.
Notas
(1) Fernando Moure: «Un dibujo, un artista, 20 años después». Diario Última Hora, sección Arte. Disponible en: https://goo.gl/gCpUJa, Revisado en agosto del 2017.
(2) Olga Blinder. Comentarios, 1956-1985. Pintura, dibujo, fotografía y grabado. Asunción, IDAP, 1985, p. 163.
(3) Osvaldo González Real / Josefina Plá: Dibujo en Paraguay (1908-1978). La edad de oro (1965-1978). Asunción, 1998.
(4) Ticio Escobar / Josefina Plá / Olga Blinder: Arte actual del Paraguay, 1900-1995. Asunción, Don Bosco, 1997, p. 143.
fercolman90@gmail.com