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Dos tipos de ciencia: normal y paradigmática
Kuhn notó que existen dos tipos de ciencia: la que él denominó ciencia normal —o le podemos agregar nosotros, la ciencia de todos los días practicada por la mayoría de los científicos— y la revolucionaria, que ocurre cuando se produce el cambio de paradigma (paradgm shift). Esta es practicada por unos pocos, de mayor visión o como resultado afortunado de una coyuntura del azar o serendipia. Considerando la importancia de estos conceptos, que aunque parcialmente contrapuestos solo son igualados por aquellos de Popper y sus conjeturas y refutaciones, es importante para los científicos practicantes y la población en general comprenderlos.
La clave de la idea es el paradigma, puesto que es crucial para los dos tipos de ciencias, en el primer caso, para que las ideas se sostengan rígidamente por un tiempo y sean defendidas con pasión. Acá el paradigma puede equipararse a lo que está de moda, y en el segundo para comprender el significado del cambio en la revolución científica. Kuhn entendía el paradigma en un sentido amplio como un cúmulo de ideas y métodos que, cuando combinados, determinan una nueva visión del mundo o una nueva manera de practicar la ciencia. En un sentido más estrecho, el paradigma constituía un logro específico, una gesta científica ejemplar, que ha inspirado a otros científicos sugiriendo una manera nueva de investigar el mundo natural. Ejemplos pueden ser experimentos exitosos como los de Mendel para entender la transmisión genética, o la concepción estructural de la ciencia biológica al descubrirse las técnicas de difracción radiante hacia principios del siglo XX (Brags), que hicieron luego posible la concepción teórica observacional-experimental de la molécula del DNA por Watson y Crick.
Pero ¿qué se entiende por ciencia normal? Para Kuhn es el trabajo científico ordinario que ocurre en el contexto de un paradigma; es decir, de algo que ya ocurrió y reemplazó a una idea anterior, tiene generalidad y cobró vigencia y cotidianeidad. Una característica principal es que la ciencia normal está bien organizada, forma un cuerpo coherente racionalmente. Los científicos que practican la ciencia normal tienden a estar de acuerdo en la importancia de algunos problemas; es decir, eligen áreas, niveles, técnicas de estudio que son similares. La afinidad metodológica y la reproducibilidad experimental son cruciales y forman parte del lenguaje de entendimiento entre un científico y otro. También cómo enfocar los problemas y cómo diseñar soluciones posibles a esos problemas. El cambio de paradigma ocurre cuando estas visiones son radicalmente reemplazadas por otras, pero ahora no nos ocuparemos de este segmento de la ciencia revolucionaria, sino de la ciencia de todos los días.
La ciencia normal se inicia a partir de un gran logro, un descubrimiento que determina las bases para otros trabajo, programas o problemas relacionados; es decir, un paradigma en el sentido estrecho. Porque una nueva idea científica frecuentemente inspira, induce, favorece, facilita la aparición de otras nuevas ideas, aunque de menor valor o jerarquía que aún no alcanzan el gran nivel de un nuevo paradigma.
Protociencia preparadigmática
Pero no toda la ciencia se basa en paradigmas ni avanza por revoluciones radicales. Existe la protociencia, una especie de estado preparadigmático. Los trabajos se realizan sin grandes aspiraciones, discurriendo en su lógica racional y causal, característica de casi toda la ciencia. Estudia de manera algo reduccionista segmentos particulares de un fenómeno más general sin alcanzar la totalidad de las grandes concepciones científicas. Decía Ernesto Sabato que la protociencia aún no está bien organizada y no es muy efectiva. No desdeñemos la importancia de estas etapas precientíficas, porque conforman la materia prima fundamental, que por aposición de conocimiento forma el cuerpo de conocimiento que es fundamento habitual para que pueda, en un momento dado, ocurrir inesperadamente, muchas veces por accidente o serendipia, algo importante, como una nueva intuición que empieza ya a explicar con mayor generalidad los fenómenos del universo, pero que sobre todo representa un modelo a seguir para otras investigaciones. “Se comienza siempre de una intuición de la totalidad”, explicaba Sabato. Los logros pueden ser tan grandes que puede acumularse gran cantidad de nuevo conocimiento y, a veces, eclosionar con la aparición de un nuevo paradigma. Es decir, la protociencia induce y se convierte en ciencia normal, y cuando esta entra en conflicto con una gran nueva visión aparece la ruptura, la crisis, la anomalía y emerge por reemplazo la ciencia revolucionaria.
Un paradigma a la vez
Un concepto importante en la idea de Kuhn es que los paradigmas no se sobreponen en el tiempo y que existe un solo paradigma por vez. Es por eso que un campo de investigación está unificado alrededor de un paradigma. No pueden existir dos paradigmas de un mismo fenómeno al mismo tiempo. Establecido el paradigma, su misión inicial es organizar el trabajo científico y a sus cultores hasta convertirlos en una empresa altamente colectiva. Quienes malentienden a Kuhn subestiman en su visión el valor de la persona en la iniciación del paradigma. En el momento del gran del cambio o la revelación, terminología hagiográfica de Poincaré, la idea en realidad ocurre como resultado de una elucubración personal y es a posteriori en la epistemología del normal desarrollo e implementación de las etapas de los programas de investigación que se inicia el componente colectivo. Este será crucial para consolidar la idea y darle un cuerpo y una comprobación experimental. Legiones de científicos en todo el mundo están juntos en un tema o idea, como fue el caso reciente en el descubrimiento del Boson de Higgs o por separado, desarrollando el programa. Una vez organizado el trabajo, los métodos, los grupos o comunidades de científicos, en la ciencia normal ya no se discuten estos aspectos fundamentales. La misión ahora es cerrar el campo y continuar con el estudio, seguir las ideas, no perder tiempo en discutir las premisas que aparecen como dogmáticas (el gran ejemplo es el dogma de la formación lineal de las proteínas celulares a partir del núcleo luego al citoplasma, DNA-RNA, hoy derrumbado). Esta prevención contra las interferencias facilitaría el agotamiento del paradigma; es decir, permitiría que se extienda lo más posible hasta llegar a un límite, a un final, la disciplina o área estudiada. Esta concentración en ir desarrollando y desbrozando distintos aspectos del paradigma, sin cuestionamientos básicos, permite de acuerdo a Kuhn expandir el conocimiento de una manera coherente y lógica formando lo que el llama el desarrollo del consenso. Sin él, dice Kuhn, no puede lograrse un detallado y profundo entendimiento de los fenómenos bajo estudio. El trabajo detallado y los descubrimientos requieren de cooperación y consenso. Muchos científicos no están de acuerdo con el cierre del campo, porque justamente previene la aparición de nuevas maneras de ver, aunque Kuhn en realidad admite nuevas maneras en la ciencia ordinaria o ciencia normal, pero de poca monta, de poco impacto, subparadigmática y reserva la crítica del paradigma al verdadero
cambio.
Qué distinta es la visión de Kuhn a la del realismo crítico de Karl Popper, para quien la ciencia discurre en un mundo de múltiples ideas simultáneas que darwinianamente para sobrevivir las más aptas están compitiendo al mismo tiempo unas con otras mediante un proceso de conjeturas y refutaciones y donde no cabe ningún dogma. En el próximo artículo nos referiremos a la ciencia revolucionaria de Kuhn.
(Parte de esta interpretación de Kuhn puede encontrase en el libro: An introduction to the philosophy of science. Theory and Reality. Peter Godfrey-Smith, Standford University, 2003).
* Director - Instituto de Patología e Investigación