Spotlight

Spotlight, el filme dirigido por Tom McCarthy acerca de una sonada investigación periodística sobre los abusos sexuales cometidos por varios sacerdotes católicos en Boston, acaba de ganar el Óscar a la mejor película y el Óscar al mejor guion original. Gustavo Reinoso la vio y nos cuenta por qué.

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EL LUGAR

Huyendo de lo que consideraban intolerables vestigios de paganismo e idolatría que a sus ojos sobrevivían, pese a su separación de Roma, en la iglesia anglicana de Inglaterra, un grupo de cristianos puritanos que profesaban un férreo calvinismo cruzaron el océano atlántico y en 1630 fundaron la ciudad de Boston. El comercio, la industria y la academia transformaron la ensoñación de construir la nueva Jerusalén de aquellos rígidos protestantes en otra cosa. La ciudad creció impulsada por su puerto, desarrolló su industria y desde mediados del siglo XIX acogió un torrente de inmigrantes; rusos, polacos, italianos, portugueses, pero, sobre todo, irlandeses. El sello irlandés es notorio en la ciudad y en todo el Estado de Massachusetts; en una voltereta típica de la historia humana hoy la comunidad religiosa más numerosa e influyente es la católica romana. Boston es conocida como la «Atenas Americana»; en ella y sus suburbios tienen su sede la Universidad Northeastern, el Emerson College, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Harvard. La ciudad tiene uno de los niveles de vida más altos de los Estados Unidos y del mundo. Vista desde nuestra latitud, con sus universidades que solo podemos soñar y su alto estándar de vida, todo parecería lejano, distante. Sin embargo, esa sociedad posee una característica que cualquier habitante de este suelo mediterráneo, empobrecido y sureño reconocerá al punto: la posición de ascendencia, privilegio y poder que detenta la Iglesia Católica.

Es en este contexto que se desarrolla la acción del filme Spotlight (renombrado en español En primera plana), dirigido por Thomas McCarthy y protagonizado por Michael Keaton, Mark Ruffalo, Rachel McAdams y Liev Scheiber y ganador de los premios Oscar a la mejor película y al mejor guion original (escrito por Thomas McCarthy y Joseph Singer). El filme narra la historia, basada en hechos reales, de los periodistas del diario bostoniano The Boston Globe, en particular los de su sección de periodismo de investigación, Spotlight, que revelan y exponen no solo desgarradores casos de abuso sexual de sacerdotes católicos contra niños, sino también la política de encubrimiento de la jerarquía eclesiástica que sustraía a los abusadores de la fuerza de la ley valiéndose de la ascendencia que poseían en la voluntad y ánimo de las víctimas y sus familiares por medio de la fe. Por este trabajo los periodistas del Globe fueron galardonados con el premio Pulitzer al servicio público en el año 2003.

PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN

En el filme, la narración transcurre con equilibrio, sin extremos de dramatismo. El centro del relato lo ocupa la investigación periodística en sí misma; las entrevistas con las víctimas, ya adultas, que arrastran un doloroso estigma que en ocasiones las ha dañado irreparablemente, los abogados que los representan litigando contra un adversario influyente y poderoso como es la iglesia, la revisión de archivos, el cotejo y cruzamiento de fuentes, el abordaje de algunos de los propios abusadores, la interpelación a los personeros de la jerarquía que, en conocimiento de los casos, encubrieron a los pedófilos, retirándolos discretamente de circulación y convenciendo a los padres de las víctimas de que no denunciaran los hechos. En fin, un trabajo de meses de exhaustiva investigación, que busca determinar con certidumbre los hechos y nada tiene que ver con oportunismos, ocultas agendas políticas o la simple y llana extorsión. Una representación de los que es y debería ser el periodismo de investigación, eso es en parte Spotlight. Una posible reacción del espectador es tomarla como un filme que cae en una excesiva idealización del periodismo y de los periodistas; respetando desde ya ese punto de vista, me permito otra lectura: en un tiempo en que cada vez más se toma como normal que los medios de comunicación y quienes en ellos trabajan se subordinen cómodamente a los poderes fácticos, la película demuestra que se puede enfrentar al poder y a los poderosos revelando la realidad, confrontarlos con la contundencia de sus acciones y revertir la impunidad.

HOMBRES DE DIOS

Naturalmente, el otro gran tema del filme es la actitud de la Iglesia ante los casos de pedofilia. Aunque formalmente limitada a la jerarquía eclesiástica de Boston, la película deja entrever que el encubrimiento y la protección a los sacerdotes que incurrían en abusos a menores era la política oficial de la Iglesia y que sus directrices llegaban del propio Vaticano, cambiando esto paulatinamente gracias a las continuas denuncias y a trabajos periodísticos como el de The Boston Globe. El Vaticano guarda silencio con respecto a este punto, pero son significativas las expresiones de voces cercanas a la máxima autoridad católica. Al día siguiente de la ceremonia de entrega de los premios Óscar, L’Osservatore Romano, en un artículo titulado «Dos Oscares al caso Spotlight» y subtitulado significativamente «No es una película anticatólica», firmado por Lucetta Scaraffia, dice: «…Está claro que en la Iglesia demasiados se han preocupado más de la imagen de la institución y no de la gravedad de los hechos”; en el lenguaje circunspecto y precavido propio de la institución de la que el diario es vocero, quizás estas palabras sean el principio de una impostergable rectificación. Una noción que la película desliza es que las prácticas del sacerdocio católico, implícitamente el celibato, afectan la psiquis de un porcentaje considerable de sacerdotes convirtiéndolos en potenciales depredadores sexuales de niños. Ignoro completamente si existen respaldos científicos y estadísticos al respecto, pero no puede negarse que, lejos de ser casos aislados como tradicionalmente sostiene la Iglesia, el fenómeno del abuso sexual de niños por parte de curas católicos se da a escala global.

Concordando con el lugar donde se desarrolla la acción en Spotlight, los protagonistas son católicos o al menos recibieron en su niñez educación católica; por eso es tan efectiva la película al transmitir la íntima devastación que en diferentes grados las revelaciones de su propia investigación periodística les causa. Mark Ruffalo, que encarna al periodista Michael Rezendes en un papel que le valió una nominación al Óscar a mejor actor de reparto, en un momento dado llega hasta las lágrimas: siente que unos malhechores con sotana le han robado una fe que atesoraba como última esperanza.

elsaddai634@hotmail.com

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