Sobre academias y generaciones de poetas

En entrevista con el escritor y poeta Carlos Villagra Marsal, nos acercamos a una visión histórica sobre la Academia Literaria del Paraguay y los poetas que la conformaron.

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Estas son las palabras del maestro:   

La Academia Literaria del Colegio San José surge al final de la dictadura de Morínigo. Había llegado al Paraguay un sacerdote español de Zamora, el padre César Alonso de las Heras, de la congregación de los bayoneses. Introdujo en la enseñanza de la literatura del Paraguay un elemento nuevo: el de la poesía, el de la nueva poesía o el de la poesía contemporánea española. Cosa un poco rara y paradójica, puesto que él enseñaba la obra de todos los poetas que habían sido perseguidos e incluso muertos por Francisco Franco, como Federico García Lorca, por ejemplo. Le enseñó a los chicos que tenían entonces trece, catorce años, valiosos conceptos literarios. Sus cátedras de Literatura fueron entonces memorables; les hizo conocer lo que por otro lado era la generación del 40, es decir Hérib Campos Cervera, Josefina Plá, etc., bastantes mayores a la generación anterior. Ramiro Domíguez,    José Luis Appleyard, Gustavo De Gásperi, Ricardo Mazó, José María Gómez Sanjurjo eran los alumnos del Colegio San José que formaron la Academia Literaria del Colegio San José. Se recibieron de bachilleres, y entonces no tenía ya demasiada proyección esa academia puesto que sus integrantes habían ingresado en la universidad. Creo que fue idea del padre Alonso, y de algunos más, como Gerónimo Irala Burgos, crear, entre los años 51, 52, la Academia Universitaria del Paraguay, lo cual dio pie o abrió la puerta para que entrara gente que no había sido alumna del Colegio San José. Entre esa gente se cita a Justo José Prieto, malogrado intelectual paraguayo, que había estudiado en Buenos Aires y permanecido con su padre en el exilio, hasta un poco después de la Revolución, y sobre todo tres poetas muy jóvenes que pasaron a integrar esa academia en función de tales con los cuatro del Colegio San José.   

¿Cuáles eran esos cuatro? Ramiro Domínguez, José Luis Appleyard, Ricardo Mazó y José María Gómez Sanjurjo. Ingresamos a la academia la gente de la Facultad de Filosofía. Yo seguía Derecho entonces, después no continué. Pero incluso llegué a enseñar en la Facultad de Filosofía y Letras —que funcionaba entonces sobre la calle Presidente Franco— con una brillante generación de profesores que habían sido prestados o enviados en misión del Brasil. Los de la Facultad de Filosofía que llegamos a esa academia, no siendo del Colegio San José, fuimos Rubén Bareiro Saguier, Rodrigo Díaz Pérez, médico ya,  y yo. De manera, entonces, fuimos siete los poetas de la Academia Universitaria. Integraban esa academia intelectuales paraguayos jóvenes. Yo fui el último. El benjamín. Formaba la academia gente brillantísima: los hermanos Irala Burgos (Adriano y Gerónimo Irala Burgos). Era además una academia plural. Estuvo en la academia también Walter Insfrán, que después se suicidó. Además Edgar Ynsfrán, Enrique Riera (estoy hablando de la gente de la ANR), luego, sobre todo, demócratas cristianos, los Irala  Burgos,   Fraccia, Enrique Ibarra,   y un grupo independiente conformado por Gustavo de Gásperi, Carlos Raúl Troche y José María Gómez Sanjurjo,   que fue presidente de la academia por varios períodos. Podría decir perfectamente que era la generación, la promoción más preparada y brillante del Paraguay.   

Para que exista una promoción cultural hacen falta cuatro cosas: un grupo de gente de una misma generación, de una misma edad. En segundo lugar, esa gente tiene que tener un corpus de ideas comunes (muy generales) con respecto a la sociedad, al país donde viven, a una determinada escuela filosófica o histórica o estética, y cosas secundarias pero que hacen a la primera, como tener —también— un órgano de expresión, y en general, la producción  de textos comunes. Sobre todo el órgano de expresión es fundamental. En cuarto lugar, un sitio de reunión.   

Ese tipo de promoción nace en Occidente, generalmente, con el Romanticismo y con la Revolución industrial. Es decir, la raíz es la revolución francesa, pero con el romanticismo y la revolución cultural inmediatamente se organizan en los países latinos las llamadas peñas, o reuniones literarias que se efectúan generalmente en lugares públicos. En Italia y en España aparecen los bares y cafés sobre todo. Esos países latinos tienen la cultura del café. Francia tiene la cultura de los salones. Víctor Hugo tenía un salón. Contaban con órganos de expresión; normalmente muchas generaciones culturales se convertían también en generaciones políticas. No hay necesidad de que una generación cultural pertenezca a una misma ideología. Ni qué decir al mismo partido político. Y en el Paraguay han cumplido con esa condición. Fundamentalmente, la generación más brillante que hemos tenido es la del Instituto Paraguayo, llamada generación del 900, que es la que levantó el país de la ruina del 70. Lo levantó moral e inclusive materialmente porque la mayoría de sus miembros también fueron políticos. Esa generación fue la de Manuel Domínguez, Blas Garay, Cecilio Baéz, Manuel Gondra.   

Hay una generación intermedia que funda la revista Crónica, que es la generación nacida entre 1900 y 1910. Son Julio Correa, Dora Gómez Bueno de Acuña, etc., que también tienen un órgano de difusión.   

Nosotros, en la academia, no contábamos con ese órgano pero teníamos una aparición pública cada año de poesía, que se llamaba "Entrega de flores de lapacho", en donde los siete poetas leíamos poemas. Algunos de esos poemas nos costaron algún disgusto político. Ya esos poemas fueron leídos en plena dictadura de Stroessner.   

La academia murió de muerte natural hacia el año 1955.   

RESEÑA BIOGRÁFICA DE CARLOS VILLAGRA MARSAL

(Asunción, 1932). Poeta, narrador, ensayista y periodista. Aunque abogado de profesión, desde muy joven se dedicó también a la creación literaria. Integrante de la llamada "promoción del 50", miembro de la Academia Universitaria del Paraguay, durante muchos años director de la Tertulia Literaria Hispanoamericana de Asunción; actualmente es profesor de Literatura Guaraní en la Universidad Católica y en la Universidad Nacional de Asunción. Cofundador (con José María Gómez Sanjurjo y Jorge Gómez Rodas) y director de Alcándara Editora (1982-1988) —que en sus breves seis años de vida dio a luz sesenta volúmenes de poesía paraguaya— y director, además, de la Editorial Araverá (1985-1987), hasta la fecha ha escrito cuatro libros, numerosos ensayos y comentarios críticos aparecidos en diversos semanarios culturales y publicaciones literarias nacionales y extranjeras. Es autor de dos libros de poesía: Antología mínima (1975) y Guarania del desvelado [1954-1979] (1979), poemario este último que incluye su épico "Canto a Simón Bolívar" (1954), premiado ese año en los "juegos florales" organizados por la "Sociedad Bolivariana del Paraguay" en homenaje a Bolívar. En prosa, es autor de Mancuello y la perdiz        (1965), novela corta ganadora del Primer Premio (en narrativa) otorgado en 1966 por el diario La Tribuna. Su obra más reciente, publicada en 1992, es Papeles de última altura. Actualmente tiene un poemario en prensa.   

VÍSPERA   

Mar de las islas, confuso   
pulsar desamparado.   

Oscura navegación del cielo   
sobre mi rumbo extraño.   

Y hacia el Naciente están los pétalos   
de tu nombre arrancado,   
la sal apenas consentida   
de tus labios.   

Tanto me desvela   
tu firme campanario   
y el viento preciso que reúne   
sus secretos reclamos.   

Todavía no sé   
del color entregado   
de tu piel, en la fresca madrugada   
y sin embargo,   
inútil resplandor, mujer de ausencia,   
éste es el canto.   
CARLOS VILLAGRA MARSAL
   

JOSÉ MARÍA GÓMEZ SANJURJO   

(Asunción, 1930 - Buenos Aires, 1988)   
Poeta, narrador y ensayista.   
   
Perteneciente a la llamada "promoción del 50", miembro y presidente (en varios períodos) de la Academia Universitaria del Paraguay, Gómez Sanjurjo tiene obras publicadas en POESÍA (1953), poemario colectivo (con José Luis Appleyard, Ramiro Domínguez y Ricardo Mazó), como también en revistas y antologías nacionales y extranjeras.   
   
Su producción poética incluye, además, POEMAS (1978), Editorial Lozada, de Buenos Aires, y    OTROS POEMAS Y UNA ELEGÍA (1979).   
   
En narrativa, es autor de EL ESPAÑOL DEL ALMACÉN       (1987), novela.   

JOSÉ ELÍAS GONZÁLEZ   

(En recuerdo)   
Ha muerto don González,   
maestro de obras,   
liberal,   
hombre decente.   
Tanta historia nos junta   
calle de por medio.   
Tantas bolsas de cal,   
tantos cimientos   
para sentar los días,   
los años,   
los sueños.   
Tantos hijos   
crecidos.   
Tantos domingos a la tarde   
con un cigarrillo negro,   
una caña apacible   
y en un poste, contra el cielo,   
la banderita de Cerro Porteño.   
Sólo yo sé, don González, cuánto   
lo voy a echar de menos.   
La casa que construimos juntos   
está en su sitio, y el portón   
está abierto.   
Por eso, don González,   
pase y tome asiento.  
JOSÉ MARÍA GÓMEZ SANJURJO

   
RAMIRO DOMÍNGUEZ   
Nació en Villarrica en 1930.   

Poeta, ensayista y dramaturgo.   

Doctorado en Derecho por la Universidad Nacional de Asunción y actual profesor de Teoría Literaria en la Universidad Católica, Ramiro Domínguez pertenece a la llamada "promoción del 50" e integró la conocida Academia Universitaria del Paraguay.   

De inspiración bíblica son sus poemarios SALMOS A DESHORA (1963) y DITIRAMBOS PARA FLAUTA Y CORO (1964). Su obra poética incluye, además, ZUMOS (1962), LAS CUATRO FASES DEL LUISÓN (1966), LOS CASOS DE PERURIMÁ (1969),  MBOI YAGUÁ  (1973), poemario en guaraní, ITINERARIO POÉTICO (1985) y  DESLUMBRES  (1994). También es autor de dos obras teatrales en verso:  Cantata heroica a Pedro Juan Caballero  y  Fantasía coral  (1976).    
   
POEMA DE RAMIRO DOMÍNGUEZ  

La pluma alcanzó a la placiente hoja.   
Al alma llamó, llamó al sentimiento,   
Y no consigo que mi mente escoja   
un verbo que hable de mi sufrimiento.   
Morir, si digo, con decirlo miento;   
diciendo: quiero, mi alma se sonroja.   
Y mientras pugno por decir   
 qué siento,   
el llanto viene y mi razón deshoja.   
¿Qué tiene mi alma, que a la voz rehúye?   
¿Qué el Amor tiene, que mi ser destruye   
como la nota que el silencio hiere?   
Pues ya que el habla definir no quiere   
lo que del alma como lava fluye,   
diré que mi alma, sin querer, se muere.
   
   
RICARDO MAZÓ   
Nació en Pilar en 1927.   
   
Fue ingeniero geólogo de formación y profesión, pero ha quedado en la historia de la literatura paraguaya como uno de sus grandes poetas.   
   
Integró la llamada Generación del 50, que dio a esta historia muchos y destacados nombres. Como tal, fue miembro de la Academia Universitaria del Paraguay, cuya fructífera vida transcurrió bajo la orientación del sacerdote español César Alonso de las Heras.   
   
Fue un personaje singular de los círculos literarios de la época, con una presencia que llamaba la atención por su vozarrón que le prestaba un acento especial a su aguda ironía y a su sarcasmo feroz.   

Habiendo dado una de las voces líricas vanguardistas más notables de su época, sus poemas se volcaron en muy pocos libros.   

Participó en el volumen colectivo POESÍA, junto a José Luis Appleyard, Ramiro Domínguez y José María Gómez Sanjurjo, en 1953.   
   
Posteriormente, en 1971, publicó su primer poemario individual y más adelante, en 1982, la Editorial Alcándara lanzó al público el libro BRIZNAS. SUERTE DE ANTOLOGÍA, que reúne varias colecciones de sus poemas.   
   
Aparte de estos libros, sólo publicó algunos poemas sueltos en revistas y periódicos.   
   
Falleció en Asunción en 1987.   

ESCENA CON CÁNTICOS Y EPÍLOGO   

Escena   
Sahumerio y sangre   
en el recinto mismo   
que precia su vigor, su quedo anhelo   
de abrir siempre la puerta   
de umbrales imprevistos.   

Cánticos   
. I   
Tienta el color su lumbre de lascivia   
al ojo que se empeña en ignorarlo,   
tienta la voz su son de falsa lengua   
al oído que quiere proscribirlo,   
tienta el perfil de pura línea, y ciega   
el intento formal de canto y tregua.   
. II   
Un ángel de la luz raudo despierta   
la modorra que cubre tanto holgorio.   
La sábana no es blanca y casi presta   
su color a la cal desvanecida.   
. III   
Gime el amor porque la puerta estrecha   
se ha tornado total en reja y cierra   
la proyección humana del misterio.   
(El que lo ignore busque, cauto, en vilo,   
ese soplo del dios que se ha perdido).   

Epílogo   
Dos bocas al azar, santas, comentan   
que el pan ya no es el pan.   
Cuidad el eco.   
RICARDO MAZÓ   

JOSÉ LUIS APPLEYARD   

José Luis Appleyard (1927-1998). Poeta, narrador, periodista y dramaturgo paraguayo. Egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción, se desempeñó como abogado durante unos diez años antes de abandonar la profesión para dedicarse casi exclusivamente al periodismo y a la creación literaria. Destacado miembro de la promoción de 1950, integró la Academia Universitaria del Paraguay, bajo el padrinazgo y estímulo del Padre César Alonso de las Heras. Appleyard se ha distinguido especialmente por su producción poética que incluye, entre otros títulos, los poemarios Entonces era siempre  (1963), su primer libro,  El sauce permanece  (1965),  Así es mi Nochebuena  (1978),  Tomado de la mano  (1981),  El labio y la palabra   (1982) y  Solamente los años  (1983). En 1961 ganó el Premio Municipal de Teatro con  Aquel 1811, drama poético sobre la independencia del Paraguay. Aunque ha escrito otras varias piezas breves, casi toda su producción teatral permanece inédita. En narrativa, es autor de una novela: Imágenes sin tierra (1965) y de dos colecciones de monólogos: Los Monólogos (1971) y La voz que nos hablamos (1983), Las palabras secretas (poemario, 1988) y Desde el tiempo que vivo (1993), serie de sesenta breves relatos poéticos en torno a los sucesos más significativos del segundo milenio de la Era Cristiana, libro galardonado con el Premio Municipal de Literatura 1994.   
   
YO   
Yo cuando siempre y por entonces mudo,   
abierto hasta el dolor, sin presentirlo,   
sol de mi sombra y amparado escudo,   
aullantes de nostalgias mis sentidos,   
yo sin saber, y oscuro retenido,   
agitando rincones agoreros,   
buscando entre las risas otros labios   
de azucenas lloradas de aguaceros.   
Yo siempre así, sin fuerza para el río,   
para nadar lo gris de la corriente,   
hecho de asa inerte y sollozada   
en la inquietud de ser adolescente.   
Yo sin virtud, que por matar la mía   
abandoné el silencio y la espectancia   
y oscureciendo el tono de mis ojos   
dejé morir sin rosas una infancia.   
Sí, siempre yo y ya nunca consentido   
de un huérfano dolor y canto mío,   
igual a todos y aterido y triste,   
yo frente a mí y ya nunca niño mío.   
JOSÉ LUIS APPLEYARD

 
FUENTE: PORTAL GUARANÍ. POESÍA PARAGUAYA DE AYER Y HOY, DE TERESA MÉNDEZ-FAITH.
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