Ruth Estigarribia: Lugares vivos

Una artista visual que está produciendo una obra más que interesante hoy en Paraguay en el campo de las intervenciones urbanas es Ruth Celeste Estigarribia (Asunción, 1980)

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Tanta es la amplitud de este concepto, que en principio cabría decir que street art lo hacían ya los aedas en la Antigüedad o los cómicos de la legua en el Siglo de Oro, y es en parte debido a esa amplitud que las varias formas de lo que llamamos, sobre todo desde la década de 1970, arte callejero están lejos de integrar un conjunto homogéneo –son demasiado disímiles para formarlo–. En el caso de Paraguay, en el campo de las artes visuales la única forma de street art popularmente conocida, oficialmente reconocida y generalmente valorada parecen ser los murales, pese a tratarse de un país, históricamente y en la actualidad, atravesado por toda clase de conflictos internos que, evidentemente, hacen que muchos paraguayos (sobre todo si son parte de sectores estigmatizados) se sientan extranjeros en su propia tierra, y que por eso parecería terreno fértil para otras modalidades de arte callejero enfocadas directamente en los problemas del espacio social. Este enfoque directo, sin embargo, es claro y dominante en las intervenciones urbanas de la artista visual Ruth Celeste Estigarribia (Asunción, 1980), una de las figuras más interesantes en esta línea de trabajo hoy en nuestro país.

En el 2015, Ruth Estigarribia tomó algunas frases pronunciadas por el actual presidente paraguayo y las trascribió sobre las fachadas de las casitas que rodean la plaza del Cabildo, como si estas fachadas fueran paneles de teleprompter, en su intervención homónima, Teleprompter. La apropiación de esos fragmentos del discurso oficial del gobierno para llevarlos a un soporte incongruente con su contenido respondió al discurso oficial desnudando, en ademán cómico, su crudo sinsentido y la naturaleza de sus intenciones, de modo que el manifiesto absurdo de esas citas sobre la madera terciada se convirtió en Teleprompter en un inteligente golpe de humor negro logrado con perfecta economía de recursos.

Este juego con los mensajes del poder, que pone de manifiesto las contradicciones entre la realidad y los relatos oficiales acerca de la realidad, es una constante en las intervenciones urbanas de Ruth Estigarribia, una constante que pone en evidencia el carácter de dichos mensajes como accesibles a la apropiación, la parodia, la manipulación y la contestación. Accesibles desde la calle y sin necesidad de recursos «artísticos». Pues este tipo de arte callejero no lleva a los exteriores lo mismo que se podría ver en los interiores. Así, a diferencia, por ejemplo, de los murales, suele prescindir de las técnicas tradicionales del artista para utilizar medios que no requieren aprendizajes específicos. Las obras no se presentan, pues, como obras de arte en el sentido clásico de productos definidos por su intención y valor estéticos y destinados a la contemplación y la fruición, sino como enclaves urbanos de contestación y diálogo abierto frente a hechos y circunstancias del presente, y de impugnación y desmentida, que dibujan una cartografía polémica. Estas obras refutan, subvierten o invierten los términos (como, por ejemplo, hizo hace poco una intervención en la Plaza de Armas con el término «cavernícola», usado por una ministro para referirse a los campesinos venidos del interior a la capital para plantear sus problemas y reclamos al gobierno) del relato hegemónico. Despreocupadas de su condición estética, estas obras tienden a pasar desapercibidas para el campo artístico, crítico y académico en Paraguay, lo que, por cierto, conviene, según creo, a su callado infiltrarse en los espacios públicos para hacer de ellos lugares de enunciación de respuestas y territorios en disputa entre las miradas inducidas desde los aparatos del poder y las otras miradas posibles cuya aparición propician.

Hay que acotar sin embargo sobre el punto que Teleprompter fue lo bastante impactante como para recibir casi al mismo tiempo un segundo puesto en el premio Matisse y una opinión respecto a ese y otros premios de parte del crítico Lorenzo Zuccolillo, que escribió por entonces que «muchos –y nos incluimos en ese adjetivo plural– vieron a Teleprompter como ganadora de facto –digamos– del premio Matisse» (Lorenzo Zuccolillo, «Premio AICA/Paraguay», Suplemento Cultural de Abc Color, domingo 17 de enero, 2016).

Al año siguiente, 2016, Ruth Estigarribia y el psicoterapeuta Agustín Barúa trabajaron con los habitantes de la ciudad de Pilar, una comunidad que hoy tiene que lidiar, en medio de la ausencia de políticas públicas, con las terribles inundaciones causadas constantemente por las crecidas del río Paraná. El resultado fue una palabra escrita entre todos con bolsas de arena –una vez más, se apela a recursos que no exigen dominar técnicas «artísticas» stricto sensu– sobre uno de los diques del lugar: «Soportar». Esa palabra dio nombre a la intervención, cuyos registros fotográficos recuerdan –una vez más, se recurre al humor como herramienta de revelación y denuncia– miles de escenas típicas de miles de «películas de náufragos» típicas en las que los personajes, en una isla desierta, escriben llamados de auxilio usando lo que tengan a mano y en letras enormes con la esperanza de ser vistos algún día por un avión y milagrosamente rescatados.

Con estas intervenciones, Ruth Estigarribia parasita signos, versiones, conceptos, palabras oficiales que definen circunstancias inmediatas y actuales para exponerlos y ponerlos en cuestión e introduce con ello en el paisaje cotidiano una discrepancia crítica que mina la autoridad de toda emisión autorizada. Que se dedique principalmente a hacer intervenciones urbanas quiere decir que trabaja mucho en la calle, y en la calle se generan las reacciones a este tipo de obras que en nuestro país no se suelen generar en la prensa ni en la academia. Este año empezó con una intervención llamada Cruces, en la Plaza Uruguaya. El año pasado, con la intervención llamada Migajas, derramó trescientos kilos de pan desde el Congreso hasta el Cabildo. «Esa parte de la ciudad está muy cargada de símbolos», señala. «El Cabildo (la Cultura), la Policía (la Ley), el Congreso (el Estado), la Catedral (la Iglesia)».

Fumamos en silencio. «Y pese a estar rodeados de símbolos de poder en esas plazas acampan siempre los damnificados de las inundaciones, los indígenas, los campesinos que llegan a Asunción», pienso en voz alta. «¿Por qué será?». «Porque es un espacio simbólico de ciudadanía», responde. «Por eso las marchas van desde la Plaza Uruguaya hasta el Congreso. Son caminos hechos de hitos, de momentos muy importantes para todos. Allí sucedieron el Marzo Paraguayo, la caída de Lugo, la quema del Congreso. Por eso trabajo en esos caminos y en esos hitos; por eso hice Teleprompter ahí». Pienso entonces que son las luchas las que expresan la vida y por ende el sentido de los lugares, y que el arte de Ruth también es lucha.

Sitio web de la artista: http://ruthceleste.com/index.html

montserrat.alvarez@abc.com.py

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