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El lenguaje de Renée Ferrer se halla finamente mezclado con la poesía. Caen sobre sus palabras, como permanentes resonancias, las campanadas de la naturaleza poética. No podría ser de otra manera. Renée es una escritora que lleva siempre, por dentro, la musicalidad y la fantasía propias de la poesía.
ORO INCORPOREO
El protagonista no es localista; el viento, siempre andariego, nos lleva a lugares remotos donde se desatan los huracanes, las grandes nevadas, y las mareas; nos muestra sitios ocupados por fondos marinos, desiertos, y selvas; nos desplaza por los corredores sin fin de la imaginación de los niños, cuyo corazón, ese oro incorpóreo, transmite mucha ternura.
Si bien se lee en la contratapa del libro, que el texto constituye un rico aporte a la bibliografía infanto-juvenil paraguaya, cae, como fruta madura, la conclusión de que el mencionado volumen, está llamado a recorrer las aulas de los colegios de cualquier geografía.
EL PABILO ENCENDIDO
No creo estar equivocada: he percibido, a través de una atenta lectura, que la escritora, sin apartarse de la misión didáctica y educadora que se propuso llevar a cabo, se ha entretenido escribiendo los cuentos enlazados por el viento. Tal vez ha llegado, con frecuencia, a la circunstancia en que el alma toma el cuerpo del escritor, quien siente, entonces, la necesidad de manifestar su contento de la manera más extraordinaria.
Estamos pues, ante un libro bueno, capaz de recrear a cualquier lector, y de encender el pabilo de la imaginería.
JINETE DE LA POESIA
Por otra parte, el viento, jinete de Las andanzas de un anhelo, lleva consigo la poesía, que espolea bastante, de modo que el resultado es una sucesión de cuentos con textura poética. Términos poco comunes, que emplea la escritora, conducen a la búsqueda de sus significados; los mismos se encuentran en el vocabulario general de la obra, inserto en el apartado Orientaciones para el estudio de la obra.
Las propuestas de didácticas han sido cuidadosamente elaboradas por Ma. Ángeles Moltó Moreno, Maestra y Licenciada en Filología Hispánica.
Fantasiosa, recreativa, Renée Ferrer tiende al lector un puente imaginario, para ir a presenciar lo que está allí, lo que se encuentra allá, lo que se ve titilar a lo lejos, lo que se halla en todas partes...
BREVE RESEÑA BIOGRAFICA
Renée Ferrer nació en Asunción, Paraguay. Es poetisa, novelista, cuentista y doctora en Historia por la Universidad Nacional de Asunción. Empezó a publicar sus primeros poemas en el periódico del Colegio Internacional. Se doctoró en Historia por la Universidad Nacional de Asunción, con su tesis Desarrollo socioeconómico del Núcleo Poblacional Concepcionero. Es miembro fundador de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP), de Escritoras Paraguayas Asociadas, del PEN Club del Paraguay y de la Asociación de Literatura Infanto-Juvenil del Paraguay.
Pertenece al Instituto de Investigaciones Históricas. Es Académica de Número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española y Miembro Correspondiente de la Real Academia Española. Ejerció la presidencia de la Sociedad de Escritores del Paraguay en el período 1998 - 1999, durante el cual se fundó el Fondo Editorial de la SEP. Tiene numerosas obras literarias publicadas, algunas de ellas traducidas a otras lenguas.
Partida (Cuento de la autora)
Tengo muchos nombres pero nadie me ve. Los vaivenes de mi cuerpo se sienten en todos los recovecos del planeta, mas puedo pasar inadvertido. Me gusta fisgonear por las rendijas, sacudiendo de paso el follaje de los árboles o sacar a bailar a la arena suelta en las orillas del mar. Soy viejo, no obstante, las pandorgas me torean con sus colas y los pájaros eligen mis rutas cuando quieren desplazarse sin mover las alas. Mi presencia es bendecida en el estío y se temen mis arrebatos de furia. Mi carácter voluble se torna adverso o apacible obedeciendo al capricho de los dioses, acaso a las leyes de la naturaleza, o tal vez a mi fascinación por el disfraz.
No diré que me aburro porque no es cierto. En este trajinar que me apasiona he visto islas, montañas y praderas, conocí continentes, me refugié en las costas o en la plataforma submarina; yendo y viniendo desde la tierra al mar, golpeé las puertas de todas las casas y conocí mucha gente. Gente pequeña, grande, gente de todos los colores, de corazón límpido, como las fuentes que murmuran en el adentro de los montes, o de tenebrosos designios, que no quisiera recordar. Visité pueblos diferentes y paisajes contradictorios. Como ando por todas partes se me espera en cualquier lugar. Muchas veces me canso, pero es rara la ocasión en que me quede inmóvil.
No puedo permanecer inactivo, ¿sabes?, algo me impulsa a correr. Tal vez la temperatura se me sube a la cabeza o me crecen alas en los pies; de cualquier manera no controlo mis ganas de zarandear las barbas de los maizales en la temporada de los soles largos, o el prurito de llenarme los bolsillos de nieve, cuando ésta tirita en el silencio de las cumbres. La pasión de cambiar de sitio me viene de mis ancestros, y mi talante andariego se complace en alternar con las personas que encuentro al pasar. Algunas me reciben complacidas, otras corren a trancar las puertas como si me tuvieran miedo.
Hay algo, sin embargo, que quiero decirte. Tengo un deseo que a nadie confesé jamás. Un anhelo secreto me acompaña, y si me prometes no contárselo a nadie lo compartiré contigo: me hubiera gustado ser escritor. Me dirás que esas veleidades no se adecuan a mi persona, que mis atributos son otros, y creo que tienes razón; pero cuanto más me interrogo sobre mis preferencias, más nítida se destaca esa escondida pasión de contar cuentos. ¡Se ven tantas caras y fachadas en este peregrinaje interminable!
Muchas veces en la vida no queremos ser lo que somos, pero nada nos impide soñar. En pos de esa determinación me largué a vagar sin equipaje que me retrasara, sujeto únicamente a las mudanzas de mi humor, que como te dije no es nada estable. En este recorrer parajes y estaciones uno se entera de muchas cosas y hasta te puede desalentar la manera en que se repiten los actos, como si los hombres y las mujeres no aprendieran nunca. Lo cierto es que, hastiado de recoger conversaciones, suspiros y hasta pañuelos distraídos, decidí detenerme a observar las variaciones del azar.
Ya habrás notado que los detalles hablan. Y si aprendes a leer entre líneas comprenderás que los hechos y las personas a veces parecen de una forma y en realidad son de otra. No todo lo que aparenta es. Yo mismo me muestro a veces inusitadamente distinto, lo cual me divierte más de lo que te puedas imaginar. En conclusión que llevado por mi aspiración de ser poeta empecé a buscar la poesía en las cosas sencillas. ¡No te imaginas cuánta riqueza se descubre en el mundo si se sabe mirar!
En realidad las condiciones que poseo me favorecen. Como mi cuerpo es liviano, mi velocidad puede llegar a ser extrema, y cuando se anda ligero se recorren distancias increíbles. Imbuido de la idea de relatar acontecimientos interesantes, comencé a demorarme en los parques, me interné en los suburbios de ciudades dispares; a fin de pasar inadvertido me deslicé a ras del suelo, silbando en los desfiladeros al anunciar mi llegada. El cambio de dirección cual una veleta se convirtió en mi pasatiempo favorito.
Todo parecía transcurrir como antes de mi partida, salvo los latidos de mi corazón. Seguía la misma rutina aprendida en una época demasiado remota para que tú la recuerdes, pero un sentimiento distinto me embargaba. Junto a mis ansias de compilar historias, empezó a crecerme el empeño de ser amigo de los niños, no porque pudiera estrecharles las manos o conversar con ellos, sino porque los miraba con otros ojos.