Razón y locura del poeta

Leyendo el libro Refranes españoles, una recopilación de Hernán Zubizarreta, pensé en ciertos refranes.

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No en vano corre el dicho, desde tiempos casi inmemoriales: “De poetas y de locos todos tenemos un poco”.

Empecemos por la definición de la razón. La razón humana, más que descubrir certezas, es la capacidad de establecer o descartar nuevos conceptos concluyentes o conclusiones, en función de su coherencia con respecto de otros conceptos de partida o premisas.

Vamos ahora a lo que se entiende por locura: Exaltación del ánimo o de los ánimos, producida por algún afecto u otro incentivo.

Pues bien, es bastante conocido el hecho, por decirlo de algún modo, de que una delgada línea divide o separa la razón de la locura. Y esa línea suele desaparecer muchas veces en las personas que tienen una sensibilidad marcada como los poetas, los artistas plásticos, los músicos, los escultores y aquellos seres que dedican su tiempo y su ingenio en hacer obras que no tienen características concretas y que encienden las luces de la fantasía.

En una oportunidad le había mostrado unas líneas de mi poemario Romancero de mi pueblo al poeta y crítico literario Hugo Rodríguez Alcalá. Recuerdo que le dije: “No te parece que mis versos son muy complicados, que nadie los entenderá”. Y él me contestó con su habilidad para explicar los sutiles manejos de las palabras: “No debería la gente escribir versos tan locos. El mismo acto de hacer poesía ya es suficiente locura”.

Pues bien. Bienvenidos sean los versos que se guardan de caer y rodar hasta el abismo.

Pero no vengo a hacer en esta página de juez de nadie, porque el arte es libre y cada poeta debería seguir para su contento y sosiego lo que la corriente de su mente y de su ánimo le dicte.

Y, sin embargo, el autor que pretende escribir un buen libro vive en cierta manera presionado, pues sabe que debe rendir cuentas ante los lectores. Y para hacer buena siembra y cosecha, busca identificar su poesía con los tiempos que corren y con las expectativas de su propia condición humana. A veces pienso que nadie es más cruel que el propio poeta consigo mismo.

Una vez que el artista ha descubierto la importancia de la semántica, que ha visto el reflejo de la sociedad consumista y vulgar en las obras de algunos poetastros y teme caer en tales debilidades, que ha empezado a amar entrañablemente la música interior de la poesía, que ha leído a César Vallejo, aquel vate peruano que no cantaba, sino que gritaba contra las injusticias sociales; una vez que el poeta ha pasado por estas experiencias, se exige. Y a veces se exige demasiado hasta llegar a convertir su acto de creación en un momento de sufrimiento.

Y luego dicen los ingenuos (no los juzgo) que los poetas viven en un mundo color de rosa, que sueñan, que están desentendidos de la realidad. En fin...

POESÍA PARAGUAYA

Para Meme Perasso

Intrusa en esta jungla de detalles,
informes, genocidios y momentos,
la antepenúltima bomba de Irán,
y el desconcierto del amarillo sol
que llega aun así cada mañana,
a veces tengo ganas de esfumarme,
convertirme en manchón de la pantalla,
llorar abiertamente y sin testigos,
reírme de maldades cotidianas,
pedirles que comprendan mi estupor,
contarles cuentos claros, novedosos,
hacer la historia otra, a mi manera,
develar los misterios de la imagen,
ser sólo camarógrafa del día.

Nila López

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