Profeta oscuro

Sobre el filósofo húngaro y profesor emérito de la Universidad de Sussex Itsván Mészáros (Budapest, 1930-Londres, 2017), fallecido el pasado 1 de octubre y cuyo trabajo fue una apuesta a la apertura radical de la historia y una búsqueda sistemática de salidas del actual laberinto, tren que corre raudamente a un abismo cada vez más visible.

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István Mészáros nació en la capital de Hungría y trabajó en el Instituto de Estética de la Universidad de Budapest con su amigo, el filósofo y crítico literario György Lukács (Budapest, 1885-1971), antes de partir a Italia y después mudarse al Reino Unido en 1956.

Ya en el Reino Unido, dio clases en la escocesa Universidad de Saint Andrews, y más tarde en la Universidad de York, en Toronto, Canadá, antes de regresar a las Islas y establecerse como profesor en la inglesa Universidad de Sussex, en la que ocupó la cátedra de Filosofía durante quince años, para luego retirarse a vivir como profesor emérito cerca de Londres, siempre próximo al Workers Revolutionary Party (WRP) británico, en el cual sus trabajos teóricos tuvieron notable influencia. La revista neoyorquina Monthly Review ha publicado muchos de sus artículos en inglés (y también algunos de sus libros –como The necessity of Social Control (2014), que ganó el Deutscher Memorial Prize–, con su sello, la Monthly Review Press).

István Mészáros analizó el capitalismo contemporáneo desde la perspectiva de un filósofo marxista y se interesó también por la investigación del origen y el desarrollo histórico de sus propias herramientas conceptuales en cuanto tal. Rastreó, así, la huella de pensadores como Feuerbach y Hegel –sin desdeñar a otros, como Epicuro– en las ideas de Marx.

En particular, Mészáros se dedicó al análisis del concepto de alienación, que, señala en su Marx’s theory of alienation, se remonta inicialmente a la mitología judeocristiana, en la que se expresa bajo la forma de la «caída», conforme al relato genético de la violación, en el Edén, del orden divino con el pecado original, que aleja al hombre de Dios, es decir, que lo «aliena» de Dios, a raíz de lo cual la misión mesiánica consistirá en rescatar al hombre de dicho estado de alienación al cual él mismo se ha conducido.

Para Mészáros, que en dicha obra glosa minuciosamente a Marx, lo que la universalidad del cristianismo –en oposición al judaísmo– anuncia es la solución imaginaria de la alienación humana en la forma del misterio de Cristo, un misterio que postula la superación de las contradicciones por las que diversos grupos de personas se oponen entre sí como extraños, extranjeros o enemigos.

Fue este reflejo de las luchas sociales en clave mitológica, tanto como su correspondiente resolución mística, según Mészáros, lo que llevó a Marx a apuntar, en La cuestión judía, que el cristianismo solo podría llegar a ser universal (a diferencia del judaísmo, cuyo ethos, valga la reiteración, por el contrario, afirma la superioridad del Dios del «pueblo elegido») mediante la superación teórica de la alienación del hombre respecto de sí mismo y respecto de la naturaleza. El cristianismo, escribe en esa obra de 1970, siempre siguiendo a Marx, que abandonó la discriminación entre un «pueblo elegido» y los «extraños» o «extranjeros» postulando en su lugar una fraternidad universal humana, se privó también de la usura (es decir, de la acumulación de capital como producto del interés usurario), principal vehículo de la expansión económica temprana (1).

El vasto trabajo filosófico de Mészáros, introducción a la apertura radical de la historia –pues, aun siendo un constante crítico de «la compulsión inseparable de la naturaleza del capital», escapa a la definición de fatalista por no considerarla «ni universal ni necesariamente permanente» (2)–, es una búsqueda sistemática de salidas del laberinto actual, tren que corre raudamente a un abismo cada vez más visible. Mészáros siguió en buena cuenta la línea de Lukács en su clásica Historia y conciencia de clase (1923) con su interpretación de la relación entre los sistemas hegeliano y marxista, y, sobre todo a la luz de su propio encuentro con los primeros manuscritos de Marx, trabajó detenidamente el concepto de alienación, ya decisivo en Hegel, para desarrollar su teoría de la crisis estructural, teoría por la que él, Mészáros, es más recordado. Señaló que el peligro estructural del sistema vigente radica en que nuestro modo de producción no puede separar el avance de la destrucción, por grande que sea la amenaza y por alto que sea el precio a pagar, de modo que, cuanto más libere los poderes de la productividad, tanto más desatará los de la catástrofe, y cuanto más crezca el volumen de la producción, tanto más hondo seremos enterrados bajo las asfixiantes montañas de sus desechos (3). Profeta oscuro de los cruciales terrores de nuestro tiempo, al despedirlo este mes de octubre conviene recordar que nunca es demasiado tarde para visitar su legado.

Notas

(1) István Mészáros: Más allá del capital, La Paz, Pasado y Presente, 2010, p. 19.

(2) István Mészáros: Marx’s Theory of Alienation, Nueva York, Merlin Press, 1970, 356 pp.

(3) Istvan Mészáros: The Necessity of Social Control, Nueva York, Monthly Review Press, 2014, pp. 49-50.

juliansorel20@gmail.com

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