Periodismo escrito paraguayo: de la afición a la profesión

Dentro de los parámetros de la prensa continental, el diario ABC Color se ha convertido, en su corta existencia, en el periódico paraguayo de más larga duración continua que sigue en circulación, y, con La Tribuna, constituye uno de los dos emprendimientos más duraderos en materia periodística.

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Estas reflexiones abarcan tanto a la prensa como a la sociedad toda. No es coincidencia que una sociedad inestable, que se desarrolla en un marco de arrebatos y retrocesos, tenga una prensa que siga el mismo camino.

La rica historia de nuestros periódicos tiene puntos altos, como La Prensa, de Blas Garay, La Democracia, de Enrique Ibarra, y El Diario, de Adolfo Riquelme y Eliseo Da Rosa; a más de una serie de miserias, como la legalmente aceptada censura previa de la Denapro, el cierre –definitivo, pero temporal– de ABC Color y la suspensión –temporal, pero definitiva– de La Tribuna.

Eso sin mencionar la represión constante, hasta la clausura final, de aquella experiencia que fue el semanario oficioso católico Comunidad, que se convirtió en faro de crítica, reflexión y denuncia que no podía convivir con un régimen autocrático.

Si bien técnicamente la prensa fue creada a efectos propagandísticos en la primera etapa de los gobernantes vitalicios posterior a la independencia, la prensa en sentido crítico solo fue descubierta en 1869, con La Regeneración, de la familia Decoud. A partir de ahí, la prensa libre consagrada constitucionalmente fue utilizada como instrumento electoralista por las diversas facciones y por mucho tiempo la noticia en sí fue secundaria, pues lo importante era la defensa o la descalificación en el trajín político cotidiano.

La noticia internacional como material periodístico fue abriéndose camino poco a poco a la medida del impacto de los acontecimientos trascendentes del mundo contemporáneo. La Primera Guerra Mundial despertó mucho interés y le fue dedicado un número de páginas creciente, como, naturalmente, sucedió con la Guerra del Chaco (1932-1935), en la que por primera vez observamos la presencia de corresponsales extranjeros dedicados a la tarea de informar sin editorializar.

La historia del periodismo en Paraguay es una historia de empastelamientos, persecuciones, exilios, retornos y reaperturas.

El Denapro (Departamento Nacional de Prensa y Propaganda), siguiendo las ideas de la época, fue un instrumento de claro tinte fascista, pues los periódicos tenían que pasar primero por la censura gubernamental antes de publicar los artículos y comentarios.

Se intervino la prensa con imposición de directores, y el caso más ilustrativo de la época fue el del diario El País, de los hermanos Artaza, del Partido Liberal, que pasó prácticamente a convertirse en vocero oficial de otro partido tradicional. Quizá la anécdota más reveladora haya sido la prohibición de publicar el fallecimiento de don Eduardo Schaerer en su exilio bonaerense, prohibición que recayó en su propio diario. Ni muerto se salvó de la censura. Su diario, La Tribuna, sin embargo, se las arregló para sobrevivir durante casi toda la etapa dictatorial adaptándose a los tiempos, publicando solo los anuncios oficiales, y exento de toda página editorial.

Y así llegamos a 1967, con un país en transformación gracias al crédito internacional que la guerra fría puso a disposición del gobierno del presidente Stroessner. Se multiplicaban las obras públicas y el empleo partidario y se dio inicio a la importación del agro business con la creación del Plan Nacional del Trigo, que realmente descubrió la soja como cultivo alternativo.

El país estaba listo para una prensa independiente, empresarial, que adoptara todos los avances tecnológicos dejando de lado el plomo derretido para sustituirlo por el sistema offset, y así nació el diario ABC Color, en tamaño tabloide y con la novedosa introducción del color.

Como todo lo novedoso que acontecía en el país, la inauguración del diario el 7 de agosto, día de San Cayetano, santo del trabajo y la producción, tuvo como protagonista al propio presidente de la República, Alfredo Stroessner.

Si bien en un principio la línea editorial de ABC Color parecía hacer esfuerzos por agradar al gobierno, publicitando las obras de infraestructura y los cambios en general, tales como la construcción de la primera represa hidroeléctrica de Acaray, que le daría un nuevo rostro a Paraguay, toda prensa independiente, tarde o temprano, tiene que reflejar las realidades y enfrentarse al gobierno, último responsable del acontecer político y económico.

Ese camino fue lento pero inexorable. Un chiste repetido en la prensa mundial, adaptado a la realidad paraguaya, tuvo como consecuencia el arresto del jefe de Redacción, Roberto Thompson Molinas, enviado como soldado raso a los fortines chaqueños para comprobar «la valentía del soldado paraguayo». Nunca más regresó a la plantilla de ABC.

La ruta de la colisión estaba trazada. Los posteriores aspectos controversiales de la política nacional ya encontraron a ABC en la vereda de enfrente. Antes o después, la prensa independiente se vuelve crítica. La denuncia de la creación del monopolio pseudo-privado de Repsa, que adquirió una refinería obsoleta y tenía precios controlados a capricho del gobierno, fue fruto de la investigación periodística de ABC, lo mismo que lo concerniente al Tratado de Itaipú, que hasta el presente tiene a ABC como abanderado de una oposición inclaudicable.

La corrupción, cada vez más visible, también genero artículos y comentarios, respondidos con apresamientos de periodistas por orden ejecutiva extra judicial.

Todo apunta al desenlace final, del 22 de marzo de 1984, cuando el Ministerio del Interior ordenó el cierre definitivo del periódico.

Para evitar reacciones en contra por la eliminación de empleos, a instancias del gobierno el señor Nicolás Bo abrió el diario Noticias, que se nutrió prácticamente de todo el personal no comprometido políticamente de ABC Color. Más adelante, este diario contrató como director al antiguo jefe de Redacción de ABC Color, que llevó a muchos de su plana mayor, desempleados en ese momento. Con lo que se dio un desenlace curioso: ABC estaba cerrado, pero los periodistas de ABC escribían para el diario del amigo del presidente.

El cierre definitivo de ABC se volvió temporal al caer el gobierno el 3 de febrero de 1989. Volvió a aparecer entonces, a cinco años exactos de su clausura original. En ese lustro la tecnología no había dejado de avanzar, y la gran novedad de la sala de Redacción de ABC Color de 1989 respecto de la de 1984 fue la jubilación de la ruidosa máquina de escribir y el silencio de la pantalla de la computadora.

Hace unas semanas se festejó el cincuentenario de ABC Color, que hoy nuevamente, por su crítica implacable, no cuenta con la simpatía del gobierno en funciones. Y el ciclo se repite: la prensa independiente y el poder político se mueven en un margen de controversia y conflicto.

Bibliografía

Carlos R. Centurión: Historia de la cultura paraguaya, 2 tomos. Asunción, Biblioteca Ortiz Guerrero, 1961.

Víctor Simón: Inicios del periodismo paraguayo, 1973.

Beatriz González de Bosio: Periodismo escrito paraguayo, 1845.2001: de la afición a la profesión, Asunción, Intercontinental, 2000.

Gomes Freire Esteves: Historia contemporánea del Paraguay, 1869-1920, Asunción, Napa, 1983.

Alcibiades González del Valle y Edwin Brítez: Por qué clausuraron ABC Color. Asunción, Editorial Histórica, 1987.

beagbosio@gmail.com

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