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«Tenía un fuerte afecto personal por Jorge Luis Borges. Esto, creo, fue recíproco y reforzado por el hecho de que ambos teníamos el mismo apellido». Anthony Burgess, Prólogo al Dictionary of Borges (1990).
En Borneo, en 1958, el profesor Anthony Burgess perdió el sentido mientras impartía una clase de historia. Se le diagnosticó un tumor cerebral inoperable y se le pronóstico un año de vida, en el mejor de los casos. Burgess se dedicó entonces a escribir frenéticamente y a diario para poder dejarle los derechos de autor de las obras que lograra concluir en sus 365 últimos días de vida a su esposa, Lynne, como herencia.
Burgess, sin embargo, contra el pronóstico médico, sobrevivió; no así su mujer, que murió antes que él, de cirrosis hepática. A pesar de ese cambio radical de circunstancias, Anthony Burgess siguió escribiendo del mismo modo cuantioso y sostenido una obra que es tan rica y tan vasta como poco conocida.
He aquí unas cuantas entradas para un posible glosario futuro del universo de Burgess, en ocasión del centenario de su nacimiento, que este año se celebra.
Aspirinas
Tanto F. X. Enderby (protagonista del ciclo novelístico conocido como el «Cuarteto de Enderby») como Alex DeLarge (protagonista de La naranja mecánica), cuando fantasean con el suicidio, vislumbran como la mejor vía la sobredosis de aspirinas.
Cabalística
La novela Enderby por dentro podría ser definida en su contenido y configuración como una triada cabalística, pues es un libro en tres partes (I, II y III), cada una de las cuales, a su vez, está subdividida en tres capítulos (1, 2 y 3), dentro de cada uno de los cuales hay tres secciones (Uno, Dos y Tres).
La naranja mecánica es una novela regida por el número siete, pues la primera, la segunda y la tercera parte tienen cada una siete capítulos, numerados en cada una de las tres partes del 1 al 7.
Por otro lado, cuando es ingresado en la pavloviana correccional, Alex pierde su nombre a cambio de un número: 6655321.
En la novela El doctor está enfermo (1960), leemos que «Edwin levantó el auricular, marcó –recordando a su James Joyce– EDENville 000, y preguntó por Adán».
Estética
«Uno no producía novelística, incluso del tipo jamesiano superior, con el fin de explicar la vida, sino para esquivarla» (Llueve en Roma).
«La poesía es un trabajo de anarquistas. La poesía la hacen los rebeldes y los exiliados y los marginados, la ha hecho gente independiente, no los que bailan, como ovejas, bravos al papa. Los poetas no necesitan religión ni tampoco cotilleos en las malditas fiestecillas literarias, son ellos quienes hacen el lenguaje y hacen los mitos. Los poetas no necesitan a nadie más que a sí mismos…» (Enderby por dentro).
Estética hölderliana: «El pensar es para los glupos (idiotas); los umnos (listos) usan la inspiración y lo que Bogo (Dios) les manda» (La naranja mecánica).
En la ficción burgessiana, el personaje del Dr. Branom representa a todo crítico o lector purista pertrechado tras su paranoia exegética, su posición conservadora de la lengua:
«–Muy curioso –comentó el doctor Brodsky– ese dialecto de la tribu. ¿Sabe usted de dónde viene, Branom?
–Fragmentos de una vieja jerga –dijo el doctor Branom–. Algunas palabras gitanas. Pero la mayoría de las raíces son eslavas. Propaganda. Penetración subliminal».
(Los miedos del doctor Branom recuerdan el pensamiento de ciertos poetas «neobarrocos» nativos de Carteslandia puestos en vilo por la penetración del portunhol salvaje y otros híbridos o formas de jopara transfronterizos).
«John Dos Passos estaba preparando su trilogía izquierdista –formalmente más experimental que nada de lo que Hemingway fuera a escribir, pero tosca por su explícita parcialidad política. Dos Passos se inclinaba hacia el comunismo; Hemingway, pese a La quinta columna y a Por quién doblan las campanas, que pertenecen al periodo de la guerra civil española, cuando todos los hombres de buena voluntad se inclinaron por los republicanos, nunca se convirtió en escritor político, un signo de su fuerza creativa. Pese a sufrir después los ataques de la izquierda norteamericana por su hedonismo neutral, se mantuvo firme en el único derecho y deber del escritor: mostrar las cosas y las gentes como son, no coloreadas por ideologías» (Ernest Hemingway y su mundo).
Filosofía
Si hubiera que entresacar de la obra de Burgess algunos principios y postulados filosóficos, no podrían omitirse los siguientes:
«No debe usted preocuparse demasiado por el futuro. Basta con preocuparse con la siguiente copa» (El doctor está enfermo).
«Los hombres, que creían ser los que usaban, probablemente siempre habían sido los usados» (Llueve en Roma). Posición cercana a la de Baudrillard.
«La vida no es hacer camas, sino deshacerlas» (Llueve en Roma).
«El hombre –dijo Enderby– es un árbol. Da frutos. Cuando deja de dar frutos, se le acaba la vida» (Enderby por dentro).
«Toda nuestra estrategia se basa en mentiras» (Sinfonía Napoleónica).
Kubrick
Sinfonía Napoleónica (1974) está dedicada a «Stanley J. Kubrick, maestro di color».
Luz pavloviana
Una imagen pavloviana y violenta de la luz se encuentra en una sentencia en las páginas de la Sinfonía Napoleónica: «La buena iluminación desalentaba el delito».
Madrastra
La madrastra de Enderby «le había matado a las mujeres» y le había dejado el hábito de desayunar «té estilo madrastra (es decir, recalentado)». La madrastra de Burgess, Maggie Dwyer, llevó a su vida a dos mujeres, en este caso, dos hermanastras.
Militares
Mi ejemplar de la novela de Burgess Llueve en Roma es de la edición lanzada por el sello argentino Emecé en noviembre de 1977, en pleno periodo militar en el país vecino, tiempos que casi coinciden con los del encuentro de Borges y Burgess en la embajada americana de Estados Unidos, en Washington, durante una velada, según nuestro inglés, llena de espías gubernamentales, alertas por si el ciego de Ginebra soltaba alguna broma contra los milicos y en la que para despistarlos ambos conversaron en anglosajón («anglo-saxon»).
Mujeres
«Las mujeres son totalmente ineducables» (Sinfonía Napoleónica).
Música
Amante de Webern, Schoenberg (Moisés y Aarón), Hindemith, Purcell, Thomas Arne, Haendel (Oda a santa Cecilia), Bellini, Mozart (Don Giovanni e Idomeneo), Carl Maria von Weber (Oberón), Bizet (Carmen), Richard Strauss (Der Rosenkavalier), Sibelius, Debussy (Danzas sagradas y profanas), Wagner (Tristán e Isolda, Sigfrido y el Crepúsculo), Elgar, Berlioz (L’Enfance du Christ), Beethoven (la Novena), Burgess se desmarcó de ciertas músicas de vanguardia («En París [Hemingway] ofendió al decir de la música de George Antheil que él prefería a Stravinski sin soda, un juicio muy de oído sobre el “chico malo de la música”, protegido de Ezra Pound y conocido hoy día principalmente por sus triviales partituras para cine», cuenta en Ernest Hemingway y su mundo).
El rechazo de Burgess hacia la música pop comercial («jóvenes patanes con guitarras») se puede ejemplificar con diversos pasajes de sus obras.
Así, en Llueve en Roma, hallamos este: «Y cuando se anunció un grupo pop llamado Los Muertos Agradecidos [The Grateful Dead], él afirmó sus derechos. El conductor se puso hosco, porque también tenía sus derechos, pero cedió».
Del mismo modo, en Enderby por fuera, un pop-singer es asesinado «mientras aúlla sus tonterías en el escenario».
En El doctor está enfermo, otro cantante pop es herido por una de sus admiradoras.
En Enderby por dentro, leemos: «El cantante pop adolescente más mediocre es mil veces más admirado que tú. ¿Quién se va a preocupar de si escribes o no buena poesía? Hoy todas las canciones pop hablan de amor. Amor, amor, amor. Está en todas las canciones pero no en la realidad».
Y también:
«Gladys comenzó a cantar, pop basura compuesta por un adolescente, muy oído en los programas de radio. Ella cantó en voz alta. Excitado, Enderby gritó: “Oh, por Cristo, ¡cállate!” Gladys estaba indignada. “¿A quién demonios crees que le estás hablando?”, preguntó ella, amenazadora.
–¡Estoy tratando de escribir un poema! –dijo Enderby.
“Este”, dijo alguien, “se supone que es un pub respetable”.
Enderby terminó su whisky y se fue».
Poemas y Poetas
Poemas y poetas atraviesan la narrativa de Burgess (que también escribió poemas). Como en este diálogo de El doctor está enfermo:
«–¿Cree que es mejor ser radiólogo que poeta?
–Sí, claro. A fin de cuentas, salvamos vidas, ¿no?»
«Qué pocos entre los millones de poemas que, como muchachas coquetuelas, nos hacen señas desde la espesura, se dejan atrapar», leemos en Enderby, cuarteto de novelas cuyo protagonista es un poeta.
En La naranja mecánica, uno de los drugos, Lerdo, usaba una máscara del poeta romántico inglés Shelley.
También los epígrafes generalmente son de poemas; en Enderby por dentro, son versos de Jules Laforgue. En Enderby por fuera, de Rubén Darío:
«Esperad todavía.
El bestial elemento se solaza
En el odio a la sacra poesía
Y se arroja baldón de raza a raza».
El poeta romano Giuseppe Gioacchino Belli (1791-1863), autor de poemas obscenos en dialecto romanesco, es traducido por el protagonista de Llueve en Roma.
Nadsat et alia
«Sheila», en Manchester, significa muchacha, mujer, chica, «yiyi». El término aparece en la novela de 1960 El doctor está enfermo (mi ejemplar es de Plaza & Janés, 1986), dedicada a su primera esposa, Lynne, una especie de viaje al modo del After hours de Scorsese por el laberinto londinense de un profesor –de apellido poético, Spindrift, «rocío, espuma del mar»– de filología en Birmania, enfermo (al mismo Burgess se le detectó en esos años un tumor cerebral. La autobiografía siempre alimentó sus libros).
En las traducciones clásicas al castellano hay términos centrales del léxico de Burgess procedentes de diversas obras suyas, como:
Bogo: Dios.
China: mujer.
Lubilubar: hacer el amor.
Nadsat: adolescente.
Finneganswakeada: forma verbal derivada del título de la obra de Joyce, Finnegans Wake: «…y la salmodia intermitente fue finneganswakeada por Enderby».
War awe warthog Warsaw Yaw: encadenamiento de palabras sin sentido para justificar el bostezo (El doctor está enfermo).
Roma
Sinfonía Napoleónica fue escrita en Roma, capital del catolicismo –religión de Burgess, de su maestro, Evelyn Waugh, y de otros monstruos de la literatura inglesa moderna, como Graham Greene (a quien entrevistó), Chesterton (cuya autobiografía reeditada prologó) o Muriel Spark–, y es Roma la ciudad a la que peregrina Enderby en el primer tomo del cuarteto, y en la que transcurre Las mujeres romanas (título de Plaza & Janés; Llueve en Roma en la versión de Emecé).
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