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La guitarrista paraguaya Berta Rojas, el director y arreglista argentino Gustavo Spatocco y la Orquesta Sinfónica Nacional brindarán el próximo viernes, la primera como solista, el segundo al frente de la OSN, el concierto Un puente entre dos cielos: un repertorio de obras paraguayas y argentinas con arreglos del citado maestro Spatocco, de Carlos Franzetti y de Mauricio Cardozo Ocampo, que incluye versiones orquestales de La Catedral, de Agustín Barrios, Taquito Militar, del recientemente desaparecido Mariano Mores, La Balada del Indio, de Ismael Ledesma, La Trampera, de Aníbal Troilo, y Café (1930) de Astor Piazzolla, entre otras piezas.
No es la primera vez que ambos músicos trabajan juntos. Spatocco es productor y director del último disco de Rojas, La Historia del Tango, basado en la suite homónima de Astor Piazzolla.
Cada uno de los cuatro movimientos de la suite de Piazzolla –Bordello 1900, Café 1930, Nightclub 1960, y Concert d’Aujourd’hui– recrea un momento histórico con rasgos musicales distintos. De esta obra, escrita para flauta y guitarra, hay desde hace tiempo transcripciones diversas, para cuarteto de clarinetes, de saxofones, y para violín, por ejemplo, y el jazzista Al Di Meola –con el bandoneón de Dino Saluzzi– la incluyó en el repertorio de su agrupación World Sinfonia. En ese contexto se inscribe la adaptación para guitarra solista y orquesta –o para la guitarra de Berta Rojas y la Camerata Bariloche– realizada por Carlos Franzetti. Conversamos sobre todo esto con Gustavo Spatocco y Berta Rojas.
BERTA ROJAS: «ES LA PRIMERA VEZ QUE UNA GUITARRA CLÁSICA SOLISTA Y UNA ORQUESTA HACEN TANGO»
Berta, la suite de Piazzolla Historia del Tango es el corazón de tu último disco, que tiene su propio rumbo y carácter. ¿Qué toma, qué suma, qué matiza, qué cambia?
La inspiración de la obra es la tradición tanguera: refleja cuatro etapas de la historia del tango. Nosotros sumamos a esto una visión totalmente nueva de la obra al orquestarla de modo que quedara la guitarra como voz líder del grupo orquestal. El gran arreglador Carlos Franzetti da una lección de orquestación, respetando el texto original y agregando una masa orquestal que amplía la sonoridad y la enriquece enormemente. Es la primera vez que una guitarra clásica solista y una orquesta hacen tango.
La guitarra ha estado con el tango desde el inicio, y antes, desde luego, que el bandoneón. ¿Qué caracteriza la técnica y el espíritu de la guitarra tanguera (la sensibilidad, la síncopa, el swing...)?
Es un orgullo para mí que hayamos rendido este tributo al tango con el sonido de la guitarra clásica, y que hayamos ampliado nuestro lenguaje al hacerlo. En mi paso por Buenos Aires traté de incorporar fraseos y articulaciones propias del tango, que pudieran darle a la guitarra clásica –con mucho respeto– matices más cercanos al género al que rendimos homenaje. Y, simultáneamente, le aportamos lo que la clásica tiene en su tradición, la implacable búsqueda de la claridad en sus líneas, la belleza de su sonido entre ellas.
La guitarra de acompañamiento fue la que marcó el trabajo de este instrumento en el tango hasta que se hizo solista. Hay mucho que decir sobre esa guitarra de acompañamiento, arrabalera, del pueblo. Es el sonido mismo del tango el que está en su mano derecha.
En mi caso, es el canto el que me guía, porque ese fue, sobre todo, mi rol. De Gardel, Sosa, a la Tana Rinaldi: tanto para escuchar y aprender. Ha sido un hermoso viaje para realizar este homenaje de la guitarra clásica al tango.
¿Te sientes cómoda tocando tango? ¿Son códigos universales los del tango –la pasión, la bronca, la melancolía...?
Mi trabajo es libre... si no lo sintiera profundamente, y si no sintiera que aportara algo, no lo haría. La música es comunicación. Y tiene, sin importar el género, todo el universo del compositor metido en sus líneas. Hay que adentrarse en ellas para ir revelando sus secretos... Son códigos universales, sí, pero tu lectura de ellos es siempre personal.
¿Cómo sintoniza un intérprete con el tango para –con su guitarra, en tu caso– transmitir lo que este género musical libera en su interior?
Cuando la guitarra se hace canto es cuando comunica lo que la música tiene guardado en su interior. Decía Paquito D’Rivera que no se necesita peluquín para tocar Bach, que lo que se necesita es ser un buen músico. Para acercarse a cualquier género hace falta eso, ser un buen músico, y respetar siempre el noble arte de comunicar con sonidos la inmensidad de emociones que la música puede generar, en uno mismo y, en consecuencia, en los demás.
GUSTAVO SPATOCCO: «LA MÚSICA NOS RECUERDA PARA QUÉ VIVIMOS»
Gustavo, como productor musical y director orquestal del disco Historia del Tango, cuyo corazón es la suite homónima de Piazzolla, ¿qué crees que toma de él este disco, qué suma, qué matiza o cambia?
Creo que Piazzolla nos ha dejado a todos los músicos como legado la síntesis de tradición y renovación, de intelectualidad y emoción.
Es un músico que representa como pocos la idea de que la música puede ser de mucho rigor a la vez que muy popular y accesible a todo oído sensible.
Con respecto a La Historia del Tango, en particular, es una obra que fue escrita para guitarra y flauta, y que en sus cuatro movimientos ilustra la evolución del tango a través del tiempo. En esta ocasión fue reinstrumentada para la Camerata Bariloche y Berta por Carlos Franzetti. Esta relectura de Carlos generó nuevas y muy interesantes ideas, generando una obra con un atractivo adicional.
¿Qué nos dices, como músico y, en este caso, director, de tu experiencia al conducir una orquesta sinfónica para interpretar tango? Claro que el mismo Piazzolla ya saltó, en este género, los límites entre música culta y popular, y que no fue el primero, pero tal vez siempre sea un desafío preservar la frescura, lo callejero (parte de esa vitalidad puede ser lo técnicamente «malo») al hacerlo...
Es cierto que ambos mundos tienen sus técnicas y prácticas propias, pero luego de trabajar mucho tiempo en esa intersección entre lo popular y lo académico estoy convencido de que la naturaleza de la música es más similar a la de un puente que a la de un muro. Estas experiencias son muy enriquecedoras para los músicos de los organismos sinfónicos, ya que representan un desafío estilístico y permiten establecer un vínculo mucho más directo con el público.
Como bien dices, preservar lo callejero, o la frescura, es una dificultad, ya que ese espíritu tiene que ver también con la elasticidad y con la personalidad que le pueden imprimir a la ejecución conjuntos musicales más pequeños que una orquesta, y es un desafío tratar de conciliar esa diferencia. Siempre digo que el ideal es tratar de potenciar lo mejor de ambos mundos, teniendo en cuenta que es una búsqueda que lleva a lugares nuevos, no a una imitación. En este sentido, es crucial que los arregladores sepan y conozcan de ambos estilos para poder llegar a buen puerto.
¿Te sientes cómodo con el tango, te sientes diestro en los códigos de su lenguaje (que tal vez sean los códigos universales de la pasión, la bronca, la melancolía...)? ¿Sientes que sintonizas bien con el tango para transmitir lo que este género musical libera interiormente?
Como bien dices, la música es un medio que expresa con una intensidad inexplicable sentimientos que nos tocan a todos, no importa la nacionalidad, ni la edad, ni el estatus.
Es el gran y bello misterio de la música.
Yo no soy específicamente un músico de tango; prefiero definirme más como un admirador de todas las músicas que tuvo la bendición de nacer en un continente con una riqueza musical inigualable, y que además gusta de la tradición académica.
Mi camino dentro de la profesión como músico popular me fue llevando a arreglar y dirigir orquestas, y me siento muy a gusto con la tarea de facilitar la reunión de talentos y sensibilidades que eso supone.
Has sido productor y arreglista de Mercedes Sosa durante más de veinte años, aparte de haber trabajado también con músicos como León Gieco, Charly García, el Chango Spaciuk, y además de productor y arreglista, y de director, eres compositor y pianista. ¿Estás contento? ¿Es una amante ingrata, la música, como dicen algunos? ¿O es buena amante?
La música es la razón de mi vida, y estoy muy agradecido y feliz de todo lo que me dio y me sigue dando.
Siento que es un privilegio, y que también implica la gran responsabilidad de hacer la mejor música de la que sea capaz.
En el mundo que nos toca vivir, a veces ese gesto puede parecer una banalidad, pero también puede ser algo valioso.
En una sociedad de consumo feroz como esta en la que estamos inmersos, los valores inmateriales como el amor, la belleza, la bondad, son los que nos recuerdan para qué vivimos.
Y la música nos propone precisamente esto, conectarnos con lo mejor de lo que somos.
También esta profesión nos da la oportunidad de seguir aprendiendo siempre, al conocer a personas que pasan a ser amigas para toda la vida.
Tal es el caso de Berta.
Uno comienza trabajando con ella con la admiración que su música nos provoca, y termina luego encontrando al tesoro de persona que hay detrás.
Esta experiencia me reafirma en que detrás de los grandes artistas siempre hay grandes espíritus, profundas sensibilidades, gente que hace de la búsqueda de la belleza el motor de sus días.
También tengo la felicidad de trabajar para este concierto con Pinchi Cardozo Ocampo, que hizo unos arreglos formidables. Sus obras, junto a las que arregló Franzetti, y a algunos otros arreglos míos, son las que conformarán el repertorio que interpretaremos junto a los profesores de la Orquesta Sinfónica Nacional. Decidimos llamar al concierto Un puente entre dos cielos porque será una oportunidad de unir las músicas de Argentina y de Paraguay, sabiendo, hoy más que nunca, que somos parte de una misma Patria Grande. Me siento muy honrado de participar de este concierto y quisiera aprovechar para agradecer a la gente de Dequení y a todos los que hicieron posible este proyecto. Y, desde ya, me encantaría invitar a todos los lectores del Suplemento Cultural a que vengan. Porque será una noche inolvidable.
juliansorel20@gmail.com