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La treta a la que recurre Nila López es un recurso interesante, si bien la estrategia de la novela epistolar no es nueva; es difícil encontrar una técnica muy original en la novelística, ya que es un género muy curtido, aunque Nila nos demuestra su habilidad de alternar verso y prosa, de igual nivel literario; cuando escribe prosa, igual es poética sin ser versificada y la poesía es personal, rica en recursos poéticos que descubren su alma sensitiva y soñadora. La característica especial del lenguaje poético de Nila López es la plasticidad; ella posee una capacidad de vocación que sugiere un mundo creado fuera de la objetividad sensible de las cosas, lo cual abre la imaginación del lector para plasmar imágenes en el plano emocional.
Debido a la plasticidad, la visualización de las gaviotas genera la emoción; el mar y su oleaje son el otro elemento que confiere un carácter prodigioso que desciende del cielo y otorga a la descripción poética una significación estilística profunda.
La interrogación retórica y la imagen visionaria son dos recursos poéticos que Nila López utiliza con maestría para reforzar el interés en la lectura y suscitar el suspenso.
Novela de amor. No exenta de erotismo, erotismo fino que sublima el amor carnal para convertirlo en melodía y voces susurrantes. Constanza oye con embeleso palabras de amor que la deslumbran; es Renato quien las pronuncia: “Me llevas a los cielos más altos que el cielo que conozco. Me enredas en el canto de todas las canciones. Tu cuerpo es tan hermoso que no puedo observarlo sin asombro. Besarte es encontrar la huella del alimento perdurable y cierto. Tocarte es llegar al paraíso. Acariciarte, ser dueño de todos los milagros que en la tierra existieron. Y juntarte así toda a mi cuerpo es la resurrección completa, es el incendio, la gloria de encontrar al fin tu par, ese encaje perfecto de cada zona de nuestros recipientes”. (21)
Con el mar y las garzas se pueden ensayar dos lecturas: la argumental, la historia real de las aves, y la otra, la de la leyenda “cuentan que en las noches azuladas se transforman en hermosas criaturas inaccesibles”.
El personaje femenino queda subyugado ante las garzas; ella les atribuye un poder de una dimensión desconocida. Las garzas, al atardecer, cuando el sol declina, se reúnen en la playa, dan giros lentos, casi marciales formando tres círculos. Esta ceremonia se repite sistemáticamente. Ángela, la protagonista de Nila, es también escritora; nuestra novelista transfiere en ella toda su emoción, y hace que Constanza escriba como en un diario todo lo que ocurre, lo que siente, “su bullicioso amor, con estos latidos, que me retumban en el corazón”.
El intercambio de cartas marca el avance de la novela, los secretos de amor, las técnicas amatorias, la elevación espiritual hacia el amor total, la cúspide del placer. El amor de Constanza y Renato a veces es huracán; otras, frenesí, o ardores contenidos o despiertos. En la correspondencia de los amantes hay muchas definiciones del amor: “Es el Amor el que mueve la gran montaña del Tiempo Humano”. El texto avanza sobre el tema que convoca a vivir el amor en función de lo que musicalmente se suele dar en llamar cadencias unas veces, variaciones en otras. No hace falta ser experto en música para apreciar la musicalidad y cómo las frases de amor parecen modularse con diferentes sonoridades, ritmos simbólicos en que el yo romántico se expresa como en poemas en que la ilación temática y la discursiva tienen poco que ver con la ilación temporal; porque Nila supo crear la temporalidad ligada a la dimensión anecdótica; siempre imbricada a la poeticidad y su capacidad discursiva y argumentativa desembocan en un momento reflexivo, lo que hace que, por momentos, el texto pierda su pujanza, pero queda claro que existe un nudo psíquico. Constanza se resiste a entregarse a los fluidos magnéticos, a la atracción entre “hembra y macho”, aunque luego sucumbe ante el cerco de Renato. Un discurso compulsivo: ambos amantes expresan su amor con vehemencia y hallan la convergencia entre el amor espiritual y el físico.
Esta dinámica le permite al narrador ir desgranando todos los elementos temáticos, tanto a nivel racional como a nivel simbólico o metafórico. Al huir de la cronología de los acontecimientos externos, el relato del yo se constituye en un espacio temático en el que los acontecimientos desordenados solo tienen cabida en función de recuerdos, exaltaciones del espíritu, juegos de la memoria de ambos protagonistas, Renato y Constanza.
“Así nomás somos, ambos, a veces entrañables, viscerales, carnales en nuestras maneras, otras veces, somos Zen, pacientes, meditabundos, intensamente espirituales… dejamos hablar al cuerpo, a sus furores y a su propia mística. Así somos en nuestras correspondencias”. (53)
“Con mucha ternura, con mucho afecto, dices. Yo digo con pasión combatiente, mi voluntad sin claudicaciones. Pero para qué quiero tu dulzura de papel, si luego de tantos altibajos, siento la boca cargada de reproches que me agobian”. (66)
Distintas metáforas expresan el amor combatiente al ritmo de los aconteceres, “suave como una aurora, todavía estrellada, así ha llegado tu primer mensaje después de Mtanto tiempo”. (97)
Pasión y furor en Constanza: “…Testimoniales enteras, algunas mujeres modelamos esta arcilla nostálgica, con los ojos abiertos, arrojándonos desnudas en las tinieblas del amor”. (106)
“…Todo ha de ser transparente y virginal en mis actos. Nada debe alterar la luminosidad de mi inocencia. Me mantendré sereno en un estado místico para que mi carne y mi alma reposen de los efectos del ‘mundo’”. (107)
Las garzas, sus vuelos y rondas crean un aura misteriosa que los amantes desean interpretar; el vuelo, el aleteo y el deslizarse en bandadas sobre la arena de la playa, al aparearse, el roce de los picos en el juego amatorio hacen nacer pensamientos delicados. Cada evolución de las garzas se transforma en fuerza poderosa que configura el destino de Constanza, que desea descifrar el significado de los círculos que las garzas describen alrededor de ella; ve el vuelo con ondulaciones diversas; sueños y escenas reiterativas que desean interpretar el lenguaje de las garzas, con lo que la escritora desea convencer a sus lectores de la magia de las garzas, de su imagen blanca, de que su graznido forma parte de una fuerza cósmica y que ellas tienen un arcano en el universo. El graznido también es poesía, las aves se comunican con los humanos; Nila deja que Ángela, la escritora de su novela, apele a la teoría de los iniciados y que los practicantes del Chi Quong aclaren la alegoría encubierta, como un desafío a las bailarinas de ballet. Con ello Ángela consigue develar la incógnita suprema sobre las diversas formas del amor humano.
El relato se completa con la fusión del amor humano carnal-espiritual que refleja los secretos de la garza que Nila convierte en elemento altamente simbólico: la elegante garza blanca de cuello grácil, pico rosado, de movimientos rítmicos y complejos, es un modelo a imitar para lograr la plenitud amatoria.
Concluyo que la lectura de la novela puede hacerse en dos niveles; el de la fábula, la historia de amor dada mediante misivas, y la otra la lectura de los símbolos, cuya interpretación semiótica de cada figura que traza la autora hace referencia a una realidad humana, cual es el amor en sus distintas facetas y su relación con la imagen de la garza, símbolo del arte, del amor hecho poesía y del amor erótico como conjunción perfecta del hombre y la mujer.
Editor: Alcibiades González Delvalle - alcibiades@abc.com.py