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La autora, después de referirse a diferentes aspectos de la religiosidad popular, encara la costumbre de levantar un pequeño oratorio en el sitio donde se produce una muerte violenta y, con frecuencia, se tejen numerosas creencias en torno a algunos de estos sitios.
Luego, se incluye en el libro una larga lista de estos sitios con un breve relato de su origen, además de referencias a costumbres más ligadas a la tradición cristiana como San Onofre, San Cayetano, Espíritu Santo, San La Muerte, San Son, Virgen de Itacuá, Virgen de Itapé, Virgen de la Aparecida, Virgen de Caacupé, Virgen Desatanudos, etcétera.
A MODO DE PRESENTACION
El crítico de arte Ticio Escobar, que tuvo a su cargo la coordinación general del programa Identidades en tránsito, escribe la presentación de este trabajo en el que señala, entre otras cosas: Como lo es, en general, en América Latina, en el Paraguay la religiosidad constituye uno de los escenarios privilegiados en donde se constituye la cultura popular. Los ritos y otras formas expresivas vinculadas a la devoción de ciertas figuras y lugares (santos patrones, personajes milagrosos y protectores, espacios de culto) configura constelaciones fuertes de sentido que movilizan representaciones, creencias y prácticas de grandes sectores rurales y suburbanos. Se considera a éstos como populares en cuanto organizan sus experiencias, memorias y deseos según claves diferentes a las manejadas por la cultura hegemónica y según sensibilidades que corresponden a percepciones particulares de la realidad.
El devenir de lo religioso popular supone tanto la adopción de un culto extranjero, el cristiano, como la activa presencia de diversos procesos transculturativos basados en la continuidad, el cambio y el reajuste de creencias y formas de procedencia indígena, básicamente guaraní. A partir de esta historia problemática y de cara a las transformaciones que exige la modernidad, la religiosidad popular se encuentra ante el desafío permanente de reafirmarse como producción simbólica alternativa.
Nanda Leonardini estudia algunos ejemplos específicos en los cuales se manifiesta hoy esa producción alimentada de la memoria y abierta a apropiaciones y cambios. Su estudio no pretende cubrir un espectro muy amplio de situaciones sino detectar algunas figuras del culto popular (especialmente las relativas a la devoción de la cruz) para promover, en el contexto de un seminario, la realización de investigaciones en un ámbito poco relevado aún. Dada la duración de su trabajo, la profesora Leonardini optó por levantar casos que tienen por sede la propia ciudad de Asunción y ciertas localidades relativamente cercanas a ellas. Esta selección tuvo como objetivo, por otra parte, ilustrar la posibilidad de encontrar señales de la cultura popular no sólo en las regiones rurales, tradicionalmente comprendidas como espacios naturales de las mismas, sino en cualquier sitio de un territorio animado por convicciones, credos y tradiciones plurales. Nanda trabaja a partir de la memoria local y propone un diccionario hecho con historias pequeñas y anécdotas que conservan el tono de sus informantes. Registra, en general, casos poco conocidos de la religiosidad popular, situaciones ligadas a barrios concretos y a menudas historias suburbanas, sucesos ocurridos en los lindes del espacio público y mucho más allá, o más acá, de la acción oficial de la iglesia. A veces, consigna figuras reconocidas por el culto eclesiástico (como el de la Virgen de Caacupé) pero sólo en cuanto las mismas se encuentran resignificadas popularmente y en la medida en que sus devociones rebasan los contornos canónicos.
Mucho más que pretender cubrir un temario, tarea que resultaría inabarcable, este breve diccionario busca despertar miradas capaces de divisar los signos, intensos, mediante los cuales ciertos sectores postergados inventan formas para reponer sus amenazados armazones de sentido.
ACERCA DE LA AUTORA
Nanda Leonardini nació en Lima (Perú) donde obtuvo el diploma en Antropología y Museología en la Pontificia Universidad Católica del Perú, el doctorado en Historia en la Universidad Autónoma de México y también la maestría en Historia Latinoamericana en la misma universidad.
A lo largo de su carrera, obtuvo numerosas menciones honoríficas y honrosas por diversas obras académicas. Actualmente es profesora de la universidad Nacional Mayor de San Marcos, en la Facultad de Ciencias Humanas, en el Departamento de Arte y Arquitectura en diversas instituciones académicas de México, Chile y Perú.
Entre sus últimas publicaciones se destacan: Algunos alcances del arte peruano contemporáneo editado en Lima por el Instituto de Investigaciones Humanísticas de la Universidad Mayor de San Marcos (1999) y La severidad ironizada en el Catálogo Martín Moratillo, Cuando la razón duerme en Lima (1999) y Pintura mural peruana contemporánea.
POR QUE LA CRUZ
La autora Nanda Leonardini explica en el libro por qué el tema de la cruz y señala que La religiosidad en América Latina constituye un tema rico, candente, repleto de creencias con vigencia total, parcial o que pierden su valor al ser reemplazadas por otras.
En ellas se entrecruzan dos vertientes la occidental, impuesta por el sable a partir de la Colonia, y la indígena, a veces sincretizada o disfrazada para sortear imposiciones y vasallajes. Es esta última la encargada de otorgar a las creencias la diferencia local que las distingue sutilmente en cada área, aunque siempre conjuguen ellas en un camino común.
En el caso del Paraguay, la religiosidad popular cristiana se halla influida y expresada por la forma guaraní, lengua a veces no fácil de interpretar. Estos mundos (católico y guaraní), muchas veces se entroncan en símbolos e imágenes de fe imposibles de sustituir o suprimir por su arraigo. Ambas creencias veneran el curuzú (cruz), así como las almas de los difuntos; sin embargo, ocurren manifiestas desemejanzas en las profundidades del complejo mundo de los ritos populares.
Honrado desde épocas inmemoriales en América, el curuzú alude a la constelación de la Cruz del Sur, su base matemática y religiosa, que se encuentra ligada de manera íntima al control de las estaciones y al año agrícola, sirve para indicar los puntos cardinales y orientar a los caminantes.
A la llegada de los misioneros su culto es reemplazado por la cruz cristiana que, junto a la imagen de su Virgen María, es objeto esencial para la misión.
Una gran cruz y una iglesia eran lo primero que se construía en el lugar en que se fijaba la misión y la nueva reducción, como signo de identificación y de algo nuevo que comenzaba (Antonio González Dorado).
El mundo sagrado, referido a personas o cosas relacionadas con Dios, posee un contenido espiritual necesario para la comunicación religiosa.
Dicho contenido es el conjunto de expresiones desglosadas en distintos niveles de intensidad, adoración, petición, arrepentimiento, agradecimiento, miedo. Las actitudes externas que lo expresan en forma espontánea o codificada, son los ritos repletos de sensibilidades y sentimientos, signos que se convierten en puentes visibles para unirse con la realidad oculta. Asimismo, aunque en algunos casos pueden hacerlo, las condiciones o factores que permiten aparecen un culto o creencia no responden necesariamente a las circunstancias económicas, políticas o sociales en que se ubica el grupo humano.
Se debe recordar además que la religión del pueblo no transcurre en un nivel intelectual; más bien, lo hace apoyándose en formas sensibles y dramáticas. Mientras dolores, trabajos y amores intentan homologarse con la vida de los santos, las biografías populares, novenas y ejemplos sobre ellos recalcan lo legendario, lo extraordinario y, por tanto, lo poco imitable.
Como, por otro lado, a Dios eterno, descarnado y grande, se lo siente lejano, entonces los santos fungen como intermediarios poderosos ante El; por eso los fieles insisten mucho en los poderes de los santos, pues buscan perdón contra posible castigo, así como gracias o milagros, bienes gratuitos y amorosos que sirven para cubrir las grandes necesidades...
Luego, se incluye en el libro una larga lista de estos sitios con un breve relato de su origen, además de referencias a costumbres más ligadas a la tradición cristiana como San Onofre, San Cayetano, Espíritu Santo, San La Muerte, San Son, Virgen de Itacuá, Virgen de Itapé, Virgen de la Aparecida, Virgen de Caacupé, Virgen Desatanudos, etcétera.
A MODO DE PRESENTACION
El crítico de arte Ticio Escobar, que tuvo a su cargo la coordinación general del programa Identidades en tránsito, escribe la presentación de este trabajo en el que señala, entre otras cosas: Como lo es, en general, en América Latina, en el Paraguay la religiosidad constituye uno de los escenarios privilegiados en donde se constituye la cultura popular. Los ritos y otras formas expresivas vinculadas a la devoción de ciertas figuras y lugares (santos patrones, personajes milagrosos y protectores, espacios de culto) configura constelaciones fuertes de sentido que movilizan representaciones, creencias y prácticas de grandes sectores rurales y suburbanos. Se considera a éstos como populares en cuanto organizan sus experiencias, memorias y deseos según claves diferentes a las manejadas por la cultura hegemónica y según sensibilidades que corresponden a percepciones particulares de la realidad.
El devenir de lo religioso popular supone tanto la adopción de un culto extranjero, el cristiano, como la activa presencia de diversos procesos transculturativos basados en la continuidad, el cambio y el reajuste de creencias y formas de procedencia indígena, básicamente guaraní. A partir de esta historia problemática y de cara a las transformaciones que exige la modernidad, la religiosidad popular se encuentra ante el desafío permanente de reafirmarse como producción simbólica alternativa.
Nanda Leonardini estudia algunos ejemplos específicos en los cuales se manifiesta hoy esa producción alimentada de la memoria y abierta a apropiaciones y cambios. Su estudio no pretende cubrir un espectro muy amplio de situaciones sino detectar algunas figuras del culto popular (especialmente las relativas a la devoción de la cruz) para promover, en el contexto de un seminario, la realización de investigaciones en un ámbito poco relevado aún. Dada la duración de su trabajo, la profesora Leonardini optó por levantar casos que tienen por sede la propia ciudad de Asunción y ciertas localidades relativamente cercanas a ellas. Esta selección tuvo como objetivo, por otra parte, ilustrar la posibilidad de encontrar señales de la cultura popular no sólo en las regiones rurales, tradicionalmente comprendidas como espacios naturales de las mismas, sino en cualquier sitio de un territorio animado por convicciones, credos y tradiciones plurales. Nanda trabaja a partir de la memoria local y propone un diccionario hecho con historias pequeñas y anécdotas que conservan el tono de sus informantes. Registra, en general, casos poco conocidos de la religiosidad popular, situaciones ligadas a barrios concretos y a menudas historias suburbanas, sucesos ocurridos en los lindes del espacio público y mucho más allá, o más acá, de la acción oficial de la iglesia. A veces, consigna figuras reconocidas por el culto eclesiástico (como el de la Virgen de Caacupé) pero sólo en cuanto las mismas se encuentran resignificadas popularmente y en la medida en que sus devociones rebasan los contornos canónicos.
Mucho más que pretender cubrir un temario, tarea que resultaría inabarcable, este breve diccionario busca despertar miradas capaces de divisar los signos, intensos, mediante los cuales ciertos sectores postergados inventan formas para reponer sus amenazados armazones de sentido.
ACERCA DE LA AUTORA
Nanda Leonardini nació en Lima (Perú) donde obtuvo el diploma en Antropología y Museología en la Pontificia Universidad Católica del Perú, el doctorado en Historia en la Universidad Autónoma de México y también la maestría en Historia Latinoamericana en la misma universidad.
A lo largo de su carrera, obtuvo numerosas menciones honoríficas y honrosas por diversas obras académicas. Actualmente es profesora de la universidad Nacional Mayor de San Marcos, en la Facultad de Ciencias Humanas, en el Departamento de Arte y Arquitectura en diversas instituciones académicas de México, Chile y Perú.
Entre sus últimas publicaciones se destacan: Algunos alcances del arte peruano contemporáneo editado en Lima por el Instituto de Investigaciones Humanísticas de la Universidad Mayor de San Marcos (1999) y La severidad ironizada en el Catálogo Martín Moratillo, Cuando la razón duerme en Lima (1999) y Pintura mural peruana contemporánea.
POR QUE LA CRUZ
La autora Nanda Leonardini explica en el libro por qué el tema de la cruz y señala que La religiosidad en América Latina constituye un tema rico, candente, repleto de creencias con vigencia total, parcial o que pierden su valor al ser reemplazadas por otras.
En ellas se entrecruzan dos vertientes la occidental, impuesta por el sable a partir de la Colonia, y la indígena, a veces sincretizada o disfrazada para sortear imposiciones y vasallajes. Es esta última la encargada de otorgar a las creencias la diferencia local que las distingue sutilmente en cada área, aunque siempre conjuguen ellas en un camino común.
En el caso del Paraguay, la religiosidad popular cristiana se halla influida y expresada por la forma guaraní, lengua a veces no fácil de interpretar. Estos mundos (católico y guaraní), muchas veces se entroncan en símbolos e imágenes de fe imposibles de sustituir o suprimir por su arraigo. Ambas creencias veneran el curuzú (cruz), así como las almas de los difuntos; sin embargo, ocurren manifiestas desemejanzas en las profundidades del complejo mundo de los ritos populares.
Honrado desde épocas inmemoriales en América, el curuzú alude a la constelación de la Cruz del Sur, su base matemática y religiosa, que se encuentra ligada de manera íntima al control de las estaciones y al año agrícola, sirve para indicar los puntos cardinales y orientar a los caminantes.
A la llegada de los misioneros su culto es reemplazado por la cruz cristiana que, junto a la imagen de su Virgen María, es objeto esencial para la misión.
Una gran cruz y una iglesia eran lo primero que se construía en el lugar en que se fijaba la misión y la nueva reducción, como signo de identificación y de algo nuevo que comenzaba (Antonio González Dorado).
El mundo sagrado, referido a personas o cosas relacionadas con Dios, posee un contenido espiritual necesario para la comunicación religiosa.
Dicho contenido es el conjunto de expresiones desglosadas en distintos niveles de intensidad, adoración, petición, arrepentimiento, agradecimiento, miedo. Las actitudes externas que lo expresan en forma espontánea o codificada, son los ritos repletos de sensibilidades y sentimientos, signos que se convierten en puentes visibles para unirse con la realidad oculta. Asimismo, aunque en algunos casos pueden hacerlo, las condiciones o factores que permiten aparecen un culto o creencia no responden necesariamente a las circunstancias económicas, políticas o sociales en que se ubica el grupo humano.
Se debe recordar además que la religión del pueblo no transcurre en un nivel intelectual; más bien, lo hace apoyándose en formas sensibles y dramáticas. Mientras dolores, trabajos y amores intentan homologarse con la vida de los santos, las biografías populares, novenas y ejemplos sobre ellos recalcan lo legendario, lo extraordinario y, por tanto, lo poco imitable.
Como, por otro lado, a Dios eterno, descarnado y grande, se lo siente lejano, entonces los santos fungen como intermediarios poderosos ante El; por eso los fieles insisten mucho en los poderes de los santos, pues buscan perdón contra posible castigo, así como gracias o milagros, bienes gratuitos y amorosos que sirven para cubrir las grandes necesidades...