Miguel Ángel, ¿un genio solitario, paranoico y autista?

Miguel Angel pasó a la historia como un genio del arte por obras tan deslumbrantes como los frescos de la Capilla Sixtina, pero también fue un hombre solitario y paranoico que pudo sufrir alguna forma de autismo. Esta es la conclusión a la que han llegado los psiquiatras Mohamed Arshad, del Winston Hospital de Merseyside (noroeste de Inglaterra), y Michael Fitzgerald, profesor del prestigioso Trinity College de Dublín.

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En un estudio que divulga la revista especializada “Journal of Medical Biography”, ambos expertos creen que el artista del Renacimiento italiano padeció el llamado síndrome de Asperger, una variedad severa de autismo que afecta normalmente a los varones.

Los síntomas del síndrome

Las personas que sufren el síndrome presentan habitualmente dificultades de comunicación e interacción social, pero a menudo también suelen poseer un talento excepcional para determinadas disciplinas como la música, el arte o las matemáticas.

“La rutina de trabajo individual de Miguel Angel, su estilo de vida inusual, sus limitados intereses, sus pobres habilidades sociales y de comunicación... parecen responder al grave autismo funcional del síndrome de Asperger”, afirman los autores.

El carácter de Miguel Angel di Ludovico Buonarroti Simoni (1475-1564), más conocido como Miguel Angel, ya estuvo marcado por una infancia problemática, al ser frecuentemente maltratado por su padre y sus tíos, que desaprobaban sus inquietudes artísticas.

A la edad de 14 años, el artista empezó a trabajar de aprendiz con el conocido pintor renacentista florentino Domenico Ghirlandaio, quien admitió que el avispado muchacho sabía de dibujo más que él.

Y es que ya apuntaba formidables maneras aquel jovencito que años más tarde asombraría al mundo con obras escultóricas tan famosas como “La Piedad”, “Moisés” y “David”, que siglos después siguen siendo objeto de fascinación.

Base de la investigación

Arshad y Fitzgerald, que basan su investigación en el análisis de las obras del genio y de notas de sus ayudantes y familiares, sostienen que la destreza de Miguel Angel con el pincel y el cincel contrastan con su nulidad para mantener relaciones humanas normales.
“Miguel Angel -dicen- era distante y solitario. Igual que el arquitecto John Nash (1752-1835), quien también padeció un grave autismo funcional, él tenía pocos amigos”. Según los dos psiquiatras, el escultor, pintor y arquitecto renacentista era incapaz de expresar sus emociones, tal y como demuestra su ausencia en el funeral de uno de sus hermanos.

También se caracterizó el artista por sus obsesiones y sus rutinas, preocupado siempre por controlar todos los aspectos de su vida, de modo que cualquier descontrol le sumía en una “gran frustración”.

La prodigiosa capacidad de retención de su memoria, que le permitió crear en poco tiempo cientos de bocetos para los frescos de la Capilla Sixtina, también se alternó con sus problemas para conversar con la gente.

Narcisista y esquizoide

“Era de mal genio y tenía arrebatos de enojo. Era paranoico por momentos, narcisista y esquizoide”, según el estudio, que también describe a Miguel Angel como una persona “extraña, sin afecto y aislada”.

Sin embargo, los argumentos de Arshad y Fitzgerald han sido puestos en duda por el historiador de arte James Hall, autor del libro “Miguel Angel y la reinvención del cuerpo humano”.

En opinión de Hall, “no hay pruebas” de que el artista del Renacimiento sufriera “problemas médicos de esa naturaleza”, ya que “escribió poesía, era muy elocuente y trabajó a un nivel muy alto hasta bien entrados los 80 años”.

Pedro Alonso de la Agencia EFE. Londres.
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