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En los últimos meses del año pasado, el 2014, se empezó a celebrar el medio siglo de su estreno y del comienzo del subgénero del «spaghetti western», y, en todas partes del mundo, en centros culturales y en librerías, en auditorios y en filmotecas, en algunos cafés y ciertos bares y en facultades, en galerías de arte y en cine-clubes, muchos días y noches se llenaron con homenajes, exposiciones, conferencias y, claro está, con proyecciones. Cerremos hoy ese medio siglo, a unos pocos meses de distancia del «Año del Spaghetti», también nosotros, agradecidos y golosos devoradores de sueños en papel y en pantalla –en este caso, cinematográfica.
TRINITY
En «Por un puñado de dólares» (Per un pugno di dollari, 1964), película que define el modelo y traza las normas del subgénero, encontramos otra trinidad, pues tenemos en ellos reunidos, para empezar, al primer cineasta que dirigió películas de «spaghetti western», Sergio Leone; para continuar, al rey mil veces seguido pero nunca superado de aquellos escenarios desérticos de una Almería de ficción o ficcionalizada y primero «inter pares» de los habitantes amargos y peligrosos, desaliñados y rudos, duros de matar y querer, e imposibles de perdonar, de tan inclementes parajes del mapa y del alma, Clint Eastwood; y, para terminar, al hombre que, si me permiten expresarlo de este modo, insufló emoción y violencia, ritmo y espíritu, nervio y pasión trepidantes a la acción y al movimiento de sus salvajes historias, el gran Ennio Morricone.
LA MUERTE BAILA
Clint Eastwood comenzó como el «Hombre Sin Nombre» del cigarro en la boca y las pocas palabras e hizo un proceso ejemplar de desarrollo artístico como actor y director, proceso que llenó de sorpresas todas las décadas que lleva desde entonces en esta industria que es también un arte, el cine; Sergio Leone arrojó al público hambriento el saludo inaugural de la «Trilogía del Dólar» y, al marcharse entre ovaciones de pie por la puerta grande apenas dos décadas más tarde, le entregó como despedida la última cinta dirigida por él, «Érase una vez en América»; y Ennio Morricone simplemente pasó de compositor a mito por haber llenado el mundo en las últimas cinco décadas con sus bandas sonoras, como la de «Novecento» o la de «Los intocables», desde aquel irresistible, inconfundible silbido que sobrevuela las arenas del desierto del lejano y salvaje Oeste en medio del silencio sepulcral, roto solamente por los amenazantes signos intempestivos, un poco dislocadamente alegres por momentos, del riesgo inminente –el punzante zumbido de las balas y la alocada percusión, a veces, de las cabalgatas–: con la música de Morricone, la Muerte baila.
CÓMO COCINAR SPAGHETTI
Las diferencias técnicas y de dirección más marcadas entre el género del «western» estadounidense clásico (cuya vigencia cubre el periodo que va desde la década de 1930 hasta la de 1960) y el subgénero europeo del «spaghetti western» (que cubre el periodo, mucho más breve, que va desde la segunda mitad de la década de 1960 hasta la de 1970) se encuentran básicamente en cuatro puntos: en las técnicas de montaje, en los movimientos de cámara, en la caracterización de los personajes y en la música.
Las diferencias temáticas también son importantes: a diferencia del «western» americano tradicional, en el «western» europeo o «spaghetti» uno de los temas más importantes es la venganza.
En cuanto a los caracteres, mientras en el «western» clásico cabía hablar, en un sentido ortodoxo, de héroes, en el «spaghetti western», por el contrario, los personajes principales son antihéroes: si bien cumplen dentro del relato las funciones narrativas que corresponden al héroe, difieren del héroe en su actitud, en sus valores, en su personalidad e incluso en su apariencia.
También la música de los «spaghetti western» es muy diferente de la música que era típica hasta entonces del género western, y la, a veces así llamada, «música spaghetti» ha pasado a ser uno de los elementos más característicos del subgénero. El tema central de «El bueno, el feo y el malo», por ejemplo, es tan reconocible para todos los nativos de los siglos XX y XXI que ha sido usado mil veces en publicidad y citado por bandas de rock, como, entre otras, Metallica.
Ennio Morricone renovó e innovó la música de las aventuras del «Wild Far West» en todo. En el ritmo. En el empleo de los coros. En la incorporación de la música electrónica. En el modo de utilizar la voz humana (y el humano silbido –perdonen la insistencia–). Morricone hizo que la música se volviera realmente esencial para la acción y hasta para el sentido retrospectivo y final de los relatos.