Marte en el arte: (m)arte

Especulando con las posibilidades de colonizar el Planeta Rojo, la ciencia llevó a Marte a todos los ámbitos del arte y la ficción.

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La ciencia, con sus especulaciones sobre una posible colonización de Marte, ha hecho tan popular desde hace décadas al Planeta Rojo en todos los campos de acción de la fantasía humana, desde la space opera hasta los dibujos animados (como en un famoso episodio de la popular serie Futurama) y las canciones pop (como, por ejemplo, Teenagers from Mars, de The Misfits), pasando por el anime (Armitage III, de Hiroyuki Ochi, la posapocalíptica serie Avenger, etcétera) y los videojuegos para play station (Doom, Mass Efect, Mars War Logs, Lacuna Passage, etcétera), que sería vano pretender nombrar exhaustivamente todos los libros o películas «marcianos» que lo merecen.

Pero como somos hijos de una época de encuestas, de top ten hits y de ránkings, no podemos resistir el impulso de destacar, pese a ello, de modo más anecdótico que sistemático, entre las muchas creaciones humanas sobre esos escenarios fabulosos de bermellón y púrpura, los títulos siguientes…

Marte, papel y pantalla: literatura y cine sobre el Planeta Rojo

Considerado, junto con Verne, el otro pionero de la ciencia ficción contemporánea, Herbert George Wells inspiró el aterrador programa de radio transmitido por Orson Welles el día de Halloween de 1938 con su novela sobre una invasión marciana a la Tierra La guerra de los mundos (The War of the Worlds), publicada en 1898.

La princesa de Marte (A Princess of Mars), publicada en 1917, fue la primera de la serie de novelas de Edgar Rice Burroughs situadas en Barsoom y protagonizadas por John Carter (y en ella se basó una película de Disney, al parecer muy floja –«al parecer» nada más, pues no la vimos, aunque el repudio de la crítica fue unánime– que se estrenó el año pasado: John Carter).

Crónicas Marcianas fue la hermosa y sorprendente colección de cuentos, publicada en 1950, con la que Ray Bradbury sacó a la ciencia ficción del gueto llamado «literatura de masas» o «subliteratura» y en el que, como era, por otra parte, coherente con la época, la «literatura culta» la tenía en apartheid. Historias de marcianos bastante menos marcianos y más humanos que la mayoría de nosotros.

Otra decisiva colección de cuentos fue The Sands of Mars (Las arenas de Marte), de Arthur C. Clarke, publicada en 1951, y con el cuento I’m in Marsport Without Hilda (Estoy en Puertomarte sin Hilda), Isaac Asimov inició en 1957 una fecunda amistad entre el thriller y la ciencia ficción.

Un autor que merece susurros, miradas fascinadas y aplausos indiscretos es Philip K. Dick. Su cuento, publicado en 1966, We Can Remember It For You Wholesale (Podemos recordarlo todo por usted), sobre un hombre común que, en el año 2084, anhela ir a Marte y, como no puede, acude a Rekall Inc, empresa especializada en implantar falsos recuerdos a sus clientes, para visitarlo al menos en su imaginación, inspiró la película de 1990 Total Recall (conocida entre nosotros como El vengador del futuro), dirigida por Paul Verhoeven, con Arnold Schwarzenegger y Sharon Stone, y, en el 2012, otra versión, también llamada Total Recall (y también conocida ente nosotros como El vengador del futuro), esta vez dirigida por Len Wiseman e interpretada por Colin Farrell.

Pero el nombre de Philip K. Dick se nos queda implantado para siempre por Rekall Inc en la memoria gracias, ante todo, a su novela del año 1968 Do Androids Dream of Electric Sheep? (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?), la novela que en 1982 se convirtió en Blade Runner, dirigida por Ridley Scott: una de las películas más hermosas de fines del pasado siglo XX; desde entonces, la música de Vangelis pertenece al futuro.

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