Aquel espíritu casi romántico adjudicado al descubrimiento y la conquista de América, que nos llevaba a recitar poesías en las escuelas, el 12 de octubre o “Día de la Raza”, se vino abajo definitivamente, cuando los libros de historia empezaron a mostrar el motivo verdadero (o sea la cruda realidad) que empujaba a los conquistadores españoles a introducirse en las tierras ocupadas por los indígenas.
Esos conquistadores españoles, en su mayoría analfabetos, sometieron brutalmente a los indígenas de América, avasallando sus culturas, y quedándose con sus riquezas y sus mujeres. El libro “Sueño y realidad del Oro en el Nuevo Mundo”, de Alfredo Boccia Romañach, acerca al lector el deseo desenfrenado de encontrar el oro que alentaban -y cuánto- las conquistas. A propósito, se hicieron famosos por su codicia Hernán Cortés y Francisco Pizarro. Ir en busca del metal dorado existente en México y Perú, y quedarse con él, eran las instrucciones que ellos se imponían para llevar a feliz término su empresa.

La conquista de América, fue -en realidad- la conquista de uno de los más grandes botines que registra la historia de la humanidad.
El libro, de reciente aparición, lleva el sello editorial de Servilibro.


Los tesoros del Paraguay
En el Paraguay, los españoles no hallaron tesoros, como esperaban, pero sí yerba mate y tabaco en abundancia, que comercializaron desenfrenadamente, y que -como todo cuanto se comercializa- generó enemistades, saqueos y rapiñajes por parte de los comerciantes. Ni hablar -entonces- del destino de las grandes fortunas en oro y plata halladas en Perú y México, que no llegaban a España, como la Corona lo hubiera deseado. La ambición de los conquistadores hacía casi imposible el sueño de los Reyes.
Por otro lado, Boccia nos introduce también en el laberíntico mundo del oro y la plata que fueron enterrados por sus propietarios, cuando los capitalinos debieron abandonar Asunción, y trasladarse a Luque, durante la Guerra Grande. También hubo -y así lo señala Boccia Romañach-, una gran recolección de joyas y alhajas que las mujeres de la República obsequiaron al Mariscal Francisco Solano López. El caso concreto es que las joyas recolectadas durante la Guerra Grande, y todo cuanto tuvo en oro y plata nuestro país se perdió en las brumas de las leyendas con el paso del tiempo. No es de extrañar, sin embargo, que hasta hoy día siga vigente la leyenda de “plata yvyguy”, alentada siempre por la imaginación popular, que más fantasiosa y anecdótica se vuelve cuando se sacan a relucir los casos de personas que hallaron un cántaro repleto de tesoro enterrado con la ayuda del Póra.