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EL GUSANO CONQUISTADOR DE POE Y LOS GNÓSTICOS SIRIOS
«Una era una cita de El gusano conquistador, de Poe, que Thoss empleaba como un epígrafe sensacional. Sin embargo, la idea del epígrafe no se reflejaba en el texto del artículo, salvo en otra referencia pasajera. Thoss traía a colación la bien conocida génesis de la moderna celebración de la Navidad, que por supuesto descendía de las Saturnalias romanas».
Raymond Thoss emplea un epígrafe de The Conqueror Worm, de Edgar Allan Poe, en su ensayo, aunque no sabemos bien qué fragmento del poema porque el narrador omite su replica. Este tal vez sea uno de los poemas más célebres de Poe, junto con The Raven y Annabel Lee, y me animo a decir que el más existencialista de todos. Nada puede haber peor que «resumir» el «argumento» de un poema, pero, para efectos de este artículo, permítaseme la licencia.
Una multitud de ángeles entristecidos son los espectadores de una obra de teatro (a play of hopes and fears), el drama de la humanidad representado por mimos manipulados como marionetas por dioses o fuerzas informes (mere puppets they, that come and go/at bidding of vast formeless things). Entonces ven los ángeles aparecer, en medio de esta mímica absurda dirigida por el cinismo de los dioses, a unos gusanos terribles que convierten a los mimos en su alimento. El poema termina con el reconocimiento de que aquellos mimos devorados por el Gusano Conquistador representan al hombre en su eterna batalla contra la fatalidad.
Out —out are the lights— out all! And, over each quivering form, The curtain, a funeral pall, Comes down with the rush of a storm, And the angels, all pallid and wan, Uprising, unveiling, affirm That the play is the tragedy, “Man,” And its hero the Conqueror Worm.
(Edgar Allan Poe, Complete Tales & Poems, Nueva Jersey, Castle Books, 2009, p. 790.)
El epígrafe de Poe se conecta con otra referencia que tiene directa relación con el gusano. Ligotti viene anticipando además un desenlace donde se produce la horrorosa metamorfosis que dará lugar a unos de los monstruos más geniales creados por el género weird estadounidense: los payasos-gusano de Ligotti. Monstruos saturnianos, ctónicos, de la muerte y la regeneración, del caos, del desorden y del eterno retorno a las tinieblas primigenias.
«Mencionaba de forma sucinta que los miembros de una antigua secta de gnósticos sirios se hacían llamar “saturnianos” y que creían, entre otras herejías, que la humanidad había sido creada por ángeles que, a su vez, habían sido creados por el Supremo Desconocido. Los ángeles, sin embargo, no poseían el poder para convertir en seres erectos a sus creaciones, que durante mucho tiempo se arrastraron por la tierra como gusanos. Con el tiempo, el Creador remedió este grotesco estado de cosas. En ese momento supuse que las correspondencias simbólicas entre los orígenes del hombre y su asociación con los gusanos, unidas a un festival de fin de año que reconocía la muerte invernal de la tierra, era el fondo de la cuestión de aquella “comprensión” thossiana, una observación poética, pero carente de valor científico».
No fue mucho lo que pude encontrar sobre los antiguos «gnósticos saturnianos sirios». Nada, de hecho, salvo una referencia en Historia de los heterodoxos españoles, Volumen I, de Marcelino Menéndez y Pelayo, que da cuenta de esta secta:
«Un examen secreto manifestó que esta secta tenía muchas relaciones con la de los messalianos o de los cátaros, y con los principios de la gnosis siria, o de los saturnianos. En virtud de las órdenes de Alejo, Euthymio Zigabeno reasumió las principales proposiciones de estos herejes, cuya forma de abjuración, para entrar en la secta de los bogomilas, es singularmente característica».
Lastimosamente, Menéndez y Pelayo no relata a continuación la «singularmente característica abjuración»; en vez de eso, te deja con las ganas de profundizar en lo que pudieran ser exquisitas herejías. Tampoco menciona nada sobre esa creencia de que fuimos creados primero por los ángeles y por este acto fallido de creación nos vimos obligados a arrastrarnos por el suelo como grotescos anélidos. La creación fallida del hombre, sin embargo, es una constante en diversas y distantes cosmogonías; recordemos, como ejemplo, en el Popol Vuh, a aquellos hombres de barro que fueron destruidos por no poder tenerse de pie... hasta el advenimiento definitivo de los hijos del maíz. Recordemos que los seres que habitan el yvy pyahu mbya guarani son reflejos de los seres primitivos.
LAS DIVINIDADES CTÓNICAS: PERSÉFONE, LA REINA DEL INVIERNO
«En su artículo Arlequín, Thoss escribió acerca de los aspectos paganos del festival de Mirocaw, asemejándolos al ritual de un culto de la fertilidad, con probables conexiones con divinidades ctónicas en algún momento del pasado».
Ctónicas, del griego khthónios, bajo la tierra. Son las divinidades subterráneas, del inframundo griego. Evocan al mismo tiempo la abundancia, la fertilidad, y la tumba. Vida y muerte que son cara y espalda del mismo cuerpo, destrucción y epifanía. Evoca el interior mismo de la tierra, no su superficie, como Gaia. El culto a Perséfone corresponde a la tradición de las divinidades ctónicas, la reina del inframundo raptada por Hades, cuyos días –seis meses bajo la tierra y seis sobre ella (ver el relato mítico de las semillas de granada)– representan la constante y periódica sucesión de la muerte y el renacimiento del tiempo.
«¿Se estaba preparando de verdad la coronación de la Reina del Invierno? “La Reina del Invierno”, escribí en mi diario. “Figura de la fertilidad investida con simbólicos poderes de reavivamiento y prosperidad. Elegida a la manera de la reina del baile en una fiesta de instituto. Buscar una posible figura consorte en la forma de un representante del inframundo”.
En la festividad de Mirocaw se elige cada año una Reina del Invierno, vinculada con la fertilidad y también con la estación de la muerte, el invierno. Claramente, es una referencia a la tradición ctónica o –en su defecto– dionisiaca (la ninfa que precede al gran falo en la procesión). Al mismo tiempo, los sectarios eligen a su Reina del Invierno, su Perséfone, para sus rituales subterráneos. En este caso, se trata de Elizabeth y Sarah Beadle, la esposa y la hija del dueño de la pensión donde se hospeda el protagonista y narrador del cuento, raptadas para el último sacrificio en virtud del renacimiento de la primavera. Ellas serán las víctimas del Gusano Conquistador, en este contexto presentes como recordatorios de la muerte, pero también del gran falo de la fertilidad... gusanos como grandes pijas devoradoras. Madre e hija, pasado y porvenir reunidos en el sacrificio... ¡hermoso!
«Era Kora y Perséfone, la hija de Ceres y la Reina del Invierno: la niña secuestrada y llevada al inframundo de la muerte. Salvo que aquella pequeña no tenía madre sobrenatural que la salvara, ni madre viva alguna. Pues el sacrificio que presenciaba era un eco del que había tenido lugar veinte años antes, en la fiesta de carnaval de la generación precedente. ¡O carne vale! Ahora, madre e hija se habían convertido en víctimas de aquel sabbath subterráneo. Por fin comprendí esta verdad cuando la figura se agitó sobre el altar, levantó su cabeza de gélida belleza y gritó al ver las fauces mudas que se cerraban a su alrededor».
LA TODOPODEROSA SERPIENTE DE LA SABIDURÍA
«Pues ahora llegaba la escena de la transformación, la culminación de toda actuación del Arlequín. Comenzó poco a poco. Hubo un aumento del movimiento entre los que estaban al otro lado de la cámara. Alguien había caído al suelo, y los que lo rodeaban se estaban retirando. La voz del altar proseguía su cántico. Traté de lograr una mejor perspectiva, pero había demasiada gente a mi alrededor. A través de la masa de cuerpos solo vi retazos de lo que sucedía.
»El que había caído al suelo de la cámara parecía estar perdiendo sus formas y proporciones. Creí que era un truco de payaso. Porque eran payasos, ¿no? Yo mismo podía hacer que cuatro bolas blancas se transformaran en otras tantas bolas negras mientras hacía malabares con ellas, y aquella no era mi proeza más asombrosa de magia carnavalesca. ¿Y no había en todas las ceremonias un componente inherente de prestidigitación, que a menudo dependía del delirio transportado de los celebrantes? Aquel era un buen espectáculo, pensé, y reí para mis adentros. La escena de la transformación de Arlequín despojándose de su fachada bufonesca. Oh, Dios, ¡Arlequín no se movía así! Arlequín, ¿dónde están tus brazos? Y tus piernas se han fundido y han comenzado a arrastrarse sobre el suelo. ¿Qué horrible ombligo bucal es ese que ocupa lo que debería ser tu cara? ¿Qué se entierra antes de estar muerto? La todopoderosa serpiente de la sabiduría: el Gusano Conquistador».
cksienra@gmail.com