Cargando...
«Llegaron de súbito y entraron sin permiso», dice Adriana Almada en Los Novísimos. Años de revuelta (texto del catálogo de la muestra Los Novísimos, 1964-2004, Manzana de la Rivera, Asunción, mayo del 2004). «La primera muestra de novísima pintura paraguaya, realizada en los salones de la tienda Martel, estuvo signada por un espíritu de ruptura y fue recibida casi como una afrenta generacional. Todo fue muy vertiginoso. En un lapso de pocos meses cuatro jóvenes irreverentes pasaron de una colectiva entre camisas, pantalones y corbatas, a exponer en la II Bienal Americana de Córdoba, junto a Clorindo Testa, Rómulo Macció, Jorge de la Vega, Ernesto Deira, Eduardo MacEntyre, Fernando Botero, Tomie Ohtake, Osvaldo Viteri, Fernando de Syzlo, Jesús Soto y Cruz Diez, entre otros notables, así como –un año después– algunos de ellos lo hicieron en la Bienal de San Pablo». Recordemos aquí algo de lo que han escrito acerca de ellos muchas importantes voces.
«…estos artistas buscaban, en el amplio espectro de posibilidades que se ofrecen, un lenguaje propio, probando distintas formas de expresión. Sin embargo, debemos decir que en los años sesenta la tarea era más fácil, pues las puertas ya habían sido abiertas años atrás». Olga Blinder (en: J. Pla, Olga Blinder, T. Escobar: Arte Actual en Paraguay 1900-1995, Asunción, Don Bosco, 1997).
«La casa de Lotte (Schulz) estaba abierta para los pintores, poetas, estudiantes y jóvenes interesados en el arte; allí –como también en la casa de Michael Burt y Cira Moscarda– se podía preguntar, discutir y observar sin reservas el nacimiento de un grabado o de una pintura sobre tela. Laura Márquez, por su parte, traía novedades de Buenos Aires, pronunciaba conferencias e insistía, con su obra, en el aggiornamento del arte paraguayo.
»En esa atmósfera de interés y entusiasmo cuatro jóvenes de todavía escasa experiencia se lanzaron a un desafío de positivas consecuencias: William Riquelme, Ángel Yegros, José Antonio Pratt Mayans y Enrique Careaga exponían colectivamente, y sin mayor pompa o propaganda, en los salones de Martel de la calle Palma; eran Los Novísimos (1964), y si bien la obra que presentaban en esa primera muestra todavía estaba lejos de equipararse a lo que se estaba haciendo en otras capitales del continente, el golpe fue realmente efectivo». Juan Manuel Prieto (en: Plá, Blinder, Escobar: Arte Actual en Paraguay 1900-1995, Asunción, Don Bosco, 1997).
«…la obra de Los Novísimos, desde el punto de vista estilístico formal, no implicó una posición revolucionaria. Muchas de las premisas visuales y de las técnicas usadas por ellos ya estaban presentes, con un sentido menos combativo quizás, en la obra de otros artistas y, en general, sus posiciones ante la práctica estética no diferían demasiado de las sostenidas en el medio. Sin embargo, al destacar ese momento de renovación –que estaba viviendo toda la plástica– centrándolo en una postura de anticonformismo y crítica, Los Novísimos constituyeron un factor dinamizante y aportaron la incorporación de elementos más jóvenes». Ticio Escobar (en: T. Escobar: Una interpretación de las artes visuales en el Paraguay, Asunción, CCPA / Colección de las Américas, 1984).
«Con la primera exposición del grupo Los Novísimos –Ángel Yegros, William Riquelme, José Antonio Pratt Mayans y Enrique Careaga (…)– va tomando cuerpo una propuesta estética que quería tomar distancia respecto a las anteriores experiencias de la modernidad local. En efecto, coincidentes con los nuevos aires que soplaban en el Río de la Plata, ellos introducían en el arte paraguayo algo que se había dado poco entre nosotros: el desenfado, el humor, la espontaneidad del acto artístico, que contrastaban con las posiciones quizás demasiado severas de los artistas que los precedieron en la aventura de la modernidad». Miguel Ángel Fernández (Catálogo de la exposición William Riquelme en blanco y negro, Manzana de la Rivera, Asunción, 2003).
«...la propuesta de Los Novísimos en general, si bien exhibe su filiación con respecto a la pintura de acción norteamericana y el informalismo procedente de Europa, no puede ser desvinculada de la tendencia neofigurativa europea, cuya versión bonaerense es reformulada a su vez en Asunción, a partir de requerimientos históricos y formales propios. A caballo entre el informalismo y el expresionismo, entre la abstracción y la figuración, esa tendencia fue utilizada por Los Novísimos, así como por otros artistas de los años sesenta, para replantear la figura sin soltar la tradición expresionista proveniente de la década anterior». Ticio Escobar (Catálogo de la muestra Enrique Careaga, Retrospectiva 1964-2003, Manzana de la Rivera, Asunción, 2003).
«Aparecieron en 1964, cuando cada uno de ellos tenía alrededor de veinte años, cuando nuevas corrientes agitaban el panorama mundial de las artes y se producían cambios radicales en las costumbres, las modas y los temperamentos a nivel mundial, y cuando en Paraguay las artes plásticas estaban, al decir de Osvaldo González Real, “en franco proceso de estagnación”. Les llamaron “Los Novísimos”, nombre que se repite, incluso fuera del Paraguay, para indicar la aparición de un grupo que irrumpe con fuerza en un ambiente artístico que ha permanecido por mucho tiempo sin conocer cambios ni modificaciones (Nueve novísimos fue el título de una antología poética aparecida en España por la misma época que incluía poetas que, como Pere Gimferrer, también tenían por entonces alrededor de veinte años). El nombre fue bueno, acertado, ya que, si denotaba novedad, connotaba, de otro lado, renovación, y ellos pudieron, en aquellas circunstancias, convertir su presencia en un hito en la reciente historia de las artes en Paraguay. Hoy, de los Novísimos solo quedan el nombre y el recuerdo del hecho. Como fenómeno, se han convertido en un dato histórico, en una referencia a citar en los manuales de historia del arte paraguayo. Como artistas, empero, cada uno ha seguido su camino. Tuvieron, en su momento, la osadía de ser innovadores. Treinta años más tarde, esa osadía es un dato de museo… Hoy, Los Novísimos tienen alrededor de cincuenta años, hace ya un tiempo que peinan canas, pero su arte sigue siendo, a su modo, permanentemente renovado y renovador». Vicky Torres («Los novísimos. Treinta años después», Diario ABC Color, Asunción, 21 de mayo de 1994).