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"El mueble (hasta el tiempo) de la Independencia" lleva por título un álbum gráfico, un material de relevante valor histórico.
Los muebles, en una notable e importante colección, forman parte del Museo del Mueble Paraguayo, que se encuentra en Areguá (Cocué Guazú) y responden a la Fundación Carlos Colombino Lailla.
Cuánta vida, cuánta época irretornable por cierto, cuánto detallismo, cuántos recuerdos y cosas sencillas guardados en el viejo arcón, cuánto pensamiento fijo todavía en aquel escritorio que perteneciera al prócer Pedro Juan Caballero, se desencadenan de su pasado para estar presentes en el museo citado.
Hay un confesionario que es una preciosidad. Me pregunto, curiosa yo, en torno a las confesiones, a los latidos de algún sentimiento de culpa guardado...
Los artesanos del mobiliario eran a veces indígenas, habiendo en cada taller un maestro especializado en su oficio. En el siglo XVIII comienza a instalarse en el país el llamado período alto barroco misionero. "Existe un florecimiento del barroco-guaraní. Estructuras españolas con ornamentación rococó, talla mestiza de motivos regionales (pasionaria, serpiente, yaguá), enconchados de río; muebles rústicos con policromía y dorado. Nuevos modelos. Tapizados. El surgimiento de estas manifestaciones artísticas y de otras, independientes de las misioneras, se debe a la apertura de varios puertos al comercio y la navegación, la introducción de la moneda metálica, el nacimiento de una burguesía comercial, etc.", puede leerse en el material.
Los jesuitas y los franciscanos, viniendo de tierras donde la cultura mobiliaria apuntaba a la ornamentación, dejaron su impronta en los diseños de muchos muebles.
Los franciscanos y los jesuitas lograron obras maestras: San Ignacio Guazú, Yaguarón.
Pero con la expulsión de los jesuitas, en 1767, empieza la decadencia, y aquellas verdaderas obras de arte, reliquia de un tiempo pasado, inician un largo viaje no solamente hacia la dispersión sino además hacia el olvido... Por eso tiene tanta significancia el rescate de algunos muebles. A través de ellos, se puede tener una apreciación importante en torno a un estilo de vida: el tinajero, por citar un ejemplo. Los muebles de los campesinos son una muestra de sencillez y de practicidad. Los de las ciudades intentan cumplir una función de relacionamiento social.
Hay un detalle vital: el cedro (porque su madera favorecida por la madre naturaleza resistía los embates de los insectos) era el árbol más buscado dentro de los entonces tupidos y frondosos bosques de nuestra tierra. Pero también, en el abanico vegetal, el guayabón, el timbó, el quebracho, el lapacho, el petereby y el palo santo eran muy requeridos.
Qué hermoso luce el altar doméstico, con su Cristo crucificado.
Las personas que buscan conocer la riqueza, el esplendor, las perspectivas de un mundo que se sintetizó en un retazo de historia y que viven silenciosamente en los muebles pueden visitar el Museo del Mueble Paraguayo, los viernes, sábados y domingos. Cabe la oportunidad para comentar que la entrada es gratuita.
Los muebles, en una notable e importante colección, forman parte del Museo del Mueble Paraguayo, que se encuentra en Areguá (Cocué Guazú) y responden a la Fundación Carlos Colombino Lailla.
Cuánta vida, cuánta época irretornable por cierto, cuánto detallismo, cuántos recuerdos y cosas sencillas guardados en el viejo arcón, cuánto pensamiento fijo todavía en aquel escritorio que perteneciera al prócer Pedro Juan Caballero, se desencadenan de su pasado para estar presentes en el museo citado.
Hay un confesionario que es una preciosidad. Me pregunto, curiosa yo, en torno a las confesiones, a los latidos de algún sentimiento de culpa guardado...
Los artesanos del mobiliario eran a veces indígenas, habiendo en cada taller un maestro especializado en su oficio. En el siglo XVIII comienza a instalarse en el país el llamado período alto barroco misionero. "Existe un florecimiento del barroco-guaraní. Estructuras españolas con ornamentación rococó, talla mestiza de motivos regionales (pasionaria, serpiente, yaguá), enconchados de río; muebles rústicos con policromía y dorado. Nuevos modelos. Tapizados. El surgimiento de estas manifestaciones artísticas y de otras, independientes de las misioneras, se debe a la apertura de varios puertos al comercio y la navegación, la introducción de la moneda metálica, el nacimiento de una burguesía comercial, etc.", puede leerse en el material.
Los jesuitas y los franciscanos, viniendo de tierras donde la cultura mobiliaria apuntaba a la ornamentación, dejaron su impronta en los diseños de muchos muebles.
Los franciscanos y los jesuitas lograron obras maestras: San Ignacio Guazú, Yaguarón.
Pero con la expulsión de los jesuitas, en 1767, empieza la decadencia, y aquellas verdaderas obras de arte, reliquia de un tiempo pasado, inician un largo viaje no solamente hacia la dispersión sino además hacia el olvido... Por eso tiene tanta significancia el rescate de algunos muebles. A través de ellos, se puede tener una apreciación importante en torno a un estilo de vida: el tinajero, por citar un ejemplo. Los muebles de los campesinos son una muestra de sencillez y de practicidad. Los de las ciudades intentan cumplir una función de relacionamiento social.
Hay un detalle vital: el cedro (porque su madera favorecida por la madre naturaleza resistía los embates de los insectos) era el árbol más buscado dentro de los entonces tupidos y frondosos bosques de nuestra tierra. Pero también, en el abanico vegetal, el guayabón, el timbó, el quebracho, el lapacho, el petereby y el palo santo eran muy requeridos.
Qué hermoso luce el altar doméstico, con su Cristo crucificado.
Las personas que buscan conocer la riqueza, el esplendor, las perspectivas de un mundo que se sintetizó en un retazo de historia y que viven silenciosamente en los muebles pueden visitar el Museo del Mueble Paraguayo, los viernes, sábados y domingos. Cabe la oportunidad para comentar que la entrada es gratuita.