Los chamacoco no existen. Sólo los Tomárâho y los Ybytóso

Guillermo Sequera Netto Se los denomina “chamacoco”, vaya a saber por qué... Muy a pesar de ser diferentes, en sus lenguas, en sus maneras de explicar su relación con el mundo, los seres y las cosas; podemos decir que los llamados “chamacoco” no existen... Sólo existen los Tomárâho y los Ybytóso.

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Ambas etnias pertenecen a un mismo tronco cultural: al de los Zamucos, asociados estos por parentesco lingüístico y cultural con los Ayoreode Moro.

Sin embargo, cuenta la buena gente que en los albores de la conquista, el arcabucero Schmidl, el aventurero Cabeza de Vaca o Nuflo de Chávez, nominan de manera muy confusa a un sinnúmero de “tribus belicosas” que habitaban las regiones del gran Chaco, en cuyos textos aparecen nombres que podrían asemejarse como Sucucusis, Samácosis, Zaramecosis y hasta Chomoco.

La incógnita fustigó mi curiosidad, poniéndome como objetivo buscar el origen y sentido a “chamacoco”, en bibliotecas y archivos, y a través de textos de cronistas y etnógrafos.

En dos años de sistemática búsqueda, desconcertado, pude establecer un listado de nombres consignados como sociedades que habitaron el Chaco entre 1535 y 1950, y donde el nombre de estos indígenas veía transformarse con el pasar de hojas y folios, y ante fuentes documentales.

Mi sorpresa fue mayor al constatar que para los indígenas el nombre “chamacoco” nada quería decir y que el mismo nombre, según versiones de los mismos, fuera utilizado para nominar sólo a los “ybytóso”, quienes desde mediados del siglo XIX habían establecido permanentes contactos con los paraguayos y brasileños.

Los Tomárâho no eran considerados de la misma manera, pues siempre alejados de las riberas del río Paraguay, permanecían ocultos a la mirada de la sociedad nacional. El encuentro con el “otro” requiere primero una cierta atención de cómo se autodenomina el otro. El estudio comparativo entre lo escrito y lo dicho en la historia de las sociedades son siempre motivo de asombro y sobresaltos. Por ello, rescatar el proceso de cambios y ambigüedades que soporta la nominación de “chamacoco” en lo escrito significa que el uso colectivo del término y la aceptación gentilicia puede concluir en la determinación étnica.

Aquí el trabajo se titula cosmografía chamacoco, como un intento de apelar esfuerzos múltiples y afirmar la vitalidad creativa de estos indígenas -Ybytóso, como Tomárâho- quienes, desde los años 1986, me ofrecieron la oportunidad y la paciencia de darme a conocer una dimensión cultural insospechable.

Merece destacar aquí que, a partir de interrogantes e ideas convergentes discutidas con Ticio Escobar, en esos años y, principalmente, en lo que hace a la contribución artística e inventiva de los aborígenes en la creación de nuestra sociedad paraguaya, decidimos prestar una mirada reflexiva a las comunidades culturales chaqueñas. Desde ese momento, las investigaciones que arrancan con los Tomárâho e Ybytóso disparan hacia direcciones diferentes de aproximación.

La investigación que se presenta aquí fue producto de momentos importantes que justifican su exposición. Primero, la intención de mi estudio apuntaba a establecer un catálogo de sabidurías orales a través de colectas sistemáticas y registros de la memoria cultural de los chamacoco.

La colecta de relatos orales se inició en febrero de 1986 hasta 1996, la cual posibilitó establecer un corpus de 1.200 relatos míticos compartidos, entre versiones de Tomárâho, y por el otro, versiones de los Ybytóso.
Muy a pesar de las diferencias dialectales, así como sutilezas expuestas por ambos grupos, la temática desarrollada por los relatos es de un mismo contenido.

Esta herencia oral, de gran riqueza y diversidad, que nos fuera presentada por varios informantes, niños, jóvenes, como adultos, interpelaba a un posicionamiento riguroso del estudio, pero también a una actitud flexible al paso transversal de datos, en donde la participación de indígenas sea confrontada a explicaciones cruzadas con las de la botánica o con la zoología occidental. Dinamizador de situaciones afectivas y prácticas, desechando toda argucia externa e inoperante a lo que algunos denominan programa de desarrollo.

En ese proceso de experiencias enriquecedoras, se sitúa este intento de exponer la cosmografía chamacoco, pues a la par de ejercer una intención primera en el conocimiento sobre la sabiduría en la oralidad, a través de la lengua y su denominación, condujo la investigación en apoyar otros procedimientos metódicos, que permitirían reunir, proyectar, conocer, más allá de una mera encuesta, basada esta en colectas de diseños gráficos.

Merece ello un tributo muy especial a la obra del gran etnógrafo sueco Erland Nordensklöld, quien, a principios del siglo XX, en visita a etnias del Chaco, y como fuera de uso corriente en la etnografía europea, investigadores como él incitaban a sus informantes indios a dibujar sobre papeles, para saber a qué nivel de evolución en la escritura habían arribado.

Es de suponer que Nordensklöd dispondría de una colección más importante de diseños realizados por chaqueños Manjui y Nivacle, que los publicados en su libro, editado en 1929, en versión francesa: “Les indiens du Chaco” (Stockholm 1910).

Los diseños que se presentan en esta edición son diseños originales realizados por Ogwa Flores y Wulky, entre 1986 y 1996. La curiosidad me estimuló a plantear a los chamacoco un procedimiento lúdico: “¡A ver, dibuja cómo ves el mundo..!”, fue la propuesta hecha a Wulky, chamán estelar Tomárâho, luego a otros miembros de su grupo.

Al poco tiempo, la propuesta fue hecha a los ybytóso, entre ellos a Ogwa Flores. Al correr del tiempo, los diseños realizados por los indígenas daban cuenta de figura y temáticas diversas, anudadas, sin embargo, a un mismo hilo conductor: el relato.

Tinta echada sobre papeles configuraría la idea sobre una representación y explicación del mundo chamacoco. En varios años fueron reunidas miles de planchas cuya labor se basó en un ordenamiento de la información, estimulando a la vez la redacción de un intento de diccionario cultural.

La selección de las planchas para su publicación aquí sugirió acompañarlas al texto, principalmente a algunos relatos míticos para exhibir el otro lado del espejo chamacoco.

Sería poco decir toda la paciencia y hospitalidad que me fueran ofrendadas por los chamacoco, principalmente entre los años 1986 a 1991, en sus comunidades y por confiar en esta tarea: la de ordenar, a mi manera, este trabajo y su publicación.

Quiero señalar también mi gratitud a la comisión sueca de la Unesco y a Swedish International Development Agency por haber facilitado la financiación de la edición.

Asimismo, a Elisabet Haglund, del Boras Konstmuseum (Museo de Arte Moderno de Boras), quien pudo incidir sobre la importancia de dicho proyecto.

El agradecimiento expreso y reiterativo para los Tomárâho, para los Ybytóso, por iniciarme al reconocimiento de una cultura que se expone sin temores al proceso de construcción de la sociedad paraguaya. A esta, de comprender que su propia invención se afirma en la relación de interculturalidad, pero también en la dignidad y apoyo para aquellos indígenas chaqueños que, como los chamacoco, desean ser diferentes y así contribuir a afirmar el colorido patrimonio humano del Paraguay. ¡Los chamacoco, entonces, una cultura condenada a vivir!




Libro de calidad gráfica excepcional

“Chamacoco cosmografía” es el nombre de un libro de calidad gráfica excepcional, que fue presentado el jueves último en el auditorio “Tom Jobim” del Centro Cultural de la Embajada del Brasil.

El volumen, impreso en Suecia, es obra del investigador paraguayo Guillermo Sequera Netto, quien también es autor de las fotografías en colores que trae el libro. Esta publicación es el resultado de estudios etnográficos realizados en años anteriores (1986 y 1992) con comunidades culturales de las etnias Tomárâho e Ybytóso del Alto Paraguay. La particularidad de la edición acompaña la ilustración de relatos míticos por los artistas indígenas Wylky Dohoräta y Ogwa Flores Balbuena.

Este libro fue editado en Suecia, en dos idiomas: español e inglés, con el apoyo de la Unesco y el Borás Konstmuseum de Suecia.

El libro trae textos de Elisabet Haglund que se refieren a los dibujos de Flores y Dohoräta; mientras que Guillermo Sequera Netto se refiere a los orígenes del grupo conocido como “chamacoco” y luego un largo compendio de los mitos recogidos por este investigador en sus trabajos de campo.

Si bien el libro contiene fotografías en colores de muy buena calidad, hechas por Guillermo Sequera Netto, nos decidimos ilustrar el artículo con los dibujos de los artistas indígenas Ogwa Flores Balbuena y Wulky Dohoräta por estar nuestro suplemento impreso en blanco y negro.
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