Literatura en tiempos de redes sociales

Antes, unos años atrás, el lector gozaba del tiempo necesario para leer un libro, analizarlo, procesarlo y hasta compartirlo con sus amistades.

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Hoy por hoy, viendo y considerando que las redes sociales son una pasión diaria en la existencia de millones de usuarios del planeta, creo que la literatura debería buscar otro mensaje, otras vías. Es que una obra literaria larga, dentro de este contexto mediático que vivimos, no tiene grandes posibilidades de alcanzar el éxito, salvo que posea un atractivo especial y mucho ingenio en el desarrollo del lenguaje. De acuerdo al contenido de sus historias, las novelas se clasifican en: bizantinas, de caballerías, de aventuras, históricas, costumbristas, góticas, ficción criminal, fantasía, pastoril, negra, etcétera.

Pues bien, hay novelas que expiran en un día. ¿Qué hacer? ¿Afanarse, agotarse sobre la misma intención, o empezar a buscar nuevas estrategias, sin perder, desde luego, la visión que se tiene de la belleza y de la estética?

Lo cierto y lo concreto es que estamos ante lectores impacientes. El escritor que no ha caído en la cuenta de la impaciencia de estos tiempos no está entendiendo el proceso, el cambio vivido, y es muy probable que su obra no despierte casi ningún interés.

La autocrítica que utilizamos para escribir, para ver si está lograda o no una frase desarrollada, si la idea planteada es la correcta, si el estilo utilizado tiene correspondencia con nuestra visión del arte, esa autocrítica debemos hacer funcionar en torno a nuestra escritura y el candente desafío de las redes so-
ciales.

Particularmente creo que la densidad en el lenguaje es una adversidad literaria.

Se imponen las historias contadas con fluidez y sencillez. Y digo sencillez no simplicidad. Lo simple hace maridaje con la mediocridad, desde luego. Lo simple es lo intrascendente.

Un artista debería escribir como le guste, pero en algunas ocasiones tendría que ir pensando en la idea de subordinarse a ciertas reglas que producen éxito. Por ejemplo: descartar la ambigüedad, que lleva a pasadizos inexplicables al lector. Desprenderse definitivamente de las frases largas.

Abordar temas que guarden relación con los tiempos vividos, partiendo de la propia experiencia. ¿No vivimos, acaso, la época del consumismo, de lo rápido, de lo instantáneo? El auge de los medios electrónicos permitirá que lentamente aquellos libros que no merecen del todo la pena ser hojeados pasen a tener distribución en un formato
digital.

En los estantes de las librerías se quedarán por siempre aquellas obras que realmente merezcan estar allí. El lector siempre busca la calidad.

Esforzémonos pues quienes escribimos, por dar calidad a nuestra escritura, utilizando el ingenio, la creatividad, la astucia, la sencillez.

En fin, puedo estar equivocada en muchos de los conceptos vertidos. Soy solamente un ser humano. Me mueve (nada más) la intención, al escribir estas líneas, de que los escritores se planteen seriamente qué y cómo van a empezar a escribir a partir de ahora.

POESÍA PARAGUAYA

Travesía

Parece insuficiente
Ser pétalos de una pequeña hermosa flor
mediterránea
nacida y crecida
y en tantas vidas repetidamente multiplicada
alguna vez, por fortuna, de pétalos erguidos
en una enhiesta y digna planta,
la misma que hoy espera el ciclo de la vida
se cumpla en ella, a una inevitable cruz, clavada.
Mientras sus propios hijos
siguen hoy, afanosamente, mutilándola,
un transeúnte cualquiera, un vecino, un
hermano
tarareando (como la Marcha fúnebre) tal vez
una cachaca
seguirá trasladando los mojones
un poco, un poco más allá de nuestra chacra,
seguirá desangrando su piel con sus tractores,
sus sonrisas, sus palas;
arrancará el aroma inocente del jazmín
por suerte todavía vivo en unas pocas murallas,
destroncará el tajy, el yvapovo,
el guajayvi,
el mbokaja
y hasta seguramente la última guayaba,
o los conservará de muestra
en un jardín botánico extranjero, en una plaza
como cualquiera de las nuestras
llenas de especies raras.

Y con ellos se irán el Kurupi, el Pombero,
el Jasy Jatere y Perurirmá. Y quedaremos
solos, nosotros en el arca.

Gladys Carmagnola

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