Lingüística y poética en Jakobson

En 1958, Roman Jakobson es invitado a pronunciar el discurso de clausura del congreso acerca del estilo en el lenguaje, que tuvo lugar en Bloomington, en la Universidad de Indiana. Su ponencia lleva por título “Lingüística y poética”. La mente siempre atenta de Jakobson adopta en el ensayo referido las formulaciones desarrolladas en los campos de la información, comunicación y cibernética, para elaborar un modelo que propone varias funciones del lenguaje. El objetivo es relevante si percibimos su total dimensión: la delimitación lingüística de lo poético.

Cargando...


Enio Quevedo

Esto equivale a decir que se intenta dotar de cientificidad al metalenguaje poético. Esta definición ambiciona además la transhistoricidad si bien Jakobson no afirma esto en parte alguna del escrito- ya que la caracterización de la función poética a la que llega no está circunscripta histórica ni culturalmente.


LINGÜÍSTICA, INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN

En su libro de 1921: “La moderna poesía rusa”, Jakobson había escrito: “El objeto de la ciencia literaria no es la literatura sino la literaturiedad (literaturnost), es decir, lo que hace de una obra dada una obra literaria”. “Lingüística y poética” se inicia con una pregunta vinculada precisamente a su idea de la “literaturnost” de 1921: “¿Qué es lo que hace que un mensaje verbal sea una obra de arte?”.


Para Jakobson, dicha pregunta es el primer problema del cual debe ocuparse toda poética. Prosigue diciendo que la poética se interesa por los problemas de la estructura verbal, del mismo modo que el análisis de la pintura se interesa por la estructura pictórica. Y como la lingüística es la ciencia global de la estructura verbal, la poética puede considerarse como parte integrante de la lingüística.


Seguidamente, y sobre la base de lo elaborado por los teóricos de la información y la comunicación, afirma que el lenguaje posee una variedad de funciones. Estas se definen de acuerdo al énfasis puesto en alguno de los factores constitutivos de cualquier acto de comunicación verbal. Estos actos comunicativos se explican de la siguiente manera: Un Destinador envía un Mensaje a un Destinatario. Este Mensaje requiere de un Contexto de referencia que el Destinatario pueda captar. El Mensaje está soportado por un Código que debe ser por lo menos en parte común a Destinador y Destinatario. Finalmente, este Mensaje circula por un Contacto o canal físico que establece y mantiene la comunicación entre las dos partes.


De este modo, una orientación predominante hacia el Contexto (los referentes) determina la llamada función Referencial (denotativa, cognoscitiva) del lenguaje. Cuando la orientación dominante se centra en el Destinador, tenemos la denominada función Emotiva (tiende a transmitir las emociones del hablante). El énfasis en el Destinatario pone al descubierto la denominada función Conativa, cuya más pura expresión gramatical se halla de acuerdo a Jakobson- en el imperativo y el vocativo.


Pero aún restan varios factores del acto comunicativo que Jakobson tendrá en cuenta. Así, la orientación preponderante hacia el Canal o Contacto, de tal modo a verificar la integridad de éste para transmitir los mensajes, determina la llamada función Fática. Como ejemplo señala expresiones tales como “Oye, me escuchas?”, cuyas funciones serían la de confirmar si el canal sigue habilitado para la transmisión de mensajes, llamar la atención del interlocutor o confirmar si su atención se mantiene. Ahora, cuando el Destinador y/o el Destinatario centran el discurso en el Código, de modo a efectuar verificaciones tales como sus respectivas interpretaciones del mismo, tiene lugar la denominada función Metalingüística. Esta denominación se sustenta en la distinción que se efectúa entre lo que se denomina un Lenguaje-Objeto (usado para referirse a objetos en sentido general) y un Metalenguaje (usado para hablar de un lenguaje determinado).

La idea en sí no era nueva. Ya en 1933 el lingüista Karl Bühler había propuesto un modelo análogo que contemplaba tres funciones básicas, según que el énfasis estuviese puesto en la primera persona (función emotiva), la segunda persona (función conativa) y la tercera persona (función referencial). Jakobson analiza el modelo de la teoría de la información y amplía la propuesta de Bühler.


LA FUNCIÓN POÉTICA

Analizados estos factores, Jakobson pasa ahora a referirse a la función poética. En efecto, dice Jakobson: “La orientación (Einstellung) hacia el Mensaje como tal, el mensaje por el mensaje, es la función Poética del lenguaje”. Añade además que la función poética no se circunscribe a la poesía y a la vez- la poesía no se halla confinada a la función poética. Al definir la función poética en cuanto uso lingüístico orientado hacia el mensaje mismo (“el mensaje por el mensaje”), Jakobson no hace otra cosa que reiterar los principios del Formalismo temprano, de lo poético en cuanto uso autónomo del lenguaje: Fin en sí y no medio. La diferencia estriba únicamente en que el análisis se vuelve más sutil. En el marco de las distinciones introducidas por Jakobson, el planteamiento Formalista inicial contrapondría la función Referencial a la función Poética (vehículo de información sobre referentes en contraposición a la autorreferencia).


LA DEFINICIÓN LINGÜÍSTICA DE LO POÉTICO

Efectuadas estas distinciones, Jakobson retoma el hilo de su pregunta inicial, pero ya efectuándola desde el seno de la lingüística: ¿Cuál es el criterio lingüístico empírico de la función poética?. En particular, ¿cuál es el rasgo indispensable inherente a cualquier fragmento poético?.


Para responder a ello recurre a un saussureanismo ortodoxo. Invoca los dos modos básicos de conformación empleados en la conducta verbal: la selección y la combinación. Supongamos dice Jakobson- que algún hablante quisiera referirse al tema niño. Por tanto, selecciona sobre la base de su equivalencia una de las posibilidades existentes (niño, pequeño, infante, etc.). Luego, condicionado por lo que quiera decir del tema, selecciona un verbo adecuado semánticamente (duerme, dormita, sueña, etc.). Seguidamente, las palabras elegidas se combinan en la cadena discursiva. Dice Jakobson: “La selección se produce sobre la base de la equivalencia, la semejanza y desemejanza, la sinonimia y la antonimia, mientras que la combinación, la construcción de la secuencia se basa en la contigüidad.”

A continuación Jakobson responde la pregunta inicial: “La función poética proyecta el principio de la equivalencia del eje de selección al eje de combinación.”. Es decir, si la equivalencia es propia de las operaciones de selección, la función poética hace que esta operación se utilice en la secuencia: “La equivalencia pasa a se un recurso constitutivo de la secuencia.”
Mounin aclara estas fórmulas a las que califica de “un tanto sibilinas”: “....la forma poética juega, en la cadena, con repeticiones de sonidos, de formas, de sentidos, que generalmente sólo están asociados en el sistema.”

De acuerdo a esto, las secuencias constitutivas de un poema estén conformadas básicamente por repeticiones de distinta naturaleza (fónicas, morfológicas, sintácticas y semánticas) que integran la base de la mayor parte de los recursos literarios tradicionales. Podemos ver que la recurrencia es parte importante en la teoría de la función poética de Jakobson, que seguirá profundizando en este cauce en sus estudios sobre paralelismos gramaticales y trabajos posteriores.


CONSIDERACIONES FINALES

Jakobson estaba convencido de la amplitud de perspectivas que podrían abrirse por intermedio de la aplicación combinada de los métodos de la lingüística estructural y la teoría de la comunicación a los campos de la poética y otras zonas de la lengua. En su ensayo “La lingüística y la teoría de la comunicación” empieza citando a Norbert Wiener, figura capital de la cibernética, cuando éste se resiste a admitir: “ ......oposición fundamental alguna entre los problemas con que se enfrentan nuestros ingenieros al medir la comunicación y los problemas de nuestros filólogos.”.


Como ejemplo tomemos el problema de la redundancia. Para Shannon, la teoría de la información se ocupa exclusivamente de la transmisión del mensaje sin preocuparse de los problemas de significado. Si el mensaje transmitido contiene exclusivamente las unidades mínimas necesarias para ser decodificado, cualquier pérdida producida en el canal afectará irremediablemente el potencial semántico de lo transmitido. Por tanto, la teoría de la comunicación, que ya se ocupa de los problemas de significado, tendrá interés en preservar la integridad semántica del mensaje, lo cual significa que deben estudiarse los niveles de redundancia con que deben ser transmitidas las comunicaciones. La retórica antigua en cuanto técnica (tekhne rethorike) ya otorgaba importancia a los problemas de redundancia. Si las cinco partes de la maquinaria retórica eran inventio, dispositio, elocutio, actio y memoria, la redundancia debía ser tenida en cuenta en los niveles de elocutio (ornare verbis), agregar el ornamento y actio (agere et pronuntiare). Así tenemos la oposición entre los recursos pleonásticos y la brevitas, la explicidad y la elipsis.


El modelo de Jakobson sufrió muchas objeciones en los años posteriores. Por ejemplo, en cuanto a la validez de lo que Mounin llama las “supuestas seis funciones” , es razonable afirmar que sólo ocultan la función de comunicación del lenguaje, que es la única. Para Mounin, las funciones de Jakobson son determinados usos del lenguaje que pueden estar más o menos presentes en cada comunicación, reconocidos mediante indicios psicológicos, semánticos o culturales pero no sustentados por criterios formales propiamente lingüísticos.


Pero esta elaboración, al igual que otras, proporciona la pauta de la naturaleza intelectual de Jakobson, más sincrético que sintético, más inclinado a la exploración que a la comprobación exhaustiva. Mounin recuerda que alrededor de 1920, al defender a alguien que se apartaba de la ortodoxia de un círculo literario, Jakobson exclamó: “¡Siempre en la periferia!”.
Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...