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En un aparte tras la presentación, Castagnino se prestó al siguiente reportaje:
-¿Subsisten en la historiografía argentina las corrientes "unitarias" o "federales"? Y si existen, ¿se asocian también estas corrientes entre una visión "porteña" o la del interior argentino?
-Es evidente que subsisten ambas corrientes, que no solamente se limitan a la historia en sí misma. Sin embargo, creo que muchos confunden los términos, y mientras se autodenominan "federales", actúan como "centralistas". Otros, por desconocimientos o intereses, navegan con un pie en cada canoa. La visión porteña no es tan visible, pero subsiste aunque algunos no la vean o la soslayen. Y su hegemonía sigue siendo preponderante sobre el interior. Muchos no le ven claramente, o se hacen los distraídos. De hecho, considero esa guerra como un eslabón más de las luchas de la antinomia "civilización o barbarie", o de la hegemonía porteña contra el interior.
-Algunos títulos definen de antemano la interpretación de un hecho histórico, ¿el suyo considera la Guerra de la Triple Alianza como atentatorio al desarrollo o consolidación de las Repúblicas del Plata?
El Paraguay previo a la guerra tenía un desarrollo propio mayor que el de sus vecinos. Su pueblo en general era mucho más instruido y no tenían luchas intestinas. Paraguay no estaba endeudado y trabajaba para sí mismo. Si consideramos que Paraguay era integrante de los "países del Plata", es evidente que el conjunto se niveló hacia abajo, y en vez de copiar la experiencia y desarrollo paraguayo, lo destruyeron. Así lo interpretó también Juan Bautista Alberdi. Del mismo modo lo vieron muchos en las provincias interiores, que se opusieron abiertamente a la guerra. Considero que hubo dos ganadores: el Imperio brasileño, que se quedó con un tercio del territorio paraguayo y logró su ingerencia en el resto, y los británicos, que endeudaron a todos los partícipes de la guerra por varias décadas.
-Un número especial de Folha de Sâo Paulo, de noviembre de 1996, había considerado la guerra del Paraguay, como el acontecimiento más importante para el paso del Imperio a la República en 1889. ¿Tuvo para la Argentina la misma importancia?
-Creo que la guerra fue funesta para los tres países (Paraguay, Argentina y Uruguay). Por supuesto que Paraguay sufrió la peor parte. Si algo tuvo de positivo para la Argentina, fue que quedó al descubierto el cretinismo de nuestros dirigentes, en especial Mitre, a quien los brasileños "le hacían escupir dulce y tragar amargo". La historia oficial, inventada entre otros por el propio Mitre, se ocupó de callar, ocultar o tergiversar la verdad.
-La historia de las naciones parece reservar a algunos personajes, no ya la categoría de "héroes" o "villanos", sino de malditos. ¿Es Juan Manuel de Rosas el "maldito" de la historia argentina?
-En principio, la historia trató de ocultar la figura de Rosas. Fue precisamente un hombre de extracción liberal, amigo de Mitre y de Sarmiento, quien se decidió a escribir la historia de Rosas, que hasta entonces se había ignorado. Digamos que en principio creyó escribir la historia de la tiranía, pero cuando terminó su obra, la figura de Rosas se vio favorecida, para disgusto de Mitre. En un principio su obra se tituló Historia de Rozas y en las ediciones posteriores Historia de la Confederación Argentina. Fue el inicio de una corriente histórica que llamamos "revisionista", en contraposición de la llamada "historia oficial", que ignoraba o denostaba la figura de Rosas. La polémica entre ambas corrientes continúa en el presente. A mi modo de ver, Rosas es el maldito de una falsa historia, creada por sus adversarios y enemigos.
-¿Cómo juzga el papel de Urquiza antes y durante la guerra? ¿Puede interpretarse su muerte como una especie de revancha por lo sucedido en Cerro Corá?
-Urquiza, además de un caudillo de peso y de aptitud militar, fue un ególatra y un comerciante inescrupuloso. Tenía la habilidad de "navegar con un pie en cada canoa" como dije antes, manteniendo su posición entre dos posiciones opuestas, para ver la conveniencia de inclinarse para una o la otra. Tuvo esa actitud en muchas ocasiones, como en vísperas de Caseros y luego en las luchas civiles entre porteños y caudillos del interior, a quienes no desautorizaba ni combatía. La misma actitud tomó entre López y Mitre, manteniéndose en un equilibrio inestable hasta que vendió al Imperio todos los caballos de Entre Ríos. Entonces sí definió Urquiza su posición, y en mi libro lo desarrollo con detalle. La muerte de Urquiza fue la reacción de su propia gente de confianza, rebelados contra tanta traición. Entre ellas, la guerra contra los paraguayos a quienes las provincias interiores en su conjunto sentían como pueblo hermano, enfrentados a porteños y brasileños.
-Una editora paraguaya acaba de adquirir 150 ejemplares de su libro para su venta en mi país. ¿Qué consejo daría a sus futuros lectores paraguayos para el abordaje de su obra?
-No me siento con mérito suficiente para dar consejos a los lectores paraguayos. En todo caso, les diría que no escribí esa obra con ánimo de enseñarles a los paraguayos la historia de su patria, sino más bien estudié para comprenderla yo mismo. La escribí para dejar testimonio de ella respetando en lo posible lo que tengo como verdad, y como digo en el prólogo: lo hice en homenaje a miles de hombres y mujeres, y en particular, niños inocentes que murieron injustamente en esa guerra funesta.
Por Jorge Rubiani
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