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El modelo de universidad de investigación de Estados Unidos y de los países de Europa que han imitado este sistema de origen germánico ha sido estimado como inapropiado para Latinoamérica, ya que nuestras universidades no participaron de ciertas grandes revoluciones educativas; sin embargo, es el que más conocimientos ha generado en los últimos ochenta años. Habiendo experimentado con cierta profundidad ambos modelos, me siento con alguna responsabilidad de opinar sobre las diferencias. En el libro Pursuing the Endless Frontier (Hacia la frontera sin fin), el profesor Charles M. Vest, rector del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), atribuye la excelencia de la universidad norteamericana a siete puntos. Contrastemos la situación paraguaya con cada uno de ellos.
1. DIVERSIDAD INSTITUCIONAL
En Estados Unidos hay una gran diversidad de instituciones universitarias, de pequeños colegios de Artes Liberales a grandes universidades de investigación (las de la “Liga de Hiedra”, las “Ivy League Schools”) o instituciones focalizadas, como el MIT o el Cal Tech. Los alumnos pueden elegir la más cercana a sus vocaciones y posibilidades. En Paraguay existen instituciones diferentes, pero no diversidad real, dado que las nuevas universidades se moldean en las antiguas, profesionalistas, sin modelos de investigación y con métodos de educación pasivos, de repetición y no de generación de conocimientos. Las universidades paraguayas, queriendo ser iguales, se han perdido las ventajas de las diferencias; han sido incapaces de encontrar, como diría el doctor Brunner, el DNA que las distinga. Modelo monomórfico y mediocre, no puede incluir todas las vocaciones y aptitudes. Tenemos multiplicidad, que no es útil, pero no diversidad, que sí es importante.
2. LIBERTAD ACADÉMICA
Es la libertad de los profesores jóvenes de elegir qué y cómo enseñar e investigar. En los sistemas jerárquicos autoritarios de muchos países, deben comportarse como sirvientes de profesores más antiguos. La libertad de elegir sus áreas y métodos de investigación refresca el ambiente académico, a veces estancado por el conservadurismo de los más viejos.
El autoritarismo habita en el tuétano de los paraguayos. Desde la educación escolar hasta la universitaria hay dirigismo, sea coercitivo, como las reglas del MEC en la educación, sea voluntario, como en las universidades que no pierden oportunidad de interferir en todo tipo de libertades y en especial en la académica. Se asume la acepción medieval o cordobesa de la autonomía, en el sentido civil, de geografía, del campus como territorio liberado, o de capacidad de administrar fondos habitualmente proveídos por el Estado, pero se ignora la libertad académica, permanentemente violada por autoridades universitarias, como se nota en los propios reglamentos. Un ejemplo es el escalafón cerrado en la facultad de Ciencias Médicas de la UNA: no hay libertad para nombrar a un profesor en el cargo que por méritos y capacidad le corresponden; no importa si viene de las mejores escuelas ni cuántos trabajos de investigación ha publicado: debe iniciarse como instructor o profesor asistente perdiendo concursos ante otros de menor formación, pero de más edad o años en la institución. Este fenómeno se ha denominado “el deber de mojar la camiseta”, expresión muy académica que prima en las decisiones. Los reglamentos internos favorecen este derecho sudoríparo. El resultado: mediocridad y gerontocracia. Otra peculiaridad local es el requisito de haber cursado Didáctica universitaria, necesaria en escuelas y colegios, pero no en la universidad, donde la docencia es libre y creativa. Pero lo más importante de la libertad académica es la libertad de investigación. Cada docente elige sus áreas de estudio libremente. No hay aquí mucha interferencia porque la investigación no es parte de la misión principal de nuestra universidad, aunque pomposamente figure en sus estatutos. Pero cuando se trata de obtener dinero estatal para la investigación, o cuando un investigador consigue fondos extranjeros y las autoridades desean apoderarse de ellos, se produce la interferencia principal, como se verá más abajo.
3. DOCENCIA E INVESTIGACIÓN
La imbricación de la enseñanza y la investigación garantiza la renovación permanente de la universidad. El origen de este concepto crucial es la revolución humboldtiana en Berlín, 1810. Todo profesor es un investigador. Enseña los resultados de sus investigaciones. La pasión de transmitir el nuevo conocimiento no es igualable a la simple repetición. La enseñanza de lo investigado tiene profundo valor epistemológico porque explica de primera mano cómo se obtuvo el conocimiento. Esta visión experiencial contagia al alumno para que a su vez indague originalmente. Esta enseñanza imita el proceso del descubrimiento científico; un profesor no investigador no puede conocerlo y será, como docente, inferior. En Paraguay no se da esta correlación por el poco valor atribuido a la investigación y por la sobrevaloración de la docencia.
4. APOYO IRRESTRICTO A LA INVESTIGACIÓN BÁSICA
Para el Estado norteamericano, el apoyo a la investigación básica, sin objetivos concretos ni fines de lucro inmediatos, es responsabilidad del Gobierno federal. Esta política provee a numerosas universidades de ingentes recursos, cuya distribución responde al mérito en un mercado sumamente competitivo, que financian las ideas de los investigadores y los costosos equipos que estas requieren para su análisis. En Paraguay se cree que la investigación básica no es necesaria, que es asunto de países desarrollados y que se puede imitar, mientras que la aplicada es la que corresponde porque se dirige a los problemas sociales. Esta actitud es responsable del atraso científico y económico de nuestro continente frente a Norteamérica, Europa y Asia. Ignora cómo se producen tanto el conocimiento como su impacto social. Numerosas aplicaciones científicas se fundan en conocimientos básicos. Es muy difícil hoy separar las ciencias aplicadas de las básicas. Quienes descubren saberes básicos son dueños de estos y recibirán las regalías en su etapa de aplicación. Los que no, serán marginales en el mundo de la ciencia, y los países de estos aplicadores científicos o tecnológicos, no necesariamente investigadores científicos, los acompañarán en la marginalidad económica. Ignorar las ciencias básicas es ignorar la propia ciencia. Es lo que ocurre en nuestro país.
5. INTERNACIONALIZACIÓN
Es incalculable el aporte intelectual y cultural de alumnos, intelectuales e investigadores de otros países a los campus norteamericanos. Ellos, dice el profesor Vest, nos han ayudado a ser lo que somos en la universidad. En Paraguay, la internacionalización no es un plan en las universidades públicas, y hay en ellas innumerables dificultades para admitir alumnos, docentes o investigadores extranjeros. Una visión nacionalista y cerrada impide esa virtuosa hibridación cultural (Darlington), tan importante para el progreso de los pueblos. Incluso para los paraguayos con formación académica en el exterior, las trabas a la reinserción son increíbles, aunque vengan de grandes universidades del mundo: mientras estas compiten por facilitar la admisión de estudiantes y profesores extranjeros de valía, acá nada conforma a la exquisitez burocrática. Perdura una miope visión mediterránea.
6. COMPETICIÓN
La competencia entre estudiantes y profesores de distintas universidades, pese a su dureza y sus dificultades, favorece la excelencia. En Paraguay, pese a la tímida competición entre universidades públicas y privadas, la oferta es uniformemente mediocre en ambos sectores. Las universidades privadas se disputan las matrículas porque su presupuesto depende de las cuotas, un contrasentido si se busca excelencia educativa. El rigor un poco mayor en la admisión de alumnos al sistema público, que en algunas facultades se lleva lo mejor del alumnado, dirige la demanda residual a la educación privada. Notamos algunas excepciones y experimentos en el campo de las universidades privadas, pero sus resultados están por verse. Sin dedicación a tiempo completo y con pagas misérrimas, muchos profesores viajan de una a otra de las instituciones en las que “enseñan” simultáneamente (“profesores taxi”).
7. FILANTROPÍA
En la universidad norteamericana existe una tradición de filantropía por la que exalumnos y otras personas u organizaciones privadas proveen fondos para que las universidades puedan acoger a estudiantes económicamente menos favorecidos, y el sistema impositivo favorece la ayuda a estos estudiantes. En Paraguay no existe esta tradición y esto se relaciona con la falta de prestigio de la universidad y con la desconfianza en el manejo del dinero. Tampoco hay apoyos impositivos legales claros; o, si existen, no se los usa. Hay un intento de iniciar la provisión de fondos estatales para becar a estudiantes de grado valiosos, y numerosos programas de becas para posgrado en el exterior.
Instituto de Patología e Investigación