La vuelta del ciudadano Agustín Barrios Mangoré al Paraguay

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A 65 años de la muerte de nuestro genial guitarrista, compositor e intérprete sin igual, Agustín Pío Barrios Mangoré, un 7 de agosto de 1944 en El Salvador, nos encontramos –en su cuarto intento esperando que se dé esta vez- ante un hecho que quiere hacer el honor al ilustre ciudadano de retornarlo a su añorada patria, el Paraguay.

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La Secretaría de Desarrollo para Repatriados y Refugiados Connacionales de la Presidencia de la República, la Comisión Defensoría Ciudadana de la ciudad de San Juan Bautista, Misiones, y el Congreso Nacional están coordinando esfuerzos para la repatriación del genial guitarrista paraguayo Agustín Pío Barrios Mangoré. En este sentido, en el mes de junio, parlamentarios paraguayos fueron a El Salvador a presentar el pedido, por la vía oficial y gubernamental, pues es algo que atañe a cuestiones estatales entre el Paraguay y el Salvador. Esta visita produjo algunas reacciones que eran de esperar por un grupo que tiene intereses en el tema. Tanto de aquí y de allá.

Los diarios salvadoreños La Prensa Gráfica, Hoy, y El Mundo han publicado artículos en los que se manifiesta el desacuerdo con la expatriación de los restos y la imposibilidad del acto, ya que la tumba de Mangoré, ubicada en el cementerio de los Ilustres de El Salvador, ha sido declarada monumento nacional por el Estado salvadoreño.

El presidente de la Asociación Mangoré de El Salvador Carlos Rodríguez Payés ha dicho que el objetivo es político y no cultural. Al respecto, Payés comentó:

«Ellos no se contactaron conmigo para nada, sino que me avisaron de su llegada amigos nuestros de Paraguay. Venían a espaldas nuestras, cuando en Paraguay saben y conocen que nosotros somos representantes de este movimiento».

En vista de que era una visita oficial, los canales de comunicación se hicieron con el Gobierno, no así con sociedades privadas que tuvieran algún interés en el asunto. En todo caso, las autoridades salvadoreñas bien les podían haber cursado participación, cosa que se puede inferir que no lo hicieron por los reclamos que hubo en algunos medios de comunicación. El “Movimiento” de Mangoreanos, aquí en el Paraguay tiene por cabeza a Carlos Salcedo Centurión, más es un movimiento nominal creado por el nombrado, porque la actividad de este “clan” no demuestra originalidad en su aparente labor, más bien esto es un “marketing” que trata de buscar y crear un “estatus” que dé “legitimidad” a su dudosa condición de “investigador” sobre Mangoré. El fruto de la supuesta investigación de este es el libro El inalcanzable, que dicho de paso, no contiene ningún aporte nuevo sobre el conocimiento del genio de Agustín Barrios Mangoré, pues los hechos y datos, que se repiten en él hasta el hartazgo, son ya sobradamente conocidos y, además, peca de acrítico, pues las fuentes en las cuales se basan esos datos no son de suficiente credibilidad musicológica. Estas hay que discutirlas, compararlas, corroborarlas, y no simplemente perpetuar los errores que se difunden.

Por otro lado el Dr. Payés también comentó que: “Lo más triste es que estas personas que vinieron no conocen nada de Mangoré, ni de su obra. Ellos no saben por qué él es grande; vienen al país con malas ideas, solo porque tienen el conocimiento que aquí está enterrado y nada más».

Eso no quiere decir que aquí en el Paraguay no conozcamos sobre nuestro ilustre conciudadano; mal nos evalúa, Dr. Payés, no nos trate de ignorantes. Sabemos muy bien por qué es “grande” entre los grandes, dimensionamos muy bien este hecho. Y en cuanto a tener malas ideas, ¿de qué ideas habla? Aquí tenemos un montón de ideas que estamos desarrollando, pues ni las muchas que hagamos, jamás alcanzarán para rendir tributo a este genio universal; Ningún esfuerzo nunca va a ser suficiente para retribuir a Mangoré lo que nos legó.

Por su parte, Víctor Urrutia, ex discípulo de Mangoré, de 96 años en la actualidad, comenta que recibió la visita de los parlamentarios paraguayos, pero que en ningún momento le dijeron que querían expatriar los restos de Mangoré y agregó:

«No sé por qué insisten ellos en llevarse los restos de una persona que en vida protestó por la forma en que lo habían maltratado».

En este sentido, podemos decir que circulan falsos conocimientos erigidos sobre torcidos intereses, rumores, en especial al tópico que hace que Mangoré era afiliado al Partido Colorado y que por ello fue anulado (Urrutia dice “maltratado”, pero alude a este hecho que comentamos) en el espacio cultural del Paraguay por los gobiernos radicales liberales de su época. Este error lo introduce el Sr. Richard Stover en su conocida obra Seis rayos de plata, que intenta ser una biografía analítica definitiva sobre Mangoré, intento muy lejano de fraguarse, pues en lo que respecta a muchas afirmaciones en él, no están bien respaldadas por la veracidad de sus fuentes.

El Dr. José Roberto Bracamonte, distinguido ciudadano salvadoreño, ex discípulo de Mangoré en la escuela de música Rafael Olmedo, dice en su libro Mangoré, el maestro que conocí, refiriéndose al Gral. Martínez:

«Personalmente odié siempre a Martínez y, hasta en el fondo del inconsciente que razona, había enconada lucha defendiendo y atacando a Mangoré, por haber aceptado la ayuda del “general de las aguas azules […]».

Y buscando perdonar a Mangoré por el hecho dice:

«Mangoré no tenía convicciones ni credo político y además era extranjero, lo cual, desde el punto de vista de las tendencias de izquierda, no le eximía de culpa, pero él era un desconocedor de estas teorías y tesis; estaba enfermo y económicamente arruinado […]».

El Sr. Stover es un allegado de Payés y de cierto grupo hegemónico cultural de El Salvador y actúan como corporación en lo que respecta a este tema de Mangoré queriendo monopolizar sus ideas al respecto.

Por otro lado, el historiador Carlos Cañas Dinarte sostiene que “si Paraguay quiere hacerle un homenaje a Barrios, que traiga un busto y lo ubique junto a la tumba, pero no pueden llevarse los restos porque la tumba es un monumento nacional”.

Podemos hacer un poco de historia y decir que el general Martínez se hace con el poder con un golpe de Estado (1931) –como en el caso paraguayo entre Rodríguez y Stroessner- a su compadre (solo que en el Salvador el derrocado era Presidente democrático, no así el general Stroessner). Mangoré fue un protegido (durante los años que van del 1939 al 1944) del general Maximiliano Hernández Martínez (1882-1966) durante lo que se conoce como “El martinato” (1931-1944), periodo que algunos denominan como “la noche negra del militarismo en El Salvador”. Barrios enseñaba guitarra en la Escuela Nacional de Música y Declamación “Rafael Olmedo”, Institución destinada a jóvenes de entre 8 y 18 años, y era parte del Ministerio de Instrucción Pública de El Salvador.

El Dr. Bracamonte comenta en su libro citado que:

«La protección de Martínez llega hasta que perdió el poder, y sucedió que, habiendo surgido una calumnia […] Algo insólito se produjo en la trama del destino: en cuanto el protector es desterrado y antes de ser objeto de situación degradante (despido de la Escuela de Música, como ejemplo) y ante la imposibilidad de llegar por otros caminos a hacer fortuna y a los pocos días de perdido el brazo protector, muere Mangoré en forma inesperada».

Como es sabido, Barrios Mangoré murió en El Salvador y fue enterrado en el Cementerio de los Ilustres, mas la noticia de su muerte no hizo ecos en las noticias ni titulares de periódicos en su momento, y eso que él vivía muy cerca de La Prensa Gráfica, diario en el cual se publican algunos de estos comentarios en el Salvador y que mueven nuestra pluma.

En el Salvador no se ha grabado la música de Barrios en guitarra y mucho menos se han hecho trabajos profundos, objetivos y analíticos sobre la obra de Mangoré (en sentido formal-analítico), no así sobre la vida (anecdotario) de este genio, esta, si bien puede aportar datos sobre el entorno en el cual se materializó la obra del artista, pero hay que recalcar que cuando Barrios Mangoré vivió en el Salvador (1939-agosto de 1944), ya estaba hecho y derecho como compositor e intérprete, ya había alcanzado la madurez del artista genial que fue. Los avatares de su peregrinar nómada por los rincones de la América castiza fueron los detonantes de su genialidad, no la vida semiacomodada que le dio el general Martínez al final de ella.

Agustín Barrios Mangoré es un artista universal -en este sentido cualquier país podría reclamar sus restos mortales- por hechos, pero al final de cuentas es particularmente ciudadano paraguayo por derecho, y sería un acto de desprendimiento de egoísmo por parte del Gobierno salvadoreño concederlo; y desde ello, atendiendo a que siempre tuvo una nostalgia (“saudade” como se refería él a ello) hacia su país el Paraguay, hacia su “Jha che valle”, Misiones, por qué no cumplirle el sueño de volver y radicarlo para siempre en su añorado solar guaraní, en la tierra misionera que vio nacer y aflorar ese don privilegiado del arte guitarrístico del cacique Mangoré -es un deseo legítimo de todo el pueblo paraguayo que quiere honrar a su universal paisano- aunque sea después de haber transcendido lo material de este mundo en tierras salvadoreñas y morar en el panteón in ubicuo eterno del arte. Como dice el refrán: “Más vale tarde que nunca”.