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En diciembre, el santuario mariano más visitado –claro, después de Caacupé– de Paraguay es el de la Virgen del Paso de Itapé, tierra bermeja del cuarto departamento y miscelánea de naturaleza y espiritualidad, considerada por ello la Capital Espiritual del Guairá. Del 9 al 18 de diciembre, y sobre todo el 17, víspera de Tupãsy Paso Ára, a pie por las rutas, rezando bajo un sol cuyos rayos bruñen caras y extremidades, llegan los marianos de varios lugares. A la vera del camino, algunos descansan a la sombra de un escuálido árbol o de un cocotero solitario y mutilado por el rayo. Otros llevan a hombros a sus críos.
Coches y autobuses levantan una espesa polvareda que permanece horas en el aire, estorba la visión y tórrida, asfixiante, del 16 al 18 de diciembre aumenta día y noche. Los párpados, cejas y cabellos de los peregrinos se tiñen de polvo de tierra colorada, y los techos de las casas y vehículos cambian de color sin permiso de sus dueños. Pero todo lo lava siempre la lluvia mansa y fresca con la cual, para los creyentes, la Virgencita del Paso alivia desde el cielo a sus feligreses.
Esto sucede desde mediados de la década de 1950, cuando llegó a Itapé la imagen de la Virgen de Caacupé, patrona de Paraguay. No fue en la fecha prevista, el 9 de septiembre de 1954, debido a la inclemencia del tiempo, pero, por el esfuerzo conjunto de personas como Ricardo Garay, el señor Cáceres Zorrilla o monseñor Agustín Rodríguez, entre otros (Garay costeó con sus propios recursos el avión para traerla, Zorrilla intercedió ante el jefe de las Fuerzas Armadas, general Mario Coscia, y los demás hicieron lo suyo), la ilustre visitante aterrizó en Itapé la mañana del jueves 16 de diciembre de ese año. Su estancia duró tres días.
La nota del pa’i Arzamendia
El segundo día de la estancia de la Patrona del Paraguay en Itapé, viernes 17 de diciembre de 1954, el pa’i Vicente Arzamendia, párroco de la iglesia de San Isidro Labrador de Itapé, le escribió a Justo Ortiz, juez de Paz de Tebicuary, una nota que sería la hoja de ruta del traslado de la imagen de Itapé a Coronel Martínez, a donde recomendaba llevarla por tierra, en camioneta, para trasladarla de ahí a Tebicuary al día siguiente, a las tres de la tarde, pues ese camino no sería «dificultoso» como la zona de Caí. El pa’i Arzamendia, finalmente, se disculpaba por no poder acompañar a los feligreses durante tal acontecimiento y añadía que después de pasar por Tebicuary la imagen debía volver a Coronel Martínez.
La imagen cruzó a hombros las aguas del Tebicuarymí por el Paso Tuyá el sábado 18 de diciembre de 1954. Desde entonces, se la denominó la Virgen del Paso, Tupãsy Paso. Su capilla, levantada a orillas del Tebicuarymí, fue construida a instancias de Garay en gratitud por la curación de su hija de un quiste aéreo congénito, según el diagnóstico médico. El camarín fue inaugurado el 15 de mayo de 1958.
El 17 abril de 2016 fue colocada la piedra fundamental de un futuro templo en el Santuario Natural de Tupãsy Paso, y este año la Cámara de Senadores declaró «De interés nacional la construcción del Santuario de la Virgen del Paso de Itapé, en el departamento de Guaira» en la declaración número 45 del 29 de noviembre de 2018. «La construcción tendrá un costo de un millón de dólares; actualmente está en una etapa de 15 a 20 por ciento», señala Hugo A. González, integrante de la comisión de la obra.
Las dos rutas
Fundado el 10 de marzo de 1678 por fray Buenaventura de Villasboas y asentado a orillas del río Tebicuarymí en 1682, Itapé, uno de los distritos más antiguos del departamento, está conectado con Villarrica por dos rutas (aún sin asfaltar, si bien este año, 2018, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones se ha comprometido a asfaltarlas), conocidas como la «Ruta del Progreso» y la «Ruta de la Fe».
A la vera de la «Ruta del Progreso» –paraje mencionado, por cierto, en diversos pasajes de sus obras por escritores como el barbuñalense Félix Francisco José Pedro de Azara y Perera o los paraguayos Ramiro Domínguez Codas y Augusto Roa Bastos, entre otros–, ruta que está ya empedrada, hay lagunas, arroyos y dos cerros, el Cerrito y el Cerro Guasu, llenos de bellezas naturales, tanto como las mismas playas de Itapé. Comisario español de la división demarcadora, Félix de Azara, que pasó por ella en junio de 1784, escribe que encontró «algunos ranchos separados, caminos llanos, orillas despegadas y gredosas». Cruzando el arroyo Jhû, señaló Azara, «la vereda del bosque era honda» y tan angosta «que no se podía distraer» pues «los raigones que había a la vera del camino» se podían enredar en los estribos. Describió la entrada del bosque, «piedra, tierra colorada», y, a la salida del bosque, «un camino suavísimo, alomado y gredoso» (1904, pp. 32-35).
En cuanto a la «Ruta de la Fe», también llamada «Ruta de las Promesas», en 1957, para unir Itapé y hasta el Paso de la Virgen, se formó una comisión, reconocida el 11 de mayo de ese año por decreto ley 26.758, cuyos miembros, tras muchas gestiones y trabajos, lograron cumplir su meta. El jueves 6 de febrero de 1958 el pa’i Arzamendia ofreció un almuerzo en el Paso de la Virgen para celebrarlo.
Cada mes de diciembre, para la festividad de la Virgen del Paso, acuden aproximadamente diez mil feligreses al lugar.
Fuentes
Félix de Azara: Geografía física y esférica de las provincias del Paraguay y misiones guaraníes, Montevideo, Anales del Museo Nacional, 1904.
A. R. Barreto: Forjadores de las letras guaireñas, Asunción, Fondec, 2018.
A. R. Barreto: Itapé, por los siglos de los siglos, Asunción, El Lector, 2016.
«La Ruta Villarrica-Itapé que el pueblo llama “Ruta de la Fe” y su ramal a Félix Pérez Cardozo», diario El País, 26 de marzo de 1958.
«Fue reconocida una Comisión Vecinal», diario La Tribuna, 15 de mayo de 1957.
«Comisión Coordinadora Pro-Camino Villarrica-Itapé», diario El Surco, 26 de mayo de 1958.
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