La obra de Miguel Acevedo que conmocionó la gráfica local

La temprana irrupción de Miguel Acevedo (1889-1915) en la escena de las artes visuales del Paraguay marca un acontecimiento significativo aunque muy poco reconocido en ese momento. Hasta entonces, tal escena se encontraba dominada por la estética idealista de las Bellas Artes que mantenía a raya la cuestión política y social y erradicaba el humor y la sátira presentes con fuerza en la cultura popular.

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Ticio Escobar

A través de un trabajo solitario, Acevedo provoca una conmoción en la ilustración gráfica del reciente periodismo paraguayo abriéndolo a una caricatura suelto y mordaz, sin precedentes en la cultura oficial local.

Ya su primera muestra de caricaturas, realizada en la calle Palma en 1913 y seguida por otra poco después, retrataba a personajes de la época con un trazo suelo y seguro que pasó a ilustrar diversos periódicos (como “Crónica” y “El Diario”).

Esta imagen marcó una inflexión importante en el desarrollo de la imagen en el país: la espontaneidad de la imagen satírica y las licencias que concede la exageración de los rasgos liberan a la caricatura de muchos de los pesados cánones del naturalismo pictórico, aún hegemónico entonces.

La obra más significativa de Acevedo está contenida en las revistas “Tipos y Tipetes” que constituyeron un caso insólito dentro de la historia del periodismo latinoamericano. Las publicaciones, iniciadas en 1907, constan de ejemplares únicos, cuidadosamente escritos y dibujados a mano durante años, que circulaban de mano en mano y volvían luego al archivo del autor.

Este osado medio periodístico se conecta, indudablemente, con la figuración gráfica de los periódicos guerreros “Cabichui” y “El Centinela” y recoge aspectos del sentido de humor rápido y mordaz propio del ingenio popular.

En un lenguaje vital y espontáneo, la revista “Tipos y Tipetes” manifiesta fundamentalmente la inquietud por el ámbito de la política nacional y los grandes temas internacionales del momento, encarada con desenfado y valentía. Pero también se refiere a todas las cuestiones concretas que aparecen en la diaria escena de la vida asuncena: la revista caricaturiza a personajes de la cultura, se mofa de la moda o la publicita en avisos, crea viñetas que alegorizan cualquier acontecimiento de interés colectivo, se ocupa con seriedad de pequeñas anécdotas desconocidas u olvidadas y hace sus comentarios, reflexiones, bromas, siempre atenta a todo lo que sucede en su tiempo que él capta con agudeza y expresa con imaginación.

Pero, además, la diagramación ágil, la información vigente, la creatividad utilizada en la ilustración y en las soluciones técnicas, y el tono variado del texto suponen una concepción actualizada del periodismo que, indudablemente, no existía en la producción pictórica.

La misma imagen gráfica de Acevedo incorporaba con soltura muchas soluciones formales contemporáneas (provenientes fundamentalmente de la ilustración “art-nouveu” y el grabado expresionista) que demostraban una actitud mucho más abierta a innovaciones que la conservadora postura de las Bellas Artes.

Lamentablemente, Acevedo no tuvo tiempo de desarrollar esa imagen; murió a los 26 años apenas vuelto de París adonde había viajado con una beca del gobierno. Pero su dibujo continuó, sin duda, en el de Juan Ignacio Sorazábal, quien declara a Acevedo como “su único maestro”.
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