La lucha de Knausgaard

El narrador y novelista Juan Ramírez Biedermann (Asunción, 1976) nos presenta una de las más importantes empresas literarias de nuestro tiempo. A sus anchas con el paisaje de fondo de su amada cultura escandinava, el líder y vocalista de Sabaoth –la admirada banda nacional de black metal, siempre afín a los climas sonoros de grupos como el noruego Mayhem, entre otras distantes y prójimas experiencias estéticas– nos habla de la extraña obra del escritor, también noruego, Knausgaard, de sus misterios, que parten de la pena y de la muerte, de esa poesía difícil que en el fondo, concluye el autor de este artículo, nos hace seres demasiados iguales.

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LA NUEVA SAGA NORUEGA

Karl Ove Knausgaard nació en Oslo, Noruega, en el año 1968. Es considerado uno de los escritores escandinavos más renombrados del momento. Contrariamente a lo que se esperaría, no escribe novelas negras, ni podría asociarse a esos autores nórdicos que habitan en lo más alto de las listas mundiales de best-sellers (Stieg Larsson, Indridason, Henning Mankell, entre otros) gracias a policiales oscuros, impregnados de misterio y de esa atmósfera gélida de los bosques, ciudades o fiordos de Escandinavia.

Knausgaard, luego de haber ganado reconocimiento en su país con la novela Fuera del mundo (1998, Premio de la Crítica) y con una nouvelle de corte místico (según referencias, ya que la mayor parte de su obra no ha sido aún traducida al español), decidió escribir una ficción autobiográfica que tendría como punto de arranque el universo creado en su interior a partir de la muerte de su padre, víctima del alcoholismo y de años marcados por un instinto de autodestrucción que en el libro se describen, se narran, se viven, de forma escalofriante y conmovedora.

El resultado es una saga compuesta por seis volúmenes, por miles de páginas que han causado una verdadera conmoción en Europa, en Estados Unidos y, recientemente, en América Latina.

LA LUZ, LA MEMORIA Y LA MUERTE

El primer libro de esta serie, denominada Mi lucha (sí, es el mismo título que Adolf Hitler le puso a la obra que escribió en la prisión de Landsberg), se llama La muerte del padre. Ya desde el comienzo, la novela atrapa al lector con un soliloquio acerca de las primeras consecuencias de la presencia de la muerte en nuestra cotidianeidad. Por medio de preguntas con respuestas aparentemente obvias, tales como por qué necesariamente hay que esconder a las personas que acaban de morir, por qué cubrirles el cuerpo, por qué ocultarles el rostro, por qué hacer desaparecer la imagen de alguien que hasta hacía unos segundos había compartido momentos y espacios con nosotros, Knausgaard nos acorrala con unas primeras páginas de intensidad inusitada. Seguidamente, Knausgaard cavila acerca de la muerte y el descenso, acerca de la asociación de la no vida con las profundidades, llámese el entierro, llámense las entrañas de la tierra o el subsuelo de una funeraria, y por ende, la oscuridad, y comparte algunos pensamientos sobre la vinculación de la vida con la altura, con la luz, con la proximidad a la fuente de la luminosidad, llámese sol, o cielo, o lo que fuese. Seguidamente, nos introduce serena y ferozmente en su vida, en su día a día como niño, como adolescente, como joven, la relación con el hermano mayor, con el padre y la madre, sus anécdotas de escuela, el fracaso de su banda de rock, los días de bohemia y universidad en la hermosa y mítica Bergen, sus novias, las entrevistas amateurs a figuras consagradas de la literatura noruega, las sosegadas jornadas en Estocolmo en compañía de su esposa. Se desarrolla así una novela de casi quinientas páginas, escrita con un lenguaje escueto y preciso que en la oración menos pensada introduce pasajes de una belleza pocas veces vista en la prosa del siglo XXI.

CELEBRACIÓN DEL ENCUENTRO

Destaco enfáticamente el capítulo en que Karl Ove y su hermano ingresan en la casa de su abuela, donde había habitado y perdido la vida su padre, encontrando una vivienda inmunda, repleta de botellas vacías, de mugre, de comida podrida, de excrementos, y una anciana entre delirante, dulce y alcohólica: paisaje desolador y abominable. El capítulo no pretende ser, ni resulta, tremendista. Como todo el libro, describe las cosas tal como son y, desde el interior atormentado del autor, busca encontrar la forma de explicarnos lo complejo del proceso de asimilar un momento para el que nadie está preparado.

La escritora británica Zadie Smith declaró que necesitaba el próximo libro de Knausgard tanto como una dosis de crack. Un columnista de The Guardian escribió que nos encontramos probablemente ante la empresa literaria más importante de nuestro tiempo. Celebro haber encontrado a Knausgard, celebro que, con el paisaje de fondo de la cultura escandinava, que tanto aprecio, nos acerque la contundente y abrumadora verdad de que en el fondo somos seres demasiados iguales y, a la vez, sorprendentemente aterradores.

Ahora se viene Un hombre enamorado: es hora de leer el segundo volumen.

jrbiedermann@gmail.com

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