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Supo el vate combinar lo que aprendió de los poetas del Siglo de Oro con la poesía de vanguardia. Se sabe que leía mucho a Góngora. El resultado fue un libro lleno de matices, colores, ritmo, revelaciones y metáforas. Salió a la luz en 1928. Contenía solamente 18 romances, pero en ellos estaba la historia de los gitanos, perseguidos por la Guardia Civil española. Fue Federico quien irrumpió en la lírica española con nuevos romances, abriendo con habilidad sorprendente una realidad poética y dramática al mismo tiempo. Él conocía el estilo de vida de las tribus gitanas de España, y se hizo varias veces gitano. En su memorable romance titulado La casada infiel, dedicado a Lydia Cabrera y a su negrita, dice García Lorca: Me porté como quien soy/ como un gitano legítimo/ le regalé un costurero/ grande, de raso pajizo/ y no quise enamorarme/ porque teniendo marido/ me dijo que era mozuela/ cuando la llevaba al río.
Escribió esenciales obras teatrales, que llevó a las calles: La casa de Bernarda Alba, Yerma, Bodas de sangre. El autor de Un poeta en Nueva York tuvo el genio necesario para recorrer todo un esplendente camino literario, a pesar de que la muerte le llegara, irracionalmente, de manos de la Guardia Civil española, en 1936. Tenía solamente treinta y ocho años cuando murió. Le gustaba arrancar notas musicales al piano, dibujar, vivir la vida plenamente, montar obras teatrales. No sabía, como muchos poetas verdaderos, qué es la poesía. En una entrevista dijo que es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que llegaran a unirse. Y en ese razonamiento suyo, el poeta-lector hallará posiblemente la razón de la poesía.
De Federico García Lorca, de su talento, de su alta capacidad creativa se puede aprender muchísimo. Así pase el tiempo que pase, así pasen y sigan pasando los poetas vanguardistas de esta España tan pobre en sus nuevos poetas, Romancero gitano será siempre la obra de consulta de los autores que desean escribir romances. Y a propósito de romances (en nuestro país los llamamos compuestos), un poeta que se precie de tal debería incursionar en ese género.
FRAGMENTO DE ROMANCE SONÁMBULO
Federico García Lorca
-Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
-Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
- Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con la sábanas de Holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Escribió esenciales obras teatrales, que llevó a las calles: La casa de Bernarda Alba, Yerma, Bodas de sangre. El autor de Un poeta en Nueva York tuvo el genio necesario para recorrer todo un esplendente camino literario, a pesar de que la muerte le llegara, irracionalmente, de manos de la Guardia Civil española, en 1936. Tenía solamente treinta y ocho años cuando murió. Le gustaba arrancar notas musicales al piano, dibujar, vivir la vida plenamente, montar obras teatrales. No sabía, como muchos poetas verdaderos, qué es la poesía. En una entrevista dijo que es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que llegaran a unirse. Y en ese razonamiento suyo, el poeta-lector hallará posiblemente la razón de la poesía.
De Federico García Lorca, de su talento, de su alta capacidad creativa se puede aprender muchísimo. Así pase el tiempo que pase, así pasen y sigan pasando los poetas vanguardistas de esta España tan pobre en sus nuevos poetas, Romancero gitano será siempre la obra de consulta de los autores que desean escribir romances. Y a propósito de romances (en nuestro país los llamamos compuestos), un poeta que se precie de tal debería incursionar en ese género.
FRAGMENTO DE ROMANCE SONÁMBULO
Federico García Lorca
-Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
-Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
- Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con la sábanas de Holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?