La bendición de los chamanes

¿Creen en Dios los indígenas? No es la primera vez que en conversaciones, en paneles y en debates públicos surge esta pregunta. Por cierto, son cuestiones e interrogantes viejos, de por lo menos cinco siglos de antigüedad, desde el comienzo de la colonización. En aquellos tiempos se confeccionó el célebre cliché según el cual los pueblos indígenas no poseían ni ley, ni rey, ni Dios. Puesta esta premisa, se les vació de su dignidad de seres humanos, se les privó de sus derechos fundamentales, reduciéndolos a poco más que a los animales de la selva y utilizándolos como esclavos y burros de carga.

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Recién hace pocas décadas se han elaborado documentos internacionales y nacionales que reconocen plenamente los derechos colectivos de los pueblos originarios. Sin embargo, los prejuicios siguen fuertemente arraigados en buena parte de la población.

Hace poco tiempo, en el Aula Magna de la Universidad Católica de Asunción se realizó un encuentro convocado por el Equipo de Seguimiento a la Educación Indígena. Se trata de un grupo de indígenas, educadores y antropólogos que analizan y acompañan el desarrollo de la Educación Indígena en las escuelas formales, cuidando que se apliquen las orientaciones formuladas en los documentos oficiales. En aquella reunión, los participantes eran maestros, líderes, chamanes, autoridades del Ministerio de Educación y Cultura, antropólogos, expertos en educación, misioneros, representantes de oenegés y hasta dos obispos: monseñor Lucio Alfert, de Mariscal Estigarribia, y monseñor Gabriel Escobar, de Fuerte Olimpo.

Fue sorpresivo y novedoso ver, al comienzo de la reunión, a unos líderes religiosos indígenas y chamanes ponerse al frente de la asamblea para la oración (ñembo’e) y bendición de los presentes. Todos se pusieron de pie con profundo respeto, escuchando los cánticos espirituales armonizadores. En el salón silencioso, los ánimos se sintieron invadidos por un clima de paz y serenidad, trasladándose así a otra dimensión, casi celestial.

Los indígenas, aquella noche, practicaron sus rituales tradicionales de propiciación y de bendición a todos los presentes, incluyendo obispos y curas. Estos últimos se mostraron conformes con este ritual.

No faltaron, sin embargo, quienes comentaron ásperamente el hecho: los obispos no deberían haber consentido ser bendecidos por los indígenas, sino que ellos, los obispos, habrían tenido que bendecir a los presentes.

¿Qué opina el lector? Para la mayoría de los presentes, los obispos dieron una muestra de gran respeto por las creencias diferentes; estas actitudes son la base del diálogo interreligioso y la armonía social. Toda religión, como construcción cultural, ayuda al ser humano a integrar lo visible y lo invisible, a disipar los temores y las angustias personales, a desactivar los conflictos sociales y a colocarse sobre la misma plataforma de concordia y paz, aún en la multiplicidad y la diversidad.

Los pueblos indígenas poseen una espiritualidad muy profunda y tienen mucho que enseñarnos a nosotros, los no indígenas, frecuentemente esclavizados por el materialismo y sumergidos en un ritmo de vida alienante, consumista y egoísta. Todos buscamos la paz y la felicidad, pero las buscamos fuera de nosotros infructuosamente, porque estos tesoros están en nosotros mismos.

Antropólogo - josezanardini@hotmail.com

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