Julio Correa y su poesía emblemática

Los versos de Julio Correa están escritos con elocuencia. Se diría que para cada poesía, tiene un modelo único, y que su talento va quebrando toda imperfección de esencia. Tiene el espíritu colmado de amplitud, y la visión puesta en la lejanía; sin embargo, no se desentiende de los pequeños detalles en los que van caducando, a veces, los afanes del poeta común y corriente.

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Escritor de gran recurso de términos, su cultura es amplia y diversa. Sin llegar a reflexiones o máximas, precisamente, muchos versos suyos están colmados de aquel sentimiento de quien se erige en figura emblemática. Correa conoce (y necesita conocer) a su prójimo, al ser humano. El autor toca muchas situaciones dramáticas que le ocurren a él y a los demás, y no economiza los ejemplos. Sabe que del estercolero que es la condición humana, renace siempre la piel del hombre. Él mismo, doblado, pero no roto por las situaciones de una triste realidad social, se ejemplifica. La conciencia, el fuero interno del escritor, está siempre latente en sus versos, así sean ellos de inclinación amorosa o social. De ninguna manera ambiguo, el poeta logra alcanzar con cada poesía un acto de coherencia.

VERSO PUNTUAL Y PRECISO

Posmodernista, gusta a veces del estilo patético (Romance de la moza embrujada), pero condena el estilo hinchado y las frases vagas, por consecuencia. Cuando muchos poetas abusan de la facilidad de la palabra hoy día, en contrapunto, Julio Correa, tiempo atrás, supo observar el valor del verso puntual y preciso. Poeta de noción profunda, sentó las reglas de la poesía (y debe tenerse en cuenta que lo hizo en Paraguay, un país donde la cultura es cosa de nadie). Julio Correa no debe ser citado solamente como un grande del teatro, sino como un inspirado total, que desenterró la palabra e intercedió por ella, ante la sociedad.

Cuando miramos hacia el pasado, no encontramos muchas personalidades poéticas con cuyas obras confrontar la poesía actual. Julio Correa figura en esa lista de personalidades de la poesía “de antes”. ¿Cómo hubiera escrito hoy, en nuestro tiempo y dentro del contexto de nuestra situación social? Creo que hubiera sido una figura emblemática.
Se distingue una clara ironía en su voz. Muchas veces, él resuelve los finales de su obra con un toque irónico, no exento de amargura. Pareciera que Correa adivina, intuye, la presencia de lo sagrado. Tiene la tentación de celebrar y nutrirse con lo real a través de la expresión del dolor, que es un sentimiento frecuente en su obra.

INCLUSIVE HAY ELEMENTOS NARRATIVOS EN SU CREACIÓN.

Julio Correa tiene autoridad poética. Hace reclamo político y social, lo que le costó la prisión en varias ocasiones. La visión panorámica de su poesía es elogiable. Muchas obras suyas se han vuelto populares porque su lenguaje es contundente, y hasta tiende a arrasar con todo, como cuando nos dice:

No cantéis más poetas vuestra vieja canción
de los dulces amores y de la vieja pena,
con las puerilidades de la dura cadena
que un Cupido de palo os ató al corazón.


No hay en él abstracciones o poses aburguesadas. Julio Correa será siempre el poeta de la comunicación. Su lenguaje tiene la facultad de mantenerse vivo.


A LO LARGO DEL CAMINO
Quiero seguir mi largo, polvoriento camino,
a la ventura buena o mala del acaso,
sin pensar en la angustia que ha de salirme al paso
ni escrutar el enigma que ha velado el destino.


Y al ir buscando ensueños por el campo dormido
a la luz de la luna,
todas mis ilusiones ver morir una a una
y arrojarlas sin pena ni placer al olvido.


Y en un voluptuoso desprecio de mí mismo,
vaciar a los canes mi zurrón de optimismo
repleto de cordiales dulzores de panal;

y con gesto de estoica resignación suprema,
sin una sola queja, sin un solo anatema,
aceptar impasible la derrota final.


ROMANCE DE LA MOZA EMBRUJADA

La hija del sepulturero
cuando por el pueblo pasa,
las ancianas se persignan,
las mozas la vista bajan.


Con unos ojos muy negros
alumbra toda su cara,
pero de amor no le dicen
los hombres ni una palabra,
y su boca es golosina
que nadie quiere gustarla.


En el baile popular
nadie le pide una danza.

Dicen que bailar con ella
trae a los mozos desgracia.


Yo no sé si será cierto,
mas dicen que está embrujada;
con torvos sepultureros
todas las tumbas profana,
jugando un juego de amores
que traerá una fea alimaña
con las alas de vampiro
y un ojo solo en la cara.


La hija del sepulturero
piensa en silencio, cuitada,
si el enterrar a los muertos
será una cosa tan mala.


Y ya loca de vergüenza,
la cabellera desata
y echa a correr por el campo
lanzando unas carcajadas
que machacan el paisaje
y exprimen jugo de lágrimas.


BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA

Julio Correa nació en Asunción, el 30 de agosto de 1890 y murió en Luque, donde residió la mayor parte de su vida, el 14 de julio de 1953.

Poeta, dramaturgo y autor de algunas narraciones breves, Correa es una de las figuras principales de la literatura paraguaya de la primera mitad del siglo XX. Su poesía se enmarca dentro de la tendencia posmodernista, que caracterizó a los autores que comenzaron a publicar sus versos en la década del 20, si bien Correa pertenecía a una generación anterior. Con motivo de la guerra del Chaco y sus graves secuelas sociales, Julio Correa se revela como un vigoroso autor dramático, enfocando temas de candente actualidad. De ese modo, a través de sus obras, se convierte en la figura fundamental del teatro en guaraní. Al igual que otros escritores que se adhirieron a las causas populares, Correa sufrió persecución y cárcel. Muchos de sus textos integran el corpus de la poesía de denuncia y combate de la literatura paraguaya.
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