Isla del tesoro

A partir de la leyenda de la «plata yvyguy», surgida entre los andrajos de la sociedad paraguaya de la posguerra del 70, y de su peso simbólico en el imaginario colectivo, el autor de este artículo reflexiona acerca de ciertos paralelos encontrados por él entre dos películas paraguayas estéticamente muy distintas pero que comparten una lectura de la realidad inscrita en el mito: Costa Dulce y Latas Vacías.

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LOS TESOROS INASIBLES

Hay un Paraguay de la imaginación que es el país de los tesoros inasibles.

Luis Alberto del Paraná, ícono de la cultura nacionalista estronista, escribió la popular canción Acuarela paraguaya , en la que describe las bellezas del Paraguay: «tierra de amor, tierra de sol», dice Paraná, para celebrar luego su «luna llena sin igual / noches estrelladas / cielo azul» y terminar ponderando su «amanecer y atardecer» y su «anochecer primaveral». No hay nada en la canción de Paraná que no pueda ser universal, nada que sea especificidad: todo está circunscripto al común cielo y nada dice de la tierra propia. El máximo himno que celebra el «país de las maravillas» está en la corteza inasible superior del cielo. (Nótese cómo, también, en Patria Querida se celebran el cielo azul, la luz y el brillo de la aurora, y sobre la tierra lo único celebrable es la sangre del sacrificio).

Hay una leyenda que entre los andrajos de la sociedad paraguaya de la posguerra del 70 se popularizó e inauguró una búsqueda histérica. Ante una imposibilidad de encontrar fortuna sobre esta tierra (sobre un Estado descuartizado, como parte importante de la fuerza de trabajo de la sociedad paraguaya), la leyenda de la plata yvyguy –fundada, por cierto, en hallazgos reales, pero también en mapas y relatos apócrifos– ha sido revestida de magia y constituye un nodo nuclear en la imaginación popular de los paraguayos. Tesoros que habrían sido enterrados tanto por los allegados de los López como por las familias en retirada durante la guerra genocida, han sido objeto de búsqueda con el retorno a los poblados abandonados –no siempre por parte de aquellos que los han enterrado–, y esta búsqueda se ha extendido por generaciones; aun en estas fechas, alguna excavación en propiedad privada e incluso pública se vuelve noticia y anima curiosidad y ofensa (tal es el caso de una excavación realizada en plena calle en Capiatá en 2013).

A partir de estos tesoros enterrados, dos películas, estrenadas en 2013 y 2014, respectivamente, cuentan sus historias: Costa Dulce (Enrique Collar) y Latas Vacías (Hérib Godoy). Sobre estas dos películas querés versar, atendiendo a intrigantes coincidencias que van más allá de su contenido mítico y su fecha, con un sentido personal que anticipás: hay un Paraguay de la imaginación cuyos tesoros inasibles están sobre el horizonte celestial; o, móviles, debajo de la tierra: pero nunca sobre ella.

EL GUARANÍ

En 2014 se te había enc]omendado un artículo sobre el guaraní en el cine, gracias al cual te fue dado ver una gran variedad de películas en guaraní, entre las cuales se cuentan Latas Vacías y Costa Dulce. Luego de recibir las noticias del resultado de un concurso de cortometrajes, venías de ver varios episodios de la popular serie televisiva Sombras en la Noche, que, en la década de los noventa, había marcado con terror tu niñez y adolescencia de forma traumática. Ibas tras el guaraní en el cine rememorando el miedo con la serie televisiva y te encontraste con dos películas estrenadas el mismo año que abordaban a sus maneras la leyenda de la plata yvyguy –también representada en Sombras en la Noche–, «ambas películas habladas en guaraní campesino, y cuyas acciones toman lugar fuera de Asunción, con actores regionales ajenos a las escuelas tradicionales de actuación, aportan una voz fresca al nuevo cine de Paraguay» (CABRERA, D. «Guarani in Film: Movies in Paraguayan Guarani, about and with Guaranis». Harvard Review of Latin America, 2015). Además de la constatación de una interpretación tan legible y cómoda en el hogar de una lengua, el guaraní, y del motivo mítico, otros patrones te produjeron curiosidad. Estéticamente, las películas son casi radicalmente distintas; sus lugares de enunciación también lo son: pero hay un horizonte imaginario que tiene que ver con una tradición y con una mirada de la realidad inscripta en el mito que –y esto tiene que ver con una posición personal– te parecieron igualmente destacables.

LA SOLEDAD DE LOS HOMBRES

En ambas películas, la vida familiar de los protagonistas es representada bajo cierta desarticulación o ambigüedad, y estos aparecen en un ámbito doméstico marcado, de alguna manera, por sus trabajos y por la soledad: en la segunda parte de Latas Vacías, Alfonso aparece viviendo solo en una casucha en cuyo exterior acumula las latas que recolecta en las calles de Coronel Oviedo; David (Costa Dulce) es casero en una vivienda que repara y limpia en la ausencia del patrón que nunca aparece. Huérfano de padre y madre, Alfonso termina huérfano de su hermano y viviendo solo.

Mientras que el ámbito familiar de David es ambiguo y enrarecido: es difícil precisar si la relación que sostiene con Anabel (Eladia Vázquez) es una incestuosa, entre madre e hijo, o la de esposa/concubina/amante; su interacción con ella es, por lo demás, no verbal, y se reduce a relaciones de cuidado, y aun sexuales.

Las casas donde viven, marcadas por su trabajo, también se expresan como prolongación de estos personajes: la desprolijidad de la casa de Alfonso se corresponde con su apariencia –a la que también se lo ve sometiendo a una higiene cuando se prepara para una cita–; y el hermoso David está encantado con la imagen de una copia de El hombre de Vitruvio, de Leonardo Da Vinci, colgada de una de las paredes de la casa; y cuyos movimientos dibujados en algún momento de juego reflexivo solitario y casi narcisista ejecuta sobre la tierra. Es en su casa donde Alfonso esconde uno de los tesoros que desentierra –casa acechada por una presencia fantasmal–; y es en la casa bajo su cuidado que David se esconde cuando el crimen en el que se ve envuelto hace que una turba lo persiga.

(En ambas películas hay, también, una sensación de transgresión sexual heterosexual: por un lado, la relación que Alfonso y su compañero sostienen con una misma prostituta en Latas Vacías; por otro, la relación ambigua, acaso incestuosa, entre David y Anabel en Costa Dulce).

EL FUTURO DE LOS NIÑOS

En Latas Vacías, el hermano de Alfonso es asesinado tras descubrir el robo del tesoro que su hermano había desenterrado; el hermano a quien admiraba y que lo tenía bajo su cuidado y vigilancia con la promesa de una vida mejor. En Costa Dulce, una niña –no se sabe si hermana o hija del protagonista– es robada. Los protagonistas son dos hombres jóvenes cuyo único esfuerzo parece concentrarse en la búsqueda del milagro, la consecución de un tesoro que requiere valentía para imaginar un futuro mejor: en el caso de Alfonso, mudarse a la ciudad; en el caso de David esta no está enunciada, pero su juventud parece incongruente en el poblado de Costa Dulce, en el cual sus interlocutores son adultos o ancianos: la curiosidad del David avanza interrogando, poniendo bajo alerta a toda la comunidad, él, personaje precoz en el paraíso que envejece. La muerte y el secuestro de los niños pueden ser leídos como negatividad y quiebre del porvenir. No hay futuro posible en la isla del tesoro, sin tesoro.

MOVILIDADES

Tras el asesinato de su hermano, el protagonista de Latas Vacías abandona el pueblo y se dirige a la ciudad a la que soñaba ir con su hermano; uno de sus asaltantes es quien lo saca a la ruta en su moto: ambos buscan salir de ahí y comenzar una nueva vida lejos del pueblo aislado signado por el fracaso y por la muerte, por la culpa y el crimen. El porvenir del protagonista de Latas Vacías es el de un recolector de basura que vive en la miseria y la podredumbre: sin el azar, sin el hallazgo de un tesoro, no hay otra vida posible, y no hay otra felicidad. En Costa Dulce, el protagonista también se ve obligado a huir del pueblo –y de la justicia– luego de un crimen en el que también resulta muerto su compañero de desentierro.

EL TESORO ESQUIVO DEL PARAGUAY

La leyenda sugiere que los tesoros cambian de sitio bajo la tierra cuando se tienen malas ideas, cuando se carece del py’a porã necesario para desenterrarlos. El protagonista de Latas Vacías parece ser noble, y por eso se busca tanto su alianza. Ya en Costa Dulce, el protagonista es joven, valiente y curioso, pero su búsqueda comienza no con las señales mágicas, sino a través de una prótesis tecnológica, un detector de metales que llega de encomienda a la casa que estaba bajo su cuidado; pero a pesar de tener las diversas señales tanto tecnológicas como mágicas de la presencia de tesoros, estos se escapan de David o cuestionan la propiedad sobre ellos de Alfonso.

En cierto momento, en el basurero, y antes de ofrecerle una nueva alianza para desenterrar el tesoro, el bandido de Latas Vacías le sugiere a Alfonso que debe estar loco para trabajar en un lugar como ése (¿cómo trabajar así, si se puede hallar el tesoro?).

Alfonso, por su parte, vive al margen de la sociedad, y su único contacto con una exterioridad de la miseria y el basural parecen ser su aliado criminal y la prostituta que le ofrece servicios exclusivamente a cambio de dinero. El desenlace de Latas Vacías parece sugerir, sin embargo, que el tesoro se encuentra en medio de la basura, tanto el milagro económico como el milagro del amor: el tesoro que estaba invisible a los ojos; la resolución forzada es la del milagro. En Costa Dulce, el desenlace es más ambiguo: la huida, aunque dilatada y no carente de riesgo, se hace efectiva, pero no se vislumbra el horizonte futuro, y el pasado dejado atrás es catastrófico.

El título Latas Vacías parece aludir secretamente al resplandor vacío de ciertos tesoros, mientras que en Costa Dulce el paisaje es más bien ácido y áspero (como el paisaje aregüeño de Casaccia, donde el Paraguay idílico, áureo y celestial se desmorona con los embates de la realidad dura y adversa).

Por tu parte, el título de este artículo es el de una tesis, forzada quizás, acerca de que si hay, además, alguna coincidencia determinante entre estas dos representaciones del interior del Paraguay en el cine –si hay algo que te parece que no es fortuito en esta coincidencia– es que solo el azar y su fortuna pueden salvar a los paraguayos pobres del tedio de sus infiernos soporíferos lejos de las capitales: los paraísos del Paraguay han estado desapareciendo, y solo el milagro –no creés en los milagros– podrá salvar a los hombres de la nada desértica y su polvo fantasmal: la tierra de cementerio.

Ficha técnica

LATAS VACÍAS

Coronel Oviedo, Paraguay, 2014.

Color.

Duración: 73 minutos.

Director: Hérib Godoy

Guion: Hérib Godoy, con la colaboración de Néstor Amarilla Ojeda

Producción Ejecutiva: Miguel (Kavi) Rodríguez

Fotografía: Hérib Godoy

Montaje: ONG Sociedad Cultural

Musicalización: Mauro Acosta, Dani Rodas, Alberto Santacruz

Efectos visuales: Francisco Philiponi

Elenco actoral: Aníbal Ortiz, Máximo Florentín, Antonia Florentín Medina, Miguel Rodríguez, Blas Filártiga, Arturo Ortiz, Fátima Aquino, Sergio Cardozo, Dani Gamarra y otros.

Producción de Campo: Felipe Ramírez

Postproducción: ONG Sociedad Cultural

Audio: José Barrios

Asistente de cámara: Víctor Ríos

Ficha técnica

COSTA DULCE

Paraguay, Holanda, 2013.

Color.

Duración: 75 minutos.

Director: Enrique Collar.

Guion: Enrique Collar, Juan Marín.

Producción: AreachikaCine (Paraguay).

Coproducción: ASFilm (Holanda).

Editor: André Schreuders.

Director de fotografía: Christian Núñez.

Asistente: Christian Acosta.

Producción de campo y arte: Luz Marina Servín.

Asistencia de dirección y casting: Nelson de Santaní.

Sonido directo y posproducción: Juan Carlos Careaga.

Asistencia general: Stevens Báez.

Editor y coproductor: André Schreuders.

Producción: Walter Jara y Celso Chamorro.

Protagonistas: Christian Riveros, Eladia Vázquez y Juan de Dios Collar.

guyrapu@gmail.com

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