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«tan lejos y tan cerca
se escuchan
aspas de helicóptero
y la risa de un Senador
jugando póker»
Alejandro Villamayor, performance poética
Dispuestas horizontalmente, integran la obra Ipso Facto (1), de Arnaldo Cristaldo, nueve piezas pertenecientes a la serie Sombrío (2012), compuesta por escudos patrios descontextualizados e invertidos, cubiertos por un manto negro de ao po’i y encajes bordados en códigos cromáticos que alegorizan cruces mortuorias, utilizadas convencionalmente en la región. En algún punto del montaje de esta instalación, la linealidad diverge, representando una ruptura.
El artista trabaja desde el año 2005 en obras de contenido social, como Trucho (2005), Secuestro Express (2007), Híbridos (2010) y Py’apy (2015). La obra se elabora a partir de una ausencia de respuestas, y una falta de esclarecimiento, que hasta la actualidad no se ha logrado resolver: la Masacre de Curuguaty, suceso que causaría el derrocamiento del entonces presidente de la República, Fernando Lugo.
Sin embargo, debido a su cualidad estética, puede ser leída atemporalmente en el contexto político y social de la actualidad, ya que el problema que denunció en su momento, al crearla, sigue vigente: en muchos sentidos, la herencia es la misma.
En la factura de la obra existe una ambigüedad implícita. Si nos atenemos al uso protector que originariamente se daba a la tela desde la Colonia, en túnicas (o typói) femeninas, camisas masculinas y posteriormente en mantelería sacra. En este caso, en las nueve piezas que componen la instalación, el tejido alterado formalmente, si bien protege los símbolos patrios, lo hace en exceso, casi cegándolos.
Cristaldo se apropia de un elemento común en la estructura perceptual del paraguayo con la finalidad de buscar algo inquietante. Dando un espacio –podríamos afirmar– al punctum, que Barthes describía en su análisis de la imagen (2) como aquello que primeramente parte del espectador, en el inconsciente, y luego lo punza.
En esa parcela del inconsciente, justamente, se alojan, según el concepto de inconsciente colectivo del ensayista suizo Carl Jung, los contenidos peculiares de una sociedad, un pueblo o la humanidad misma. Un manto de «representaciones místicas colectivas» (représentations collectives) descritas por el antropólogo Lévy-Bruhl, entre otros conceptos acumulados desde el origen de la humanidad (3), entre los cuales también pueden encontrarse la ambición de poder y el desenfreno por obtenerlo sin medir las consecuencias. De manera que estamos ante una obra que puede ser leída a partir del mencionado postulado psicoanalítico, que habría llevado –entre tantas otras diferencias– a la ruptura de Jung, su autor, con Freud.
La noción de inconsciente colectivo se bifurca en dos maneras de interpretarla o analizarla: una, la de su relación con lo mitológico; otra, a través del análisis del individuo. Entonces –podríamos convenir–, nos interpela a mirarnos de otra manera. A observar por sobre todo nuestras conductas, y las de quienes nos representan.
Escarbar hasta llegar al núcleo desde esa inducción, atravesando una gran cantidad de significantes que ella desprende –y afronta– en ese tejido, compuesto por hilos tendidos por los distintos rostros que tiene el poder, identificar aquella sombra (4), desvelar lo que en la incertidumbre nos sume.
Notas
(1) En latín, «por el hecho mismo, inmediatamente, en el acto».
(2) Roland Barthes: La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía, Barcelona, Paidós, 1990, p. 65.
(3) C. G. Jung: Tipos Psicológicos, Edhasa, 1994. Visto en: Odisea Jung: Lo Inconsciente Colectivo, disponible en: https://www.odiseajung.com/psicologia-analitica/glosario/lo-inconsciente-colectivo/
(4) «One does become enlightened, by imagining figures of light, but making the darkness conscious». C. G. Jung: The Philosophical Tree (1945), en: Collected Works 13, Alchemical Studies.