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En esa generosidad queremos detenernos un instante. De Hugo Rodríguez Alcalá es el primer libro publicado sobre Juan Rulfo, El arte de Juan Rulfo: historias de vivos y difuntos (México, 1965). Y sobre esos personajes para los que «la muerte no es el fin de la existencia, sino el fin del tiempo» volvió a escribir varias veces –«Dante and Rulfo», «Miradas sobre Pedro Páramo y la Divina Commedia», etcétera–. Supo reconocer el mérito ajeno no solo en la creación sino también en su análisis –así, señala el acierto de Borges al aplaudir en Güiraldes lo que otros deploraban («Jorge Luis Borges y Don Segundo Sombra», en: Quince ensayos) o apunta que fue Emmanuel Carballo quien, con su elogio de El llano en llamas, hizo callar a los detractores de la prosa de Rulfo («Rulfo y la crítica», 1984)–. Algunas ideas expuestas en escritos como «La narrativa paraguaya desde 1960 a 1970» quizá podrían parecer audaces hoy (señala, por ejemplo, al hablar de la obra de Roa Bastos, que «el que el cielo no sea nunca azul, el que nunca florezca un lapacho, el que jamás aparezca como bueno un hombre que gaste cuello y corbata, es también un convencionalismo como otro cualquiera»). Otras tienen un raro aire de actualidad –como cuando, al hablar de «la generación de 1900», que «fundó el nacionalismo paraguayo y con él el culto a los héroes», imagina una superación de ese nacionalismo que, pese al tiempo trascurrido, no parece consumada: «La cura total del traumatismo secular hará que el Paraguay deje de ser la patria absorta en su pasado que fue hasta hace poco» («La narrativa paraguaya desde 1960 a 1970», en: La incógnita del Paraguay y otros ensayos). (Sin embargo, para entender su sociedad en que lo que se conserva y en lo que ha cambiado es quizá aún más ilustrativa su memoria: «En el Paraguay de los años treinta pocos leían la literatura del siglo XX. La cultura literaria se había detenido en el siglo XIX... El hombre de mayor cultura de la generación de 1900 –Manuel de Gondra– había publicado un largo y erudito ensayo para negar originalidad a Rubén Darío…», recuerda en las «Mocedades de Augusto Roa Bastos (apuntes de prehistoria literaria)», texto recogido en Quince ensayos, 1987). Si bien dedicó gran parte de su vida a estudiar la literatura nacional –La literatura paraguaya (Buenos Aires, 1968), Historia de la literatura paraguaya (México, 1970), etcétera–, con parejo entusiasmo escribió sobre autores de todo tiempo y lugar –sobre Carpentier, sobre Borges, sobre Lucio V. Mansilla, sobre Jorge Guillén, sobre la sombra dantesca del infierno que flota cual nube negra en los cielos de una Comala «absorta en visiones trasmundanas», sobre Güiraldes (denostado, señala, como intérprete del gaucho por ser un «hijo del patrón»), sobre Abelardo Castillo (de alguno de cuyos cuentos subrayó «la crueldad admirable»), sobre William Carlos Williams, sobre «L’aprés-midi d’un faune», de Mallarmé…–.
Obras citadas de Hugo Rodríguez Alcalá:
Libros:
El arte de Juan Rulfo: historias de vivos y difuntos, México, Ediciones del Instituto Nacional de Bellas Artes, 1965.
La literatura paraguaya, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1968.
Historia de la literatura paraguaya, México, Ediciones de Andrea, 1970.
Quince ensayos, Asunción, Criterio, 1987.
La incógnita del Paraguay y otros ensayos, Asunción, Editorial Arte Nuevo, 1987.
Artículos:
(Con J. P. Barricelli), «Dante and Rulfo: beyond time through eternity», en: Hispanic Journal, Indiana University Press, vol. 5, nº 1, otoño de 1983
«Rulfo y la crítica», en: Cuadernos Americanos 43: 3, mayo-junio de 1984.
«Miradas sobre Pedro Páramo y la Divina Commedia», en: Claude Fell, ed., Juan Rulfo: toda la obra, Madrid, CSIC, 1992.