Gramática, identidad y uso del guaraní (I)

Para Chomsky, una lengua L determinada puede ser definida como un conjunto finito o infinito de oraciones. Cada oración es -por lo general- de longitud finita y construida a su vez sobre la base de un conjunto finito de elementos. Este último conjunto puede ser denominado en forma general como Alfabeto de L.

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I
Gramática y representación de la lengua

Esta definición es general e incluye tanto a las lenguas artificiales (sistemas matemáticos, lógicos, etc.) como a las denominadas lenguas naturales. Por lengua natural entendemos uno de los miles de sistemas verbales, orales, que los seres humanos usan y han usado para comunicarse entre sí y que no han surgido en virtud de actos conscientes de creación.

El análisis lingüístico de una lengua natural L tiene como propósito fundamental establecer una delimitación entre las cadenas gramaticales que son oraciones de L y las agramaticales que no son oraciones de L, y estudiar seguidamente la estructura de las secuencias gramaticales. Por cadenas gramaticales entendemos aquellas que son aceptables para un hablante nativo.

El objetivo del análisis lingüístico es la construcción de una Gramática que describa extensivamente las reglas de constitución de las cadenas del sistema lingüístico analizado. En un contexto no generativo es habitual entender la gramática como un conjunto de disciplinas, integrado fundamentalmente por la morfología, la lexicología y la sintaxis.

En el caso particular de la gramática generativa, una gramática lograda (successful) es -para Chomsky- un ingenio que genere todas las secuencias gramaticales de L y ninguna de las agramaticales. Toda gramática de una lengua natural es representación de la misma en un determinado estado y por tanto la presupone. De este modo, el dato -lo dado ontológicamente- siempre es la lengua natural y sus estados sucesivos.

Si definimos una gramática G1 para una lengua natural determinada L1, debemos analizar ahora el estado a partir del cual la gramática fue construida. Este punto es fundamental debido a que G1 es gramática de L1 únicamente para un espacio-tiempo determinado y nunca gramática absoluta. Es decir, toda gramática es un dispositivo que describe una lengua particular en determinadas coordenadas espacio-temporales. La variación que experimenta una lengua de L1 hasta L2 debe traducirse en una mutación de G1 hacia G2. La gramática sigue a la lengua y no viceversa.

Si G1 no se traduce en G2, se dice que la gramática no acompaña a la lengua. No podemos catalogar de error o aberración atribuible a los hablantes la no coincidencia de L2 con G1 porque una gramática no tiene poder coercitivo sobre los hechos de la lengua. En cambio, es correcto decir que G1 ya no se adecua a L2.

Una gramática cualquiera G nunca puede ser punto fijo para una lengua L. Una gramática del inglés antiguo anglosajón no puede describir al inglés-patrón británico actual, hablado en las Islas. La realidad de una lengua es lo efectivamente hablado y no la gramática de la misma para un estado particular. Sea el caso del guaraní. Preguntamos: ¿Cuáles son las coordenadas de tiempo y espacio que sirven de sustrato a las gramáticas que actualmente forman parte del sistema educativo? ¿A qué estado pertenecen dichos dispositivos? Y seguidamente: ¿Qué relación existe entre esas gramáticas y el lenguaje efectivamente hablado por los sujetos?.
Dicho de otra forma: ¿Quiénes, en qué período histórico determinado y en qué coordenadas geográficas hablaban el guaraní cuya gramática hoy se enseña en el sistema educativo paraguayo? La pregunta es pertinente ya que existe en la actualidad evidencia empírica de que segmentos importantes de la población no reconocen dichas gramáticas como representativas del uso que hacen del idioma.

Si en un contexto bilingüe cierto conjunto de hablantes afirma no reconocer la gramática G como representativa del uso que hacen de una determinada lengua, en un dominio particular (lo cual se traduce en expresiones corrientes como: “...esa palabra no existe...”, “....bueno, pero nadie la usa...”), ello puede deberse simplemente a que la competencia de los citados locutores sea limitada en dicha lengua. Para que esto sea así, otros hablantes de la misma lengua deben reconocer como válida y vigente a la citada gramática en el dominio objetado.

Es lo que hace notar el especialista Lino Trinidad (Última Hora, Correo Semanal, 05.06.04) cuando se refiere a la frase “ohechauka ypy iñaranduka” : “......puede que muchos paraguayos no entiendan la expresión ‘ohechauka ypy’......o que directamente no conozcan la palabra ‘aranduka = libro’. Pero eso sería porque no se conoce la lengua......”. Coincidamos momentáneamente con Lino Trinidad.

Pero siempre en un contexto bilingüe- puede suceder que en un dominio especificado, prácticamente la totalidad de los hablantes de una lengua, cualquiera sea su nivel de competencia, no reconozca como válida la gramática G en el dominio objetado.

Pongamos un ejemplo: Sea el conjunto de todos los herreros del Paraguay. Para cualquier nivel de competencia en el guaraní, es prácticamente nula la posibilidad de que alguno de ellos, expresándose en guaraní utilice la palabra “itanarâmbojaha” para solicitar un electrodo.

De igual manera, dado el conjunto de todos los usuarios de equipos de informática del Paraguay y para cualquier nivel de competencia en el guaraní, también es prácticamente nula la probabilidad de que alguno de ellos, expresándose en guaraní, utilice la palabra “apu'aijeheguir┠para solicitar un disquete.

Estudios estadísticos sencillos confirmarán estas hipótesis y las extenderán a tal vez varios centenares de palabras teniendo en cuenta únicamente el conjunto de los sustantivos. Si extendemos el campo de análisis incluyendo al conjunto de los verbos, podemos afirmar que los resultados serán aún más radicales ya que el uso del verbo implica competencia en número, persona, modo y tiempo por citar únicamente sus principales aspectos.

Dirán que “itanarâmbojaha” o “ñaniryimbojar┠se adecua a los rasgos polisintéticos del guaraní para la creación de palabras y que el castellano es parasintético. Y respondo: Si el castellano hubiese sido estrictamente parasintético no habría podido crear palabras sin salir de su universo léxico, estando condenado a la creación de palabras cada vez más complejas y extensas para asimilar los cambios tecnológicos. O dirán que siempre existen locutores para cualquier palabra de las gramáticas del guaraní vigentes. Y yo respondo: Sí, los especialistas que inventaron esos vocablos más unos pocos familiares cercanos... Más adelante volveré sobre este punto.

La conclusión es fundamental porque hace referencia al mecanismo real del cambio lingüístico en cualquier lengua: los herreros hablantes del guaraní ya no se están expresando en castellano en el instante en que pronuncian la palabra electrodo sino que han interiorizado dicha expresión para referirse al objeto electrodo. Es decir, electrodo se dice electrodo en guaraní y no “itanarâmbojaha”.

Esta tendencia es característica en todo el espectro de los objetos que originariamente no pertenecían a la cultura guaraní, con énfasis absoluto en los campos de la ciencia y la tecnología, independientemente del hecho que los especialistas elaboren una gramática ficticia que contemple palabras que en la práctica carecen de valor operativo en dichos dominios.

La realidad de una lengua es lo hablado y no una gramática artificial. Un lingüista no es el amo de una lengua sino un acompañante. Una gramática no genera una lengua natural y como ejemplo baste el Esperanto.

Así, invocar nuevamente un desconocimiento de la lengua para explicar estos hechos se revela una ilusión. El sujeto está efectivamente hablando guaraní y lo que desconoce es en realidad- una gramática en gran parte artificial que en numerosos aspectos ya no guarda relación con la lengua, tal como ella es concebida por la lingüística contemporánea. Negar este hecho es afirmar la prioridad de una gramática sobre los hechos del lenguaje, lo cual carece absolutamente de sustento científico.

II
Cambio lingüIstico

Si aceptamos la hipotética interiorización de la palabra electrodo como representante de dicho objeto en la lengua guaraní, haremos algunas afirmaciones complementarias. Es posible que un vocablo así interiorizado sufra algunas modificaciones. Por ejemplo, el punto de articulación de la “t” podrá retroceder desde su posición dental/alveolar hasta estabilizarse como marcadamente retroflejo.
En lo referente al modo, la oclusión será menos severa. Así tendremos el característico “trrrro” del paraguayo, que es un cambio por alófono (prescindo de la utilización de los símbolos de la IPA). Puede presentarse también aféresis de la “e” inicial y que el resultado final sea algo parecido a “lectrrrodo”. Son hipótesis, evidentemente, pero sobre supuestos rigurosamente lingüísticos. Y las creo más factibles que la hipotética interiorización de electrodo en “itanarâmbojaha” o “ñaniryimbojarâ”.

Al proceso de incorporación al léxico de palabras procedentes de otras lenguas, sufriendo aquellas un proceso de adaptación a las características de la lengua receptora, la lexicología denomina habitualmente Préstamo.

Es uno de los modos en que se configura el guaraní efectivamente hablado en la actualidad. Es nuestro carácter bilingüe con constante cambio de código- el que oculta la real interiorización de una palabra del castellano en el guaraní.
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