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Garbage suena otra vez con Strange Little Birds, su nuevo material, el sexto álbum de estudio en los más de veinte años de trayectoria de este grupo de pop y rock alternativo originario de Wisconsin y formado por la cantante escocesa Shirley Manson, el guitarrista Duke Erickson, el bajista Steve Marker y el baterista Butch Vig.
UN REGALO TRANSOCEÁNICO
Esto parecerá fetichismo del cedé o mera falta de persistencia y flojera o las dos cosas, pero lo cierto es que si no lo hemos escuchado aún ha sido solo porque, en un par de búsquedas rápidas, si bien lo encontramos en internet al poco tiempo de su lanzamiento, nuestro hallazgo tenía una calidad de audio malísima y no insistimos, sabrá el diablo por qué.
Así que, aunque en estos tiempos casi nadie regala cedés, hoy una notificación del Correo Paraguayo que acabamos de recibir le da para nosotros un grato y muy bienvenido y feliz sentido a ese adverbio, «casi».
Lanzado en junio, Strange Little Birds trae once temas nuevos («Sometimes», «Empty», «Night Drive Loneliness», «Even Though Our Love Is Doomed», «Blackout», «Teaching Little Fingers to Play», «If I Lost You», «So We Can Stay Alive», «We Never Tell», «Magnetized» y «Amends»). Aparece dos décadas después del debut discográfico de la banda en 1995, cuando salió aquel primer disco de portada rosa que inundó el globo con dos hits («Queer» y «Stupid Girl») envuelto en el sucio fragor del sonido grunge de los noventa –recordemos que el baterista Butch Vig fue productor de Nevermind, de Nirvana, y de grupos indie como Sonic Youth y Smashing Pumpkins–.
Este nuevo álbum rompe un silencio discográfico de cuatro años, desde que, con la gira y el lanzamiento de Not Your Kind Of People, el 2012 saludó el regreso y la reunión de los cuatro Garbage.
Y con ello la reunión de cuanto Garbage reúne: sensibilidad pop y guitarras potentes, armonías sencillas y hondas turbulencias, melodías puras y sonido sucio.
Mezcla contagiosa y sin embargo inquietante, composiciones bien pensadas y complejas y a la vez directas e irresistibles. Intensidad de la mezcla de lo profundo de Manson con el lado más electrónico de Vig y de todo esto con el denso, espeso soporte matérico del sonido vibrante de Erikson y de Marker.
Del año de su reunión, muchos recordarán el concierto en el Jockey Club de Asunción: la vuelta del grupo a su mejor música, eléctrica y sucia, elaborada y envolvente, pero clara y bien trazada siempre en sus líneas centrales.
Mientras esperamos el receso del mediodía para correr a la esquina de Artigas y Perú a buscar nuestro regalo en el Departamento de Encomiendas del Correo Paraguayo y así escuchar como corresponde Strange Little Birds, que nos han enviado generosamente desde el otro hemisferio, y con la notificación del Correo lista en la zarpa, recordemos un rato aquella noche.
LOS MISTERIOS DE LA SENSACIÓN
Como tantas otras veces, sintetizadores y sampleos edificaron con la voz y las guitarras la mezcla de grunge con electricidad de ese característico paisaje en el que flota la sombra de una posible desesperación hasta que de pronto brota alegremente el pop adictivo en ráfagas vitales que celebran el mundo en su evidencia y los misterios de la sensación, y que, desde finales de los noventa hasta hoy, lleva el nombre de Garbage.
La banda conservaba intactas sus mejores cualidades: las guitarras marcando ritmos enérgicos y en incesantes cambios (Marker y Erikson), la batería atronadora y algo distorsionada (Vig) y, por supuesto, la voz (Manson). Por lo menos esa noche en el Jockey Club, cada uno de los miembros del cuarteto estuvo en plena forma. Incluso tal vez mejor que nunca. Los riffs de guitarra de Erikson y Marker, la consistencia de este en los sintetizadores, el cerebro de Vig y su experta y prepotente batería, y la voz de Manson se hicieron amos absolutos de los vibrantes ecos y truenos de una escena que ya es definitivamente suya.
Y en la cual los sonidos furiosos y espesos se unen a las secuencias electrónicas para crear la magia matemática de esas composiciones inteligentes y libres que abrazan el caos de la materia en bruto y su oscuro goce. La voz de Manson cruzaba con osadía ese envolvente sonido robusto y poderoso que los Garbage llevan consigo donde van. Y escuchamos clásicos, como los primeros y ya contundentes, y pienso con especial deleite en «Stupid Girl», o aquellos en los que se perfeccionaba ya el sonido distintivo del grupo con el elaborado y minucioso empleo de elementos electrónicos, y pienso con especial deleite en «I Think I’m Paranoid», sus astutos acordes, su riff inicial, sus voces filtradas o pasadas al revés para crear efectos y sus sagaces cortes infalibles, y, claro, escuchamos «Cherry Lips» y «Only Happy When It Rains», y escuchamos también varios temas nuevos de ese disco, lanzado al cabo de siete años de paréntesis, Not Your Kind Of People, que, en nuestra época obsesionada con el culto al pasado, separó esa noche de la nostalgia mainstream.
PRÓTESIS ELÉCTRICAS Y TRACCIÓN A SANGRE
La comunicación de la frontwoman con el público fue mucho más cercana de lo que puede dejar ver, a los que no estuvieron allí, este relato. Es interesante apuntarlo porque Garbage no solo es rudeza de sonido unida a precisión técnica y a pureza vocal. También es en gran parte la impronta emocional, o psicológica, si se quiere, que Manson le da a cada tema con sus caracterizaciones del clima del correspondiente momento o «personaje». Es por eso, entre otras cosas, que hoy, a los cincuenta años de su vida postnatal, Shirley Manson hace pensar a veces que quizá no haya otra frontwoman de ese mismo nivel en el pop actual.
Nos queda ahora escuchar este nuevo álbum, que ya comentaremos a los lectores. Álbum que los Garbage comenzaron a grabar al año siguiente de aquel concierto del 2012 y cuyo título, Strange Little Birds, está tomado de la letra de una de las canciones que incluye, «Even Though Our Love Is Doomed».
Por fortuna, los Garbage son unos mutantes y unos sobrevivientes, y eso hace difícil que nos decepcionen: como comprobamos esa noche de octubre, hace casi cuatro años, si los Garbage vuelven es porque vuelven con lo mejor de Garbage: misterio envolvente de guitarras pesadas, voz perfecta, baterías poderosas y sintetizadores que tocan el alma. El refrescante fenómeno de un grupo con peligrosas prótesis electrónicas, pero movido por tracción a sangre.
montserrat.alvarez@abc.com.py